Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 292
Capítulo 292:
Ella creía que lo que estaba ocurriendo era una señal de la diosa de la luna que le indicaba que debía regresar con nosotros y testificar.
Después de que su hija se estabilizó, fuimos de vuelta a la capital.
Cuando ya estábamos a pocos kilómetros de distancia, nos detuvimos para cargar gasolina y estirar nuestras piernas.
Mientras caminábamos, pasamos junto a un callejón oscuro en el cual creí haber visto dos orbes de luz color amarillo.
Sin embargo, pensé que solo había sido mi imaginación y no le presté atención.
Fue entonces que, proveniente de la oscuridad, se escuchó un gruñido profundo y ensordecedor.
Todos nos quedamos congelados al oírlo y nos sorprendimos al ver a un lobo solitario aparecer.
Su pelaje estaba erizado y su espalda arqueada, mientras que su mandíbula estaba abierta de par en par y mostraba unos enormes colmillos afilados.
Repentinamente, y antes de que pudiéramos reaccionar, el animal se abalanzó sobre Susan, haciendo que esta gritara al darse cuenta de que por poco la había mordido en el cuello.
Fue entonces que mis sentidos de hombre lobo se activaron.
Mis ojos comenzaron a brillar y un gruñido salió de mi boca cuando pateé al lobo en las costillas.
La fuerza con la que lo hice provocó que el canino chocara contra la pared y la atravesara.
«Rápido, ponte detrás de nosotros», ordené, mientras Oliver y yo nos colocábamos entre Susan y el callejón.
Entonces, un gran número de hombres lobo aparecieron.
Estaban gruñendo e iban acercándose a nosotros poco a poco.
El sonido de unas botas pisando la grava se escuchó y desde el callejón, salió Eric, esbozando una sonrisa maliciosa.
“Eres el licántropo más fuerte que el reino de Mador haya conocido y es por eso que no puedo derrotarte solo.
Pero he traído a unos amigos para que me ayuden a hacerlo.
El reino ha vivido en paz durante mucho tiempo, hermano, tanto que estoy seguro de que mis guerreros aquí presentes están ansiosos por participar en una batalla».
Eric rió mientras los aullidos de sus secuaces aumentaban poco a poco.
Estaban tratando de sacarme de quicio y provocarme, pero yo era muy consciente de que debía mantenerme tranquilo y junto a Oliver, incluso si mi lobo me pedía a gritos que cambiara de lugar con él.
Sin embargo, mi hermano era muy inteligente y utilizaba sus palabras muy bien.
“No ganarás esta pelea, hermanito.
Y tampoco podrás salvar a la sirvienta».
Sus ojos rebozaban de confianza.
«Entrégamela y los dejaré ir sin lastimarlos.
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