El destino de la huerfana -
Capítulo 46
Capítulo 46:
“No sabemos cuándo vendrá otro ataque, y será más fácil mantenerlos a salvo si los tenemos aquí”, replicó Colton.
Aparentemente estaba repitiendo lo que le habían dicho, pero una mirada que cruzó fugazmente su rostro me hizo saber que no estaba de acuerdo. Estuve muy cerca de desear que dejara de imitar las palabras de su padre y fuera honesto, expresando claramente lo que él pensaba que deberíamos estar haciendo.
“¡Querrás decir que así serán más fáciles de controlar! Todos sabemos que tu padre ha estado buscando el mando supremo durante años, y esto suena mucho como si estuviera tratando de forzar a que las manadas se reúnan en un solo lugar, para que sea más sencillo vigilarlas”, Matteo verbalizó lo que yo también pensaba y sentía, sorprendiéndome de no ser la única.
Colton le lanzó una peligrosa mirada de advertencia y un gruñido bajo, mientras daba un salto a la defensiva por el insulto dirigido a su padre.
“¡Tú lo sabes, Cole…! ¡Tú sabes cómo es él! ¡Dime que es mejor juntar a un montón de personas en un espacio reducido, cuando sus enemigos tienen un dispositivo que puede neutralizarlos a todos, y me callaré!”, dijo Matteo.
Las palabras de Matteo tenían mucho sentido y estuve de acuerdo con ellas. Reunir a esa gente nos convertía en un objetivo fijo si todos decidieran usar el mismo dispositivo. Al menos, si estábamos dispersos, teníamos la oportunidad de escapar de los efectos y contraatacar. Seguramente, no podían atacarnos a todos de una sola vez con una de esas cosas.
Pillé a Colton mirándome fijamente, y observé un destello aleteando en sus ojos mientras pensaba en algo. Luego se volvió hacia Matteo. Eché de menos el mensaje fugaz en su mirada, sin poder estar segura de lo que significaba.
“¡Está bien! ¡Tal vez…! Quiero decir, siempre supimos que él intentaría concertar algún tipo de unión alrededor de la montaña. Simplemente no pensé que realmente esperaba que la gente se mudara aquí. No sabemos lo suficiente acerca del dispositivo como para poder adivinar lo que nos haría a todos en el valle. Descubrimos que el rango era limitado, al menos en lo que trajimos”, Colton estaba rígido e inquieto.
Pude adivinar que no le gustó para nada que su manada cuestionara las órdenes de arriba.
Realmente estaba dominado por su padre, y yo necesitaba descubrir cómo llegar hasta él y liberarlo de su influencia. Tal vez el destino no me emparejó con Colton para que él pudiera salvarme la vida… quizá era yo quien estaba destinada a salvar la suya. Los destinos funcionan de manera misteriosa y las cosas no siempre son tan obvias.
“No puedes controlar e infundir miedo en las personas si ellas no están lo suficientemente cerca como para sentir tu ira”, dijo Radar metiéndose de pronto.
No era difícil ver que cuando se trataba de Juan Santo, Radar no era completamente leal a su alfa. Había un toque de malicia en la manera como hablaba, y un claro sarcasmo en lo que dijo.
El hombre miró a Colton para ver si reaccionaba de alguna manera.
De hecho, toda esta conversación no era nada benévola para Juan, y Colton tampoco estaba respondiendo de la manera que yo esperaba. Afuera, si alguien se hubiera atrevido a ofender a su padre, les hubiera arrancado las tripas y habría dejado los restos esparcidos por la montaña, así que me sorprendió bastante descubrir que les permitía hablar con tanta libertad.
Supongo que los respetaba lo suficiente como para dejarlos ser honestos, y que nada de lo dicho aquí saldría fuera de su círculo de confianza.
Confieso que sentí envidia por un momento, devorada por un anhelo de pertenencia que conocía bien y que me empujaba a sentarme en un taburete junto a la barra, en una esquina. Para escuchar, pero no para tomar parte, ya que no era mi lugar y ellos no eran mi manada. De todas formas, mis opiniones no serían relevantes.
Colton habló mirando al suelo esta vez:
“Cualquiera que sea la razón… él quiere que nos vayamos mañana por la tarde, que conduzcamos hasta los otros pueblos y que hagamos cambiar de opinión a la gente”, advertí de nuevo la misma contracción en el músculo de la mandíbula y el fugaz brillo ambarino en sus ojos.
Era un indicio de que no estaba de acuerdo con lo que estaba diciendo, y de que sus emociones estaban revueltas, ya que sentí que se desvanecían de manera fuerte y repentina. En un instante supe por qué,
“¡¿Realmente sugieres que hagamos uso de la fuerza con las familias y los niños que se nieguen a ser reubicados?!”, dijo Cesar alzándose con violencia.
