El innombrable vive en New York -
Capítulo 124
Capítulo 124:
“Te tengo tanta envidia ahora mismo, iras con el hombre que amas a quien sabe dónde y pasaran toda la noche juntos mientras que yo regresaré a mi casa tropezando con todos mis patos” mencionó Abigail haciendo que yo riera.
“Puedes volver a casa con Gabriel”, dije y ella hizo una mueca.
“¿Acaso no ves lo dormido que esta?”, dijo señalándolo, lo vi y casi estaba quedándose dormido en su silla.
“Linda noche” le di un beso en la mejilla para despedirme.
“Linda noche”, dijo ella.
Me acerqué a Gabriel por detrás y le di un beso en la mejilla.
“Ya me voy cariño” le dije y él abrió los ojos rápidamente.
“Adiós cariño” se levantó para abrazarme.
“Por favor lleva a Abigail a casa, está muy ebria y me da miedo que manejé”, le dije y el asintió.
“Lo haré”, dijo seguro
“Las chicas y yo pusimos algunas sorpresitas en tu maleta”, sonrió pícaro.
“¿Qué hicieron?” abrí mis ojos asustada.
“Ay no hemos puesto una bomba o algo parecido deja de preocuparte, al contrario, es algo que te ayudará esta noche” me guiño un ojo.
“Espero que no sea lo que estoy pensando”, dije entrecerrando mis ojos.
“Mm, ya verás” rio,
Me despedí de Gabriel y el resto de las personas y por fin me acerqué a Leonardo para que ambos nos pudiéramos ir de la fiesta.
Vámonos antes de que aparezca alguien de quien no me haya despedido dijo jalándome de la mano mientras caminaba rápidamente entre el jardín para llegar al estacionamiento.
“Espera, no puedo caminar tan rápido con estos tacones”, dije riendo.
Él se dio la vuelta y con un rápido movimiento me cargó entre sus brazos y camino hasta el estacionamiento, abrió la puerta del copiloto de su auto rojo y luego se pasó al lado del chofer y encendió el motor del auto,
Leonardo empezó a conducir hacia el aeropuerto en donde ya nos esperaba su avión privado, tanta era la prisa que ni siquiera pude quitarme mi vestido de novia y tuve que subirme al avión con este vestido.
Una vez despegó el avión ambos fuimos a la pequeña habitación del avión, Leonardo se empezó a acercarse peligrosamente a mí, cuando estuvo frente a mi puso sus dos manos alrededor de mi cintura.
Él empezó a pasar sus dedos en mi espalda sobre la delgada tela del vestido, empezó a bajar delicadamente el zipper de mi vestido mientras me miraba a los ojos.
Mientras él hacía eso yo empecé a desabotonar su camisa lentamente, cuando había llegado a su ultimo botón le quité la camisa dejando su pecho completamente desnudo.
Besó mi clavícula antes de bajar mis dos mangas del vestido, empezó a bajar lentamente mi vestido y luego me miro con media sonrisa al ver que solamente llevaba puestas unas bragas.
“Adoro estos vestidos”, dijo viendo con lujuria mis pechos.
Rodeé mis brazos alrededor de su cuello y lo empecé a besar, él paso sus manos por toda mi espalda desnuda hasta llegar a mis bragas, al llegar allí me dio una pequeño golpecito y yo reí.
“¿Adónde me piensa llevar Señor Spinter?”, pregunté interesada.
“Iremos a donde todo inició”, dijo antes de levantarme y empujarme hacia la cama.
…
Unas horas de viaje después estaba aterrizando el avión en nuestro destino, Leonardo cerro todas las ventanillas del avión para que yo no viera en donde estábamos, cuando finalmente salimos del avión me hizo cubrirme los ojos por todo el camino hasta que llegáramos a nuestro destino.
“¿Puedo quitarme esto de los ojos ya?”, pregunté y solamente escuché la risita de Leonardo mientras sentía como el auto seguía en movimiento.
