Capítulo 119:

Punto de vista de Tanya

La emoción en mi rostro podía notarse a simple vista mientras caminaba hacia casa. Tenía una brillante sonrisa y llevaba la solicitud cerca de mi pecho. Me sorprendió mucho pensar en cuánto había cambiado mi vida. Lo había hecho bastante y se lo debía a un gran número de personas. Una de ellas era Lady Vivian, la madre de Lily. A pesar de que nos conocimos hacía solo un par de meses, ya nos tratábamos como si fuéramos amigas de toda la vida. Poco a poco, aquella mujer se estaba convirtiendo en la madre que nunca tuve.

Ese día en particular quise dar un paseo antes de ir a casa. Mis piernas me llevaron hasta la puerta principal del palacio. Esta era verdaderamente una majestuosa obra de arte, adornada con oro y brillando intensamente bajo el sol. El lugar estaba muy tranquilo y esperaba que se mantuviera así mientras caminaba. Sin embargo, un fuerte ruido hizo que me sobresaltara. Cuando volteé a ver la entrada, me sorprendí al notar que un par de guardias estaban expulsando a un hombre. El tipo cayó al suelo de manera muy brusca, lo cual me preocupó, temiendo que se hubiese lastimado.

Estuve a punto de acercarme y ayudarlo, pero en un abrir y cerrar de ojos, el hombre ya estaba de pie nuevamente y ni siquiera se había molestado en sacudirse el polvo antes de empezar a gritar.

Me impresionó bastante que, a pesar de su caída, no mostró ni un poco de dolor. Quizá fuera un lobo muy poderoso, incluso podría ser el alfa de alguna manada. Obviamente estaba enojado, pero sus movimientos exagerados casi lo hacían parecer un payaso. Se movía tanto que sería difícil para cualquiera no comenzar a reírse de él. La forma en que estaba actuando me pareció tan graciosa que decidí quedarme a ver qué ocurría.

«¿Cómo se atreven?», gritó el hombre. «¿Cómo se atreven a ordenar tal cosa? Incluso si son los Licantropos, ustedes no tienen derecho a decidir algo así sin al menos consultarlo con la manada en cuestión».

Los guardias lo miraron con indiferencia, y su silencio debió haberlo enfurecido aún más, pues el tipo comenzó a gritar aún más fuerte y a maldecir a la familia real. Después de varios minutos, el tipo por fin se dio cuenta de que no estaba logrando nada.

«Soy el alfa de mi manada y volveré por ustedes», amenazó y se dio la vuelta para irse.

Cuando lo hizo, por fin pude ver su rostro y mi risa se convirtió en sorpresa al descubrir quién era. Era exactamente el mismo hombre al que había visto discutiendo bajo el árbol de la luna azul. Me impresionó ver lo que estaba haciendo en el palacio, pero decidí ignorarlo, pues Marco llegaría pronto y necesitaba ir a prepararle la cena.

Al día siguiente…

Prepararle el desayuno a mi pareja era una de las cosas que me hacía feliz. Le serví un panqueque tostado y coloqué una gran cantidad de miel a un lado. El sol ya brillaba intensamente y me pregunté por qué Marco aún no despertaba. Por lo general, él siempre se levantaba muy temprano debido a las pesadillas que tenía, pero ya llevaba un tiempo sin hacerlo.

Caminé hasta su habitación y toqué la puerta, pero no me respondió. Al hacerlo de nuevo, más fuertemente, siguió sin decir nada, por lo que decidí abrirla lentamente. Verlo dormir plácidamente sobre su cama me hizo sentir tranquila. Cuando estaba así, me parecía muy atractivo, pues la expresión de seriedad y preocupación que siempre tenía en su rostro no estaba.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar