Capítulo 136:

El hombre utilizó su gran puño para golpear el muro, a tan solo unos centímetros de mi cara.

Eso me hizo empezar a llorar.

«Por favor, créeme.»

«¡Basta!»

El hombre golpeó la pared varias veces más.

«¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! ¡Deja de mentir!»

No necesitaba voltear para comprobarlo; el tipo había destruido varios ladrillos con tan solo su puño.

El sonido de sus golpes resonaba en mis oídos y eso provocó que mi cabeza comenzara a palpitar.

Le pedí desesperadamente que se detuviera.

Pude notar su frustración en la forma en que respiraba.

De repente, unas garras pasaron frente a mí y, antes de que pudiera reaccionar, el filo de estas se presionó contra mi cuello. Estaba segura de que el más mínimo movimiento terminaría provocándome un corte en la yugular.

Lo que estaba viviendo era demasiado para que mi cuerpo y mente pudieran tolerarlo.

Comencé a sentir mareos y una pesadez enorme.

Justo cuando estaba a punto de desmayarme, la puerta se abrió de golpe.

Debido al marco, mi visión periférica estaba borrosa.

Sin embargo, podía ver bien lo que ocurría frente a mí. Las luces iluminaban la extraordinaria figura de un hombre.

«¡Era Marco!»

Mi esposo estaba cubierto de sudor y tenía el cabello recogido hacia atrás.

Lo más impactante para mí, y probablemente también para Caspian, era la furia que emanaba de su presencia.

«¡No te atrevas a tocarla!»

No lograba entender cómo era posible que yo tuviera más miedo que el alfa.

Tal vez era porque el tipo tenía sus garras alrededor de mi cuello. Estar tan cerca de él y ver su mirada fría e indiferente me hacía temblar.

Caspian no parecía estar interesado en moverse ni obedecer, simplemente estaba mirando a Marco fijamente.

«No creo que estés en condiciones de dar órdenes.»

Su comentario hizo que mi esposo comenzara a avanzar, pero a medida que lo hacía, el agarre en mi cuello se hacía más fuerte y las garras se presionaban más contra mi piel.

Lo único que pude hacer en respuesta fue levantar la cabeza, tratando de salir de su alcance.

Al ver cómo me movía con desesperación, Marco se detuvo.

«Muy bien, creo que ya lo entendiste. Ella no me importa en lo absoluto, si quiero puedo acabar con su vida en este mismo momento. Si yo fuera tú, tendría mucho cuidado con lo que hago».

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