El destino de Tiana -
Capítulo 30
Capítulo 30:
POV: Tiana
“Parecía que disfrutaba tener a esa loba sobre su cuerpo. ¿Puedes creerlo? No hizo nada para resistir sus coqueteos”.
Apreté los dientes al recordar los brazos de Susan alrededor de su cintura mientras que él tan solo se quedó mirándome con una sonrisa en su rostro, como si disfrutara de mi incomodidad.
Elsie comenzó a reírse de verdad y la miré con una ceja enarcada.
“No es gracioso”, dije inexpresiva.
“¡Deberías ver tu rostro!“, dijo entre risas.
“¿No es obvio por qué hizo eso?“.
“Ah, sí. Era bastante obvio que le gustaba sentir sus pechos sobre él y no le importó cómo me hizo sentir eso”. Hice una mueca de disgusto que solo hizo que Elsie se riera más fuerte.
“Eres muy celosa”
“Incluso un ciego habría visto lo celosa que estabas con ese gruñido que lanzaste a Susan. Aunque no te imaginaba como alguien que pelearía por un hombre”, comentó con un guiño, apresurándose a añadir antes que pudiera negarlo.
“No estaba peleando por él”. Entrecerré los ojos.
“Eso es lo que parecía. Por eso Ryder no alejó a Susan, quería que te pusieras celosa y posesiva”, explicó con una sonrisa juguetona en sus labios.
“Oh”. Aparté la mirada avergonzada.
Ahora entendía porque había dicho que le gustaba cuando me ponía posesiva con él. Era un imbécil.
“No me importa”, mentí.
“Claro que te importa”, respondió y fruncí el ceño.
¿Qué le pasaba a este par? ¿También estaba tratando de sacarme de quicio como su hermano?
“No tienes nada de qué avergonzarte”. Habló en voz baja esta vez.
“Creo que eres un buen partido para un hombre como Ryder. Tal vez no todo sea color de rosa al principio, pero me gusta pensar que conozco a mi hermano hasta cierto punto y, si no le gustaras, no te habría presentado a nuestro padre”.
“Si le gusto tanto como dices, debería haber echado a esa tal Susan y no haber permitido que se aferrara a él de esa manera”. Fruncí los labios.
“Mi papá le pidió que viniera. Verás, nuestros padres son muy buenos amigos y, en un momento dado, pensamos que Ryder se sentía atraído por ella. En fin, nunca me agradó, así que me alegré cuando la dejó”, me informó.
¿Ryder se había sentido atraído por ella? Saber esto me hizo sentir peor sobre esa mujer.
¿Habían llegado a ser tan unidos? Ahora que ella había vuelto, me preguntaba qué podrían estar haciendo en este preciso momento. Fruncí el ceño ante esta idea.
“No sé qué pensar”, respondí con sinceridad.
“Entonces, no pienses en nada”. Me cogió de las manos y me empujó hacia atrás hasta que nos sentamos una al lado de la otra.
“No te preocupes, Tee. No tiene nada de malo si te pones celosa de que tu compañero esté con otra mujer. No me encanta el mío, pero ni siquiera puedo imaginarlo en los brazos de otra mujer”.
Tragó saliva tras esta declaración y sacudió la cabeza como para apartar esta idea de su mente.
“Gracias”, añadió en voz baja.
“¿Por qué?”. Enarqué una ceja.
“Por contarme sobre tu pasado, sé que debe haber sido muy difícil.
Si fuera por mí. Me gustaría que la Manada Eclipse pagara por lo que te hicieron y estoy segura de que Ryder también
“No quiero decírselo todavía”. La detuve de un momento a otro y le mostré mi mirada de cachorrito.
“Por favor, no se lo digas, todavía no”. Se rio.
“Esa conversación debe ser entre ustedes dos, Tee. No me corresponde hablar de tu vida con él”.
Un pensamiento cruzó mi mente.
“¿También tuvo una aventura con Adeline?”, le pregunté y noté un rastro sorpresa en su rostro, pero intentó ocultarlo.
“¿Qué?“.
“¿Adeline también era una de sus amantes?”, insistí.
“Tiana”. Hizo una pausa.
“Deberías tener una conversación apropiada con Ryder”. Resoplé.
”Es difícil”.
“No lo es, solo tienes que intentarlo. Tal vez también debas poner tu orgullo de lado y dejar de luchar contra tus sentimientos por él”. Me aconsejó.
Reflexioné sobre sus palabras.
No podía seguir negando que sentía algo por él y Elsie tiene razón, apenas nos hablábamos.
Pasamos mucho tiempo afuera antes de que Elsie me llevara de regreso a la casa de Ryder. Me sentía mucho mejor de lo que me había sentido en muchos años después de quitarme la enorme carga de mis hombros.
Además, ella tenía razón, tenía que dejar ir esos recuerdos si quería ser feliz. Para mi sorpresa, Ryder no me había buscado ni había enviado a nadie a buscarme. No había estado lejos de su casa por tanto tiempo desde que llegué aquí. Sabía que tenía que ver con el hecho de que tenía compañía.
Sin embargo, cuando llegué a su casa, lo encontré sentado en la terraza frente a Susan, hablando sobre algo que solo ellos sabían.
Ella se estaba riendo como una niña pequeña por algo que Ryder había dicho. No pude evitar apretar los puños a mi lado, imaginando cómo se sentirla darle un golpe en el rostro.
Él giró la cabeza en dirección a mí cuando me detuve frente a ellos y la sonrisa de Susan desapareció de su rostro de inmediato.
“Ven, siéntate con nosotros”. Ryder le dio una palmadita al asiento junto a él, pero no respondí.
Tan solo lo miré y luego a su acompañante antes de volver a mirarlo a él.
“Tenemos que hablar”, dije con seguridad.
“Bueno, no los incomodo, ¿Verdad?”. Susan me sonrió, pero le lancé una mirada asesina, Ryder bajó la bebida que tenía en sus manos y se puso de pie.
“Como usted diga”. Me guiñó un ojo.
Después, tomó mi mano derecha con su izquierda y me llevó a un lado. Podía sentir la mirada de Susan sobre mi espalda mientras nos alejábamos y también me hubiera gustado ver la expresión en su rostro, pero no volteé.
Me estaba poniendo muy caliente por tener a Ryder tan cerca de mí y al sentir mi mano bajo la suya. Él era muy alto.
Antes, pensaba que yo tenía una buena altura, pero venir al palacio de los hombres lobo me hizo pensar lo contrario. Todos aquí parecían demasiado altos y me sentía como una enana al estar de pie al lado del Príncipe Alfa.
Era por lo menos treinta centímetros más alto que yo. Sin contar que sus hombros anchos y sus músculos también lo hacían parecer más grande.
No soltó mi mano hasta que estuvimos fuera de la vista de Susan, Me estaba llevando detrás de su casa. Miré a mí alrededor y observé mi entorno. Había contemplado esta vista antes desde su ventana.
“No sabía que podías ponerte tan celosa”, comentó después de caminar por un momento. Intenté quitar mi mano de la suya, pero me sujetó con fuerza y me miró con arrogancia.
“No estoy celosa”. Lo miré.
“¿Por qué todos piensan eso?”.
Soltó una suave risita, pero se detuvo e hizo que lo mirara.
“¿Querías hablar conmigo?”. Enarcó una ceja con una expresión provocadora y me mordí los labios por dentro.
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