Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 192
Capítulo 192:
El comportamiento de Tanya en aquellos días también había sido muy confuso. Lily había declarado que Tanya había distorsionado y destruido maliciosamente su sentido del olfato, lo que le había impedido volver a trabajar como perfumista. Y yo había sido testigo de la hostilidad con la que Tanya trataba a quienes acudían a su tienda, obligándolos a comprar sus perfumes, lo cual me resultaba bastante desagradable. Se diría que era una mala mujer, capaz de cometer actos repugnantes.
Sin embargo, los sucesos más recientes habían hecho que mi opinión sobre ella cambiara. Recientemente, habíamos vivido experiencias juntos que demostraban que en realidad no era la clase de mujer que había creído que era. Al parecer, era una madre consagrada a su trabajo, dispuesta a hacer cualquier sacrificio para garantizar el bienestar y la felicidad de su hija.
Durante el tiempo que pasé lidiando con los innumerables inconvenientes que me había causado esa horrible casa, ella se había mantenido junto a mí, haciendo todo lo que estaba a su alcance para ayudarme a sortear las dificultades, cuando bien podría haberse hecho la desentendida.
Mientras caminaba reflexionando al respecto, percibí que Manuel se agitaba en las profundidades de mi subconsciente, intentando relegar a un segundo plano mis pensamientos triviales.
«Hay algo en ella que la hace parecer una mujer muy familiar, que hace pensar en el calor de hogar… por alguna razón nos atrajo, Marco… creo que definitivamente sería una buena idea conocerla más a fondo», comentó.
Ante su sugerencia, de inmediato me puse a la defensiva, negando con la cabeza con firmeza, sin poder reaccionar de ninguna otra manera. Aunque no quisiera admitirlo, en el fondo estaba de acuerdo con él.
En ese momento, vi al anciano que estaba en la tienda con Tanya cuando llegué. Se aproximó y se dirigió a mí con una amplia sonrisa.
«¡Tenía la intención de agradecerte lo que hiciste por mí el otro día! Distrajiste la atención de Tanya para que dejara de importunarme hablando de mis problemas de salud, y además lograste hacer que dejara de darme esos malditos perfumes», explicó.
Lo miré ligeramente confundido.
«¿Darte? ¿Acaso no pretendía obligarte a adquirirlos?» le pregunté.
Pareció confundido.
«¿Qué dices? ¡No, claro que no! Solo se preocupa por mí y dice que mi afición a la bebida me llevará a la muerte algún día. Me estaba dando los perfumes que había preparado especialmente para mí con la intención de aliviar todos mis problemas de salud», aclaró.
«Pero mi máxima favorita es que si no eres feliz, entonces no estás realmente vivo. ¡Y el alcohol me hace feliz, aunque el bastardo acabe por matarme!» añadió.
Su sorprendente declaración hizo que ignorara el resto de su perorata, pues me di cuenta de que había malinterpretado la situación en la perfumería, lo que implicaba que la imagen que tenía de Tanya era completamente errónea.
Eché una ojeada a mi reloj y decidí asistir al día familiar del colegio de Claire. Aunque llegara tarde, estaría presente en dicha celebración.
Mientras aquel anciano continuaba divagando, expresando sus opiniones, me dirigí apresuradamente al colegio de Claire.
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