Capítulo 109:

Deslizó toda la barra de desplazamiento hasta el fondo para llegar a las primeras fotos que yo había tomado con el celular, este celular lo había comprado recién llegada a Nueva York así que solo encontraría desde que empecé a trabajar con él.

“Primera foto”, dijo riendo.

“¡Ni siquiera te la tomé a ti!”, dije riendo

“¡Se la tomé a mi escritorio y justamente saliste de tu oficina y salió la mitad de tu cuerpo!”

“¿Por qué le tomarías una foto a tu escritorio?”, dijo con tono burlón.

“¿No ves lo ordenado y limpio que esta?”, dije señalando el celular.

“No te creo”, dijo pasando la foto, tuvo que pasar bastantes fotos hasta encontrar una foto de él

“¿Qué es esto?”, dijo riendo.

Era una selfie que me tomé la primera vez que fui a la casa de Leonardo, en la foto yo salía poniendo los ojos en blanco y al fondo estaba Leonardo viendo muy concentrado su laptop.

“Estaba un poco fastidiada porque ese día tenías muchas entrevistas con algunos gerentes de otras empresas y también estaba un poco enojada contigo por de hacerme trabajar tan tarde entonces tomé esa foto”, dije.

“Recuerdo ese día”, dijo riendo

“Me hubieras dicho que ibas a tomar una foto, así habría sonreído”.

Siguió buscando más fotos y llegamos a las fotos del día que fuimos a Bora Bora y mis nervios empezaron a aumentar

“¿Así que no tenías fotos mías?”, dijo sonriendo coquetamente.

Ese día le había tomado más fotos a Leonardo que a la misma playa. La mayoría de las fotos eran de Leonardo distraído y en la mayoría estaba sin camiseta.

Tape mi rostro de la vergüenza cuando empezó a reproducir un video que había grabado en cámara lenta de Leonardo saliendo del agua, literalmente se veía como un maldito modelo de Calvin Klein.

“No, qué vergüenza”, dije todavía cubriendo mi rostro.

Leonardo no paraba de reír mientras seguía disfrutando de las fotos que había tomado en Bora Bora.

“¡Ya fue suficiente!”, dije con el rostro rojo de la vergüenza, le arrebaté el celular de las manos

“Es tu turno, dame tu celular”, dije frunciendo el ceño.

El empezó a reír negando con la cabeza, estiro su brazo para alcanzar el celular y me lo entregó.

“¿Cuál es la contraseña?” En pregunté.

“Tu nombre”, dijo y yo sonreí conmovida.

“Escribí Olivia en el celular, pero no se desbloqueó, intenté escribiendo Olivia Baldinelli y tampoco, intenté con mi apellido y tampoco.

“¿Qué estás haciendo?”, dijo alzando una ceja.

“Escribo mi nombre”, dije y él rio negando con la cabeza.

“La contraseña es ´Tu nombre` todo unido”, dijo quitándome el celular.

Luego escribió: [Tu nombre]

El celular se desbloqueó.

“Eres un tonto Leo”, dije rodando los ojos y él solo rio.

Entré a la galería de la cámara y llegué hasta la fecha que nosotros nos conocimos, tuve que subir varias fotos hasta encontrar la primera foto mía.

Era una foto que la había tomado desde su oficina y le hizo zoom para que yo saliera a través de la ventana de su oficina mientras estaba en mi escritorio.

“¿Y esta?”, dije sonriendo.

“Yo no negaré nada, tengo muchas fotos tuyas en mi celular”, dijo riendo.

Seguí pasando las fotos y encontré muchas fotos mías, en la mayoría yo estaba distraída mientras estaba trabajando, lo bueno inició cuando llegué a las fotos de Bora Bora.

El primer video que encontré era de mí jugando con las olas del mar.

“¿Y este video?”, dije riendo.

“Te veías muy tierna haciendo eso que no pude evitar grabarte” dijo riendo.

La mayoría de las fotos que me tomó ese día era yo haciendo cosas tontas, como por ejemplo recogiendo un coco del suelo, recogiendo conchitas y también riendo.

“¿Por qué solo me tomas fotos haciendo cosas tontas?”, dije riendo

“¿Por qué rayos estoy recogiendo ese coco?”

“No sé”, dijo riendo a carcajadas

“Creo que mejor iré a bañarme, si sigo viendo estas fotos me va a dar algo”, dije entregándole el celular, él solo rio.

Entré a la ducha y me bañé, cuando salí para vestirme encontré a Leonardo hablando con por el teléfono, hablaba de cosas de la empresa, cuando me vio salir de baño entró él para irse a duchar,

“Olivia” me llamo desde la ducha.

“¿Qué?”, dije mientras buscaba que ropa ponerme

“Te llevaste mi toalla”, dijo.

“Lastima”, dije mientras empezaba a ponerme mi ropa interior.

“En mi armario hay más ¿Podrías traerme una?”, dijo.

“Estoy muy ocupada ahora mismo lo siento”, dije apretando mis labios para no reírme.

Ya no escuché su voz así que supuse que se las había ingeniado, seguí buscando que ropa ponerme y elegí un vestido rosa, lo saqué de mi maleta y lo extendí en la cama.

Cuando me di la vuelta me encontré a Leonardo totalmente empapado de agua y desnudo, abrí los ojos como platos y gire hacia otro lado para no verlo, él caminó hacia mí y se quedó parado frente a mí.

“Te dije que necesitaba una toalla” susurro muy cerca de mi rostro.

Él se acercó tanto a mí que pensé que me iba a besar, pero en vez de eso jalo la toalla que cubría mi cuerpo y la enrollo alrededor de su cadera para cubrirse. Me miró de pies a cabeza y relamió sus labios.

“Te queda bien ese color”, dijo refiriéndose a mi ropa interior. Me guiño un ojo antes de darse la vuelta.

“¡Necesito la toalla!”, dije.

“Lastima”, dijo copiando mi frase.

“¿Enserio te ha llamado mi hermano o solo vas porque tienes celos?”, dije entrecerrando los ojos.

Desde que Leonardo se dio cuenta de que hoy iría a buscar a James en la empresa no ha parado de decir que él también tiene que ir a la empresa porque Iván quiere decirle algo.

“Ambas” admitió sin problema alguno.

“Eres increíble”, dije riendo.

Cuando al fin llegamos a la empresa fuimos al ascensor y yo apreté el botón del piso en donde esta James, esperé a que Leonardo apretara un botón, pero no lo hizo.

“¿No ibas a ver a mi hermano?”, dije alzando una ceja.

“Iré después”, dijo encogiéndose de hombros.

Yo solo reí negando con la cabeza.

Cuando la puerta del ascensor se abrió había algunos empleados de esa planta, ellos al vernos abrieron los ojos muy sorprendidos

“Buenos días, Señorita Baldinelli y Señor Spinter”, dijeron al unísono todos con a mucho respeto.

“Buenos días” respondimos Leonardo y yo.

Ambos salimos del ascensor y empezamos a caminar por los escritorios ocupados por personas que estaban trabajando.

“¿Te imaginas cuando tu nombre sea Olivia Spinter?”, dijo Leonardo sonriendo.

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