Capítulo 339:

Desde el punto de vista de Tanya.

Desde que comprendí la situación de Cathy, me encontraba muy preocupada; especialmente cuando supe que la promesa de supervivencia estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos.

La fémina se sentía a nuestro alcance, su cuerpo esperándonos. De hecho, ya no estaba aprisionada ni tomada por algún monstruo.

No obstante, su alma… se había asentado en un reino que no podíamos ver, viajando lentamente hacia adelante. Y si no éramos lo suficientemente rápidos, podríamos perderla.

En particular, cuando nos enteramos del dilema de ella; y como era de esperar, la expresión de Eric no dejó de perseguirme.

No lograba imaginar la culpa y el tormento que debía estar sintiendo. Tampoco podía evitar la mancha oscura de ansiedad que se asentaba en lo más profundo de mí, como una señal de que algo terrible estaba a punto de suceder.

Era casi medianoche, y todavía no me hallaba lo suficientemente cómoda para conciliar el sueño.

Mi pecho continuaba subiendo y bajando con gran esfuerzo, como si algo lo aprisionara. Pero traté de concentrarme, contar o hacer cualquier cosa para distraer mi mente y permitirle descansar.

Eventualmente, percibí mis párpados tornarse pesados, y los abrí de golpe cuando la cama se sacudió debajo de mí. Me giré para ver a Marco sentado en ella, su pecho desnudo bombeando a un ritmo acelerado mientras el sudor excesivo cubría cada centímetro de su piel.

Incorporándome, le agarré suavemente del brazo, y él se estremeció a pesar de mi suavidad.

Dije en un susurro: «Soy yo, Marco, Tanya», sabiendo lo difícil que podía ser despertar de un terrible sueño.

Sin embargo, seguí acariciándole con movimientos lentos y tranquilizadores, tratando de ayudarle a recuperar la calma después del horrible lugar en el que pudo haber estado.

Planté suaves besos en su hombro, esperando pacientemente a que me explicara lo que estaba mal.

«No sé por qué, pero tengo la espantosa sensación de que algo terrible va a suceder», enunció, volteándose para mirarme con una expresión tensa, tan poco natural.

Asintiendo con la cabeza, respondí: «Yo también. No puedo conciliar el sueño. Solo tengo esta horrible sensación en las tripas».

«No sé qué es…», dijo. Tras una pausa, añadió: «Pero algo me dice que regrese a la cueva donde Cathy está atrapada. Es como si me llamase, una y otra vez. No obstante, nunca le alcanzo a tiempo…».

«Creo que tenemos que ir allí, ahora.»

«Entonces, debemos irnos. Debemos confiar en tu intuición, Marco. ¡Andando!» espeté.

Y sin decir nada más, nos vestimos, cambiando a nuestras formas lobunas, galopando apresuradamente por el bosque. Zigzagueando entre los árboles, nos mezclamos con ellos mientras nos movíamos con determinación por el lugar.

Así pues, nos acercamos a la cueva, apresurándonos a atravesar su enorme entrada, espeluznante y llena de presagios. Al ingresar, nos percatamos de que Eric se encontraba parado dentro del círculo mágico de sacrificio, bajo el cuerpo de Cathy. Sus ropas estaban empapadas de sudor, y su pecho subía y bajaba tan rápido que pude imaginar su corazón saliendo disparado de su pecho.

No creía haber visto nunca lágrimas brotar de los ojos de mi cuñado, ni Marco tampoco lo creía, pero allí estaba él, derramándolas mientras mi esposo observaba todo con absoluto horror.

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