El innombrable vive en New York -
Capítulo 81
Capítulo 81:
Ni siquiera fui consciente cuando algunas lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas, Jared me miró con una gran ternura y me abrazó, puso mi cabeza sobre su pecho mientras que no paraba de llorar de la felicidad.
“Por favor si esto es un sueño, no me despiertes”, dije sollozando, sentí como su pecho empezó a moverse por su risita.
Jared tomo delicadamente mi rostro y me dio un beso en la frente, con sus dedos empezó a apartar las lágrimas que todavía salían de mis ojos, me miró a los ojos y me sonrió con una cálida sonrisa.
A pesar de que cuando sonreía se hacían unas pequeñas arrugas debajo de sus ojos para mí esas arrugas parecían las mismísimas líneas hechas en un lienzo por un artista.
“Creo que deberíamos de celebrar esto”, dije secando mis lágrimas.
“Ya he pensado a donde podríamos ir”, dijo todavía abrazándome.
“¿Adónde me llevaras ahora?”, dije mirándolo con una gran sonrisa.
“Esta vez tendremos que tomar un avión”, dijo guiñándome un ojo.
…
Jared había conseguido los boletos hacia nuestro destino, iríamos al lago Lemán que estaba situado entre Francia y Suiza, volaríamos hasta el aeropuerto de Ginebra y luego conduciríamos hasta llegar al lago.
Jared me había dicho que ya había venido antes a Suiza y que conocía muchos lugares a los cuales podríamos ir.
El viaje en avión no fue largo, apenas nos tardamos una hora y algunos pocos minutos más, Jared decidió alquilar una camioneta y empezó a conducir hasta el lago.
“¿Cómo conoces tantos lugares?”, pregunté curiosa.
“Crecí en una familia pudiente, entonces en vacaciones solíamos ir a muchos lugares y así fue como conocí muchos lugares”, dijo y yo asentí.
Yo hubiera querido tener una familia así y poder viajar desde muy pequeña.
“¿Qué país te ha gustado más?”, pregunte.
“Japón” respondió con una gran sonrisa
“Pero no exactamente por Tokio el centro de la cuidad, sino por los valles de árboles de cerezos que hay de camino al Monte Funj, ¿Me creerías que hay parcelas enteras en donde el único color que puedes ver es el rosa?”, dijo muy emocionado.
“Siempre me han encantado como se ven los árboles de cerezos”, dije.
“Son lindos”.
…
Jared me dijo que llevara suéter porque podía estar helado sin embargo cuando llegamos al lago la temperatura era muy fresca, tal vez en la noche estaría más helado.
El lago es un lugar muy hermoso el simple hecho de estar aquí te brindaba una gran tranquilidad, había muchas personas en barcas en el lago.
No pude evitar decirle a Jared que también hiciéramos lo mismo, rentamos una barca y empezamos a remar hacia donde la corriente nos guiaba.
“¿Puedo preguntarte algo?”, pregunto mientras seguíamos remando.
“Si”, dije mientras disfrutaba de la vista.
“El novio de la fiesta de compromiso ¿Era el mismo hombre de la vez que te encontré fuera del teatro en medio de la lluvia?”, preguntó llamando mi atención.
Abrí los labios para responderle, pero rápidamente los cerré, ni siquiera sabía que responder.
“Si”.
“¿Por eso te pusiste nerviosa el día de la fiesta?”
“No”, dije frunciendo el ceño.
El dejo de remar y se inclinó hacia mí.
“Olivia quiero que sepas que te quiero, te quiero más que a una simple amiga, quiero algo más contigo, quiero conocerte, quiero hacerte reír, quiero enamorarte, quiero que estés conmigo”, dijo mirándome a los ojos
“Pero primero necesito saber cómo está tu corazón, quiero saber si tú también sientes lo mismo o si quieres estar conmigo”.
Toda mi piel se estremeció al escuchar sus palabras, sus ojos me miraban con un gran brillo e ilusión. Si estaba segura de que quería a para mi vida era a Jared.
Él también me hacía sentir cosas, el día en que nos besamos por primera vez sentí ese cosquilleo en el estómago cuando te gusta alguien, pero sin poder evitarlo la imagen de Leonardo estaba en mi mente.
¿Acaso amaba más a Leonardo?
“No me respondas, sea cual sea la respuesta en tus pensamientos, seguiré luchando por ti”, dijo con una media sonrisa.
A pesar de que no respondí nada, estaba muy agradecida de que no me obligo a darle una respuesta inmediata.
Seguimos remando hasta llegar al pequeño muelle en el que nos debíamos detener para dejar la barca.
Debíamos de girar a la derecha para llegar al muelle, pero en vez de eso empezamos a dar vueltas.
“Tienes que remar al lado derecho”, dije riendo.
“Eso estoy haciendo”, dijo Jared divirtiéndose de la situación.
Las personas del muelle nos miraban con una cara de burla al ver que no éramos capaces de ponernos de acuerdo para poder girar la barca y llegar al muelle.
“¡Lo estás haciendo a propósito!”, dije riendo.
“¡Te lo juro que no!”, dijo todavía remando para hacernos girar.
Ambos dejamos de remar y esperamos a que la barca girara, cuando una de las puntas estaba en dirección al muelle ambos remamos, pero inútilmente volvimos a girar la barca.
“Está bien, a la cuenta de 3 remamos del lado izquierdo”, dijo Jared riendo, yo asentí
“1, 2 y 3”.
Ambos remamos del lado izquierdo y por fin logramos avanzar en la dirección correcta, ahora solo debíamos de remar recto hasta llegar al muelle, cuando llegamos los encargados de las barcas nos ayudaron a bajarnos.
“Pensábamos que jamás lograrían llegar hasta aquí”, dijo uno de los hombres con una sonrisa burlona.
“Ninguno de los dos había manejado una barca antes”, dije.
“Se notaba”, dijo el hombre riendo.
Nos alejamos del muelle y empezamos a caminar por toda la orilla del lago que antes habíamos explorado en la barca.
Mientras caminábamos de regreso a nuestra cabaña yo caminaba distraída viendo el lago cuando sentí como entrelazo nuestras manos, sonreí al sentir su tacto con mi mano y aprete su mano.
“Se siente bien poder tomar de la mano a alguien sin tener la paranoia de ver a todos lados tratando de encontrar al primer paparazi que tomara una foto de nosotros”, dijo Jared.
“Debe ser muy molesto”, dije sincera.
“No te lo imaginas”, dijo negando con la cabeza.
“Supongo que es el precio por ser un exitoso músico”, dije mirándolo con una sonrisa.
“Dentro de tres semanas, después de tocar en Australia estarás pagando ese precio”, dijo con una media sonrisa.
¿Seré tan famosa como Jared?
“Leeré en todos los periódicos de Paris: Olivia Baldinelli la nueva generación de pianistas”, dijo extendiendo su mano para hacer un gesto en el aire.
“Me desmayaré el día que mi nombre este en primera plana de una revista”.
“Estaré listo para sostenerte”, dijo guiñándome un ojo.
“La pregunta es ¿Estás listo para correr?”, pregunté y él me miro confundido.
“¿Qué?”, dijo mirándome incrédulo.
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