Capítulo 36:

Todo lo que estaba sucediendo me parecía surrealista.

Creería que estaba alucinando si no fuera por el hecho de que estaba mirando mi imagen en un gran espejo.

Sabía que era bonita, pero nunca me había imaginado que pudiera ser tan hermosa.

Tuve que pellizcarme repetidamente para asegurarme de que estaba despierta.

«¿Has visto?», me preguntó la empleada, riendo. «Te dije que eras perfecta.

Espera aquí, porque tengo que atender a otros clientes.»

Estaba demasiado aturdida para responder, así que solo asentí.

Mi corazón corría a toda velocidad, más rápido de lo que creía que fuera posible.

Pasé de ser una pobre chica ridiculizada a una diosa que todos admiraban.

Era una transformación alucinante.

«Tanya», me llamó Marco, quien me buscaba por la tienda.

Al escucharlo, volteé a verlo y vi que sus ojos se iluminaban.

Se quedó parado enfrente de mí, recorriéndome de arriba abajo, y una suave sonrisa brilló en sus esplendorosos ojos azules.

Sin embargo, así como apareció, del mismo modo se esfumó y su rostro volvió a su estado de placidez habitual.

«Te ves bonita», murmuró, mostrándome una caja envuelta en papel de colores. «Hagámoslo de la manera correcta», dijo sonriendo levemente.

Me sorprendió verlo arrodillarse y abrir el regalo que llevaba en las manos.

Allí guardaba un anillo muy hermoso.

Luego, con su voz grave y varonil, me propuso matrimonio.

«¡Sí!», contesté en un susurro, incapaz de…

«De la subasta», dijo Marco. «Será en pocos días.

Mientras tanto, te mostraré la ciudad.»

Los próximos días pasaron en un tris, así que pronto llegó la hora de ir a la subasta.

Ese día, me vestí con mi nuevo atuendo y nos dirigimos al lugar del evento.

Cuando nos bajamos del auto, él agarró mi mano y caminamos uno al lado del otro hacia la puerta del recinto, mientras me sentía llena de felicidad.

Cuando estábamos a punto de subir las escaleras, Marco recibió un vínculo mental.

«Lo siento, Tanya», dijo en tono de disculpa. «Tendré que dejarte por un momento.

Surgió un asunto que tengo que resolver de manera urgente, pero le diré a uno de los empleados que te lleve hasta nuestros asientos.»

«¿Tú traes la invitación?», me apresuré a preguntar antes de que se fuera.

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