Había indignación en su voz y estuvo a punto de echar a Meadow de su regazo, a causa de su movimiento brusco. Ella pareció bastante sorprendida, mientras se acomodaba de nuevo con el ceño fruncido.
Colton permaneció en silencio, al igual que el resto de los presentes mientras lo asimilaban. Pude sentir y saborear la confusión y el disgusto, pero ninguno quiso ser el primero en manifestarlo.
Miré a Colton boquiabierta, preguntándome si habría escuchado bien, pero al observar cada uno de los rostros cenicientos de los presentes, comprendí que sabían lo que había querido decir, y me di cuenta de que aquello era exactamente lo que Juan pretendía.
El esperaba que sus manadas secundarias fueran y sacaran a la fuerza a las personas de sus hogares en el fondo del valle al lado sur. La excusa era protegerlos de los ataques, pero el verdadero motivo era atraerlos para tomar el control. No se toleraría una negativa, y me pregunté qué tipo de castigo planeaba imponer a quienes quisieran oponerse.
Juan era un ba$tardo frío y despiadado, y esta no sería la menor de sus bajezas. El hombre siempre tuvo la intención de impulsar su propia agenda y ahora usaría el ataque como un pretexto.
Tenía hambre de poder, ansiaba el reinado de las manadas y había estado esperando su momento durante mucho tiempo.
Esa gente no estaría más segura acampando en el valle que en sus propias aldeas, bajo la supervisión de patrullas y vigilantes. La mejor manera de usar el tiempo y los recursos era instalando sistemas de alarma y capacitando a todos los que pudieran luchar.
Podían dedicarse a trabajar todos juntos para salvaguardar y mejorar la seguridad desde sus propios hogares. ¿Cómo iban a cuidar y atender a los cientos que vivían alrededor de la falda de la montaña, si los arrojaban a todos en medio del valle, de este lado?
Santo contaba con suficiente gente que se dispersara para patrullar con éxito la montaña todas las noches después del anochecer, el único momento en que los vampiros podían salir.
Descansarían durante el día y con hacer sonar una alarma sería suficiente para llevarlos allí rápidamente… el orfanato era una prueba de que podían recorrer millas en la mitad del tiempo que tardaba un ser humano en automóvil, y con una advertencia, se movilizarían para llegar a tiempo.
Con las patrullas ya presentes, la gente tendría muchas más posibilidades de superarlo. No tenía sentido traerlos aquí, excepto por lo que Matteo había dicho, obtener el control.
“Es contraproducente reunirnos en un mismo lugar. Como dijo Matteo, si activan esa máquina y nos acorralan en el valle, estaremos completamente indefensos. Nadie podrá convertirse o luchar, Nos masacrarán sin ningún esfuerzo, y nadie se librará de sus efectos si la única zona que patrullamos es el valle. Estoy seguro de que pueden hacer dispositivos más grandes, o usar varios para atacarnos a todos a la vez”, explica.
Jesús caminaba de un lado a otro, más nervioso cada segundo que pasaba. Su malestar comenzó a extenderse hasta los demás como un virus, mientras murmuraban que tenía razón. Yo miré a Colton esperando que dijera algo.
“Esto no tiene sentido… ¿Acaso creen que no pienso lo mismo y que no intenté razonar con él? Nada de lo que dije le hizo cambiar de opinión. Nunca cede”, Colton se levantó perdiendo la compostura, nervioso y totalmente agotado.
Podía sentir sus emociones intensamente, y su mirada se encontró con la mía cuando me divisó al otro lado de la habitación, sin importarle que Carmen lo observara.
“Vamos, Lorey. Necesito mostrarte tu nueva habitación. Estoy demasiado cansado para esto, y todos tenemos que reunirnos en el comedor al amanecer. Vayan a la cama, desgraciados. Dejen de discutir conmigo porque es inútil, y no soy quién para obligarlos a obedecerlo. Necesitamos dormir”, espeta.
No necesitaba que me lo dijera dos veces. Me levanté de un salto, quizás demasiado emocionada por estar a solas con él de nuevo, y sabía que era porque estaba mentalizada y tenía un plan en marcha.
Uno que, con suerte, incluiría esos brazos fornidos abrazándome y esa boca se%y en la mía una vez más. Lo seguí en cuanto se dirigió a la puerta y me regodeé con la expresión de Carmen.
“Uno de nosotros podría mostrarle su habitación”, soltó Carmen con amargura, y él giró la cabeza para mirarla con indiferencia y no dio un paso más.
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