Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 277
Capítulo 277:
Punto de vista de Lily
Mientras caminaba por el palacio, en dirección a la habitación de Marco, no podía apartar de mi pensamiento el caos que había tenido que soportar durante los últimos días.
Nadie podía comprender el pánico que se había apoderado de mí al darme cuenta de que Tanya ya no llevaba puesto su collar de rubíes.
Eso era lo único que había estado inhibiendo a su loba interior.
Su cuerpo ahora estaba segregando su olor cánido natural, como si fuera una loba normal.
Aunque dicho olor todavía era débil, muy pronto su loba se manifestaría, ¡así que podría adoptar su forma de loba! Y lo peor de todo era que entonces se daría cuenta de que en realidad no era simplemente una omega, sino que poseía el rango de Alfa y, por lo tanto, era la verdadera heredera de la familia Montenero.
De ningún modo iba a permitir aquello.
Debía evitar a toda costa que eso sucediera, pues de lo contrario mi vida correría peligro y perdería mi condición de noble.
Si la verdad salía a la luz…
mi mundo se desmoronaría.
Presa de la angustia, me llevé inconscientemente la mano al cuello y froté los diamantes; era un mecanismo de defensa.
Siempre había usado el collar, y sabía que no era el tipo de collar que parecía ser.
En realidad, era un collar de rubíes, con un baño de diamantes en la superficie que ocultaba el grupo de rubíes que había debajo.
Si se examinaban más de cerca, se observaría que los diamantes tenían un remolino negro en su revestimiento, que iluminaba la magia negra incrustada en el collar, la cual me permitía exhalar el olor corporal de Tanya.
De modo que me veía y olía como una Alfa, en lugar de la Omega que realmente era.
Sintiendo una creciente ansiedad, finalmente llegué a la puerta de la habitación de Marco y miré a mi alrededor para cerciorarme de que no hubiera nadie cerca.
Al comprobar que estaba sola, tomé la llave, quité el seguro de la puerta de la habitación y entré en silencio.
El temor me invadió inicialmente, pero luego respiré hondo, me calmé y empecé a buscar el collar de rubíes.
Aunque trataba de dejar todo como lo había encontrado para que no se dieran cuenta de que había estado husmeando, mis movimientos eran bruscos.
Revolqué los cajones y abrí con violencia los armarios.
Arrojé al piso la ropa y los objetos, y revisé las carpetas.
Al no encontrar el collar en los lugares en los que era más probable que lo hubiera dejado, comencé a buscarlo en otra parte.
Traté de encontrarlo en los libros, debajo de los objetos, incluso en las macetas.
Lo buscaba con creciente desesperación, apartando los muebles para revisar el suelo debajo de ellos y examinando el interior de los zapatos.
Pero lo único que hallé fue polvo.
Por supuesto, lo más difícil sería tratar de encontrar la manera de que Tanya volviera a usar el collar, pero primero debía encontrar ese maldito objeto.
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