“¿Es que acaso no confías en mí?” podría jurar que ahora mismo me estaba viendo con una sonrisa burlona.
“Si, pero estoy muy ansiosa” mordí mi labio inferior.
“¿Dejaras de estar tan ansiosa si abro tu ventanilla?”, preguntó.
“De todas formas, no puedo ver en donde estamos ¿De qué serviría?” me cruce de brazos.
Él me ignoro y siguió manejando, segundos después escuche como la ventanilla de mi lado se abrió y empecé a sentir el viento sobre mi rostro, por alguna extraña sensación sentía como si el aire fuera un poco más caliente de lo normal.
“Llegamos”, dijo Leonardo.
“¿Me quito la venda?” subí mis manos a mis ojos, pero él me lo impidió.
“Todavía no”, dijo bajándose del auto, después abrió la puerta de mi lado y me tomo de la mano.
Me ayudo a salir del auto y me empezó a guiar a donde sea que íbamos.
“Ten cuidado, subiremos unas escaleras”, dijo y yo asentí.
Con cuidado me ayudo a subir las escaleras, mientras caminaba pude distinguir por el sonido de mis zapatos que el suelo estaba hecho de madera, Leonardo me soltó por uno segundos y escuché como abrió una puerta y seguido de eso de nuevo la brisa empezó a soplar en mi rostro
“Te quitare esto, pero todavía no abras los ojos”, dijo Leonardo y yo asentí.
En el instante en que quito la venda de mis ojos empecé a sentir como una brisa salada sobre mi rostro y sonreí,
“Abre los ojos”, dijo.
Abrí los ojos y frente a mi estaba un océano celeste cristalino con arena blanca, me asome al umbral de la pequeña terraza en la que estábamos y mire hacia todos lados, no había nadie más, solo nosotros.
“¿Acaso estamos en Bora Bora?”, pregunté sorprendida, él inmediatamente sonrió al escuchar mi pregunta.
“Sabía que reconocerías este lugar” se acercó para abrazarme.
“No puedo creer que estemos de nuevo aquí”, dije emocionada.
“Esta vez tendremos más privacidad, esta casa está lejos de los hoteles así que nadie nos molestara en esta luna de miel”, dijo poniendo su cabeza sobre mi hombro.
“Si te soy sincera, después de la vez que rompimos jamás me imaginé que regresaríamos a este lugar”, dije un poco conmovida, mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas
“Gracias” él se acercó a mí y me beso en los labios.
“Será mejor que nos cambiemos de ropa para disfrutar de la playa”, dijo sonriéndome y yo asentí.
Leonardo regresó al auto para bajar nuestras maletas, yo me quedé en la casa y empecé a caminar en toda la casa para conocerla mejor, era una casa bastante sencilla.
Toda la casa estaba hecha de madera y se notaba mucho el estilo de playa en toda la decoración, Leonardo entró con las maletas y las llevó a la segunda planta en donde estaban las habitaciones, yo volví a salir a la terraza mientras seguía disfrutando del aire salado.
Unos minutos después bajo Leonardo con un atuendo adecuado para la playa, yo subí para cambiarme de ropa.
Abrí mi maleta y empecé a buscar algún atuendo adecuado para la playa, mientras revolvía toda la ropa encontré una bolsa de tela negra, fruncí el ceño confundida y saqué la bolsa.
“¿Qué es esto?”, dije inspeccionando la bolsa.
Abrí la bolsa y vi que había algo negro adentro, le di la vuelta a la bolsa y dejé caer todo el contenido sobre la cama, me cubrí el rostro de la sorpresa al ver que era.
“Así que esta era la sorpresa de la que me hablaste Gabriel”, dije riendo y a negando con la cabeza.
Eran dos atuendos de lencería muy atrevidos, tomé el primero de ellos de color rosa pálido, lo empecé a ver detenidamente.
Era de una tela completamente transparente, a nivel de la cintura tenía una pequeñísima falda como si fuera de ballet, tenía decoración de flores hecha con encaje blanco por todo el abdomen y tenía una braga string.
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