El destino de la huerfana -
Capítulo 63
Capítulo 63:
Tendría que convertirme para recorrer cualquier distancia y probablemente me sacaría piedras y astillas de madera de los pies cada noche.
Me fui después de comer un poco de carne y beber agua, sin dejar ningún rastro tras esparcir los restos de mi fogata y enterrar las cenizas. Era algo que mi padre siempre me inculcó, que cuando abandonabas un campamento no debía quedar ninguna evidencia de que habías estado allí.
Debíamos respetar la naturaleza y dejarla tan intacta como la habíamos encontrado. Siempre tuve cuidado de enterrar o quemar los cadáveres de mis presas, de limpiar la sangre del lugar donde las desollaba o comía, y de mantener todo ordenado y limpio. Hasta ahora me había servido bien.
Mentalmente me sentí más ligera, aunque no me hubiese olvidado de ninguno de mis anhelos anteriores o de que me habían roto el corazón, sino que ahora lo manejaba todo mucho mejor. Mis sueños eran diferentes, pero siempre en torno a las mismas cosas y Sierra aparecía en ellos la mayoría de las noches.
Pensé que se habría desvanecido, pero ella era persistente, y desde que comencé a girar hacia el este, era casi como si el sueño se volviera más prominente, la visión más fuerte. Anoche, juraría que podía oler su aroma en la atmósfera que me rodeaba.
Había una familiaridad que no podía identificar, como un recuerdo lejano perdido hacía mucho, siempre fuera de mi alcance, y me dio dolor de cabeza tratando de atraparlo cuando me desperté en medio de la noche, al pronunciar su misma vieja orden de dos palabras.
Si no lo supiera mejor, pensaría que sé cómo huele, pero tal vez se trataba de un recuerdo lejano, de cuando yo solía leer en la biblioteca cuando era muy pequeña, y de alguna manera lo conservé., Y su voz persistía inquietantemente, al igual que otra bien conocida por mí; la de Colton.
“¡Sálvanos!”. Solo eso, nada más.
Lo más extraño que comencé a notar acerca de este sueño, es que en él yo no era como soy ahora. Miraba hacia abajo y veía mis propias manos mientras estaba en la habitación blanca, cuando ella las tomó entre las suyas.
Mis manos eran las de una niña, pequeñas, delicadas, empequeñecidas dentro de las suyas, y eso era algo que tenía aún menos sentido para mí. Sin embargo, supuse que, al igual que el sentido perdido casi olvidado del olfato y el sonido familiar, tal vez el sueño es una especie de guiño hacia cosas que me vienen desde que era niña y que ya había olvidado.
Confundida en un momento sin sentido, los sueños seguían recordándome que alguna vez supe quién era ella. Sin embargo, casi había renunciado a tratar de encontrar el significado, ya que no parecía haber uno.
En mi camino, llegué a un claro relativo en el bosque, sintiéndome caliente y dolorida por recorrer tantas millas de terreno corriendo a gran velocidad y me detuve para recuperar el aliento.
Dejé caer mis cosas, deslizando la mochila de mis hombros cansados con un ruido sordo y estirando mi cuerpo con una asombrosa cantidad de crujidos que venían desde las profundidades de mi piel y huesos. Se sentía bien, a pesar de los ruidos preocupantes.
Extendí mis brazos por completo, los dedos y las piernas a su máxima capacidad, haciendo un sonido ‘Argghhh’ mientras lo hacía, aliviada de perder ese peso y de poder enderezarme sin él. Me moví de un lado a otro, balanceando el cuello de lado a lado, feliz de sentirme libre al fin.
Moví los hombros y caminé alrededor del claro, para estar segura de que era un lugar seguro para detenerme, aguzando la mirada y con los oídos atentos. Enseguida percibí el sonido del agua muy cerca, así que caminé unos pocos pies hacia la línea de árboles, hasta dar con un pequeño arroyo burbujeante poco profundo, que corría cuesta abajo.
Bebí rápidamente, todavía maldiciendo el hecho de haber roto mi botella de agua hacía una semana y que ya no tenía forma de recogerla. Después volvía a donde estaba mi valija, saqué la carne ahumada y me desplomé en el suelo mientras masticaba y observaba el entorno.
El sol estaba muy alto, por lo que debía ser alrededor del mediodía. Ahora, el calor era más intenso. Vi que había pájaros revoloteando en el cielo, agregando una agradable calma al no tan tranquilo día. El viento era susurrante, tan suave que apenas estaba allí, mientras balanceaba las hojas en las ramas a mí alrededor y por encima de mí.
Escuchaba a los pequeños animales del bosque parlotear, cantar y gorjear en la distancia, mientras que otros más cercanos permanecían en silencio, mientras me miraban y trataban de adivinar si yo era una amenaza. Casi podía escuchar y sentir a la vida silvestre detenerse en seco, mirándome, sus pequeños corazones latiendo rápidamente para ver quién era esta extraña entre ellos.
Eso era lo único bueno de todo esto. Mis sentidos, mis instintos, mi lado lobuno, estaban creciendo y desarrollándose rápidamente. Nunca podría haber llegado tan lejos tan naturalmente si todavía estuviera con la manada de Santo. Sabía que estaba cambiando, convirtiéndome en un ser independiente y tan segura de mí misma, a medida que pasaban los días.
Cada vez estaba menos convencida de que era un fracaso y ahora ya no tengo miedo de mi propia sombra. Sentí que esta experiencia estaba haciendo por mí algo que de ninguna manera habría logrado en el valle. Era como tomar a mi lobo y fusionarnos en una sola entidad, en lugar de ser solo otra parte de mí que aparecía ocasionalmente.
Supuse que por fin estaba aceptando mi otro lado, viendo y sintiendo las habilidades que Colton dominó en su momento. Ya no éramos dos mitades en pugna por un mismo espacio, sino una fusión armoniosa, fluyendo de una a otra en un abrir y cerrar de ojos.
Tal vez era necesario que perdiera a Colton para poder encontrarme a mí misma, para que pudiera aprender de lo que era capaz y aprovecharlo. Quizá ese fue siempre el plan del destino; enseñarme una lección y ponerme en un camino.
Podía ser que ahora mismo, él tuviera su propia y nueva dirección y otras fortalezas que surgieron de nuestro breve encuentro. Tal vez Colton siempre tuvo la intención de perderme, con la finalidad de poder encontrarse a sí mismo.
De alguna manera, este era un pequeño incidente en un plan más grande, y nuestros corazones pudieron haberse roto, pero en el gran esquema de las cosas, era necesario que sucediera así, para que pasara algo más importante. Tal vez Carmen siempre fue su destino, y por eso le dieron la fuerza para traicionar nuestro vínculo.
Pero, ¿Quién puede saberlo? Yo no. Tampoco creo poder perdonarlo por ello, aun si eso fuera parte del plan del destino.
Tal vez estoy tratando de encontrar una razón para justificar todo lo sucedido, porque siempre me enseñaron que el destino nunca se equivoca. Siempre tiene un propósito para todo lo que hace, aun cuando nosotros no podamos verlo.
Aunque eso signifique dejar a niñas solitarias en hogares para rechazados, a las que más tarde les mostrará una luz de esperanza para luego quitársela y arrojarla lejos. No me entretengo durante mucho tiempo. Sé que si lo hago, la amargura, la tristeza y la ira empezarán a consumirme y a destruir mi estado de ánimo.
Antes de que se haga oscuro tengo que encontrar un lugar donde instalarme esta noche, y quiero algunas horas de luz del día para encontrar hojas y hierba seca para acolchar bien mi cama. Este se ha convertido en un ritual diario que me ayuda a mantener la cordura.
Una de las cosas que estoy descubriendo que es fundamental para mi bienestar mental es dedicar tiempo a hacer que mi campamento sea cómodo y un poco hogareño, y tener algo de tiempo de descanso antes del anochecer.
Duermo mejor y eso ayuda a mi estado emocional general. Me levanto y miro a mi alrededor, sintiéndome un poco desorientada por haber caminado en círculos y haber ido a buscar agua.
Decido comprobar cuánto he avanzado antes de seguir adelante y noto que he recorrido cierta distancia; quiero mantener esa enorme montaña oscura en la lejanía como punto central al cual apuntar. Me ayuda a mantener la concentración el tener un plan del cual no me desvíe.
Miro a los árboles mientras camino en el sentido de las agujas del reloj buscando el más alto y grueso de ellos para trepar.
Es mejor tener uno con un tronco considerable hasta la cima, para poder sobrepasar las copas de los árboles y observar mi terreno. No es difícil trepar cuando tienes garras y súper fuerza para ayudarte, y una completa falta de aversión a las alturas, que hasta ahora no sabía que poseía.
Elijo uno y no pierdo tiempo en quitarme los zapatos para convertir mis manos y pies en afilados accesorios de montañismo. En un abrir y cerrar de ojos ya he escalado hasta la cima. Los licántropos tienen muchas habilidades que los lobos naturales no tienen, y esta es una de ellas.
Empujo mi cabeza hacia arriba a través de las hojas abriéndome paso con facilidad mientras escalo hasta su aterradora altura, me aferro y contemplo lo que ahora puedo ver. Las copas de los árboles forman una especie de alfombra casi sólida que parece se puede recorrer a pie.
El paisaje no es tan apacible cuando estás a esta altura, y es casi hipnotizante de observar, la disposición de muchas tonalidades de verdes, pasando por marrones y algunos amarillos, los atisbos de alguna formación rocosa o pequeña colina, y los esporádicos espacios abiertos.
Es una vista que no se puede comparar con nada más, y me deleito en su belleza por un momento mientras el sol me calienta por completo la cabeza y la cara.
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