El destino de la huerfana -
Capítulo 42
Capítulo 42:
No estaba segura de sí debía cuestionarla o no. Si era cercana a Colton, entonces no tenía ni idea de lo que quería decir con lo de divertirse y hacerle sufrir.
Me guío y me llevó con ella, subimos un tramo de escaleras y luego pasamos por un pasillo a la izquierda, antes de llegar a una puerta de madera que tenía una placa de oro pulido grabada con su nombre.
El olor allí era especialmente femenino, y supuse que dividían los pisos por género, aunque el olor de Cesar se percibía alrededor de la puerta por lo que asumí que, al ser una pareja, él también podía quedarse allí.
Estar en pareja era equivalente a un matrimonio, y Una vez que te marcaban, nadie tenía autoridad para impedirte estar junto a tu compañero en todos los sentidos, cada segundo de cada hora.
“Soy la reina del estilismo y el maquillaje y tú, amiga, necesitas un pequeño cambio de imagen al estilo Santo, porque te guste o no, ahora formas parte de nuestra manada y estás a nuestro cuidado. Mientras tú vivas, también lo hará Cole, y es nuestro trabajo mantenerlo así. Eso significa que tienes que encajar y lucir como una de nosotros… no así”, me miró de arriba abajo con desaprobación y una expresión exagerada de asco.
Escaneó la palma de su mano, abrió la puerta y me llevó al interior de su habitación. Encendió las luces y sonrió en cuanto todo estuvo iluminado.
“Por fin han reemplazado el mío, afortunadamente. Que espectáculo has montado en el pasillo y qué lío que se armó, ¡impresionante! Creo que has roto todas las botellas de cristal que tenía”, se alejó de mí para dirigirse hacia una cómoda, y empezó a rebuscar en su contenido, lanzándome sonrisas diabólicas.
Me relajé un poco, mis nervios disminuyeron y la ansiedad se esfumó de mis órganos internos, dejándome llevar por el aura que la rodeaba. Había algo contagioso y seductor en ella que te atraía y te hacía sentir que era de confianza, y me quedé mirando torpemente junto a la puerta.
“Lo siento. Sinceramente, no sé qué pasó ni cómo lo hice, Colton cree que yo…”, empecé a dar excusas, acostumbrada a hacerlo por ser una rechazada.
“Sé lo que piensa. Colton me lo cuenta todo, y me refiero a todo. Sé que cree que tienes el don de la absorción y supongo que su ausencia de esta tarde se debió a que acudió a ti para probar su teoría. ¿Cómo resultó eso? ¿O lo que estoy viendo es el resultado de estar ocupado y distraído?”, la forma en que se reía estaba llena de insinuaciones se%uales, y su mentalidad era muy sucia, convertía cualquier frase en una con doble sentido y no pude evitar sonrojarme.
“No hemos tenido se%o. No hemos hecho nada desde aquella primera vez que me besó. Me instó a convertirme y pensó que era capaz de hacer lo que dice, de manera efectiva”, le dije.
No sabía cuánta información debía darle, ya que no la conocía, pero no pude encontrar nada en mi mente que me dijera que Colton no confiaba en ella. Era su segunda al mando y estaba segura de que tenían un vínculo muy especial.
“No, no lo hará, no si no te va a marcar. Colton puede ser muchas cosas, pero es muy honrado y se apega a su código moral. Puede ser malcriado y un poco egocéntrico, pero tiene principios y es el tipo de persona que dejaría todo para cuidarte si lo necesitaras. No es como su padre, pero se acobarda un poco a su sombra. Todavía es joven, espero que crezca pronto. Que se convierta en el hombre que se oculta tras el niño”, dijo.
Asentí con la cabeza porque sabía que era cierto, incluso yo podía verlo y admitirlo, y me sobresalté cuando se volvió hacia mí y me mostró unos retazos de encaje que no entendí qué eran.
“¿Negro o rojo, chica? La confianza comienza con lencería se%y y nunca me he puesto ninguna de las dos, así que puedes tener una”, comentó Meadow.
Abrí los ojos como platos y mi boca se secó.
“Umm…”, dije y me aclaré la garganta, balanceándome de un pie a otro e intentando dejar de mirar embobada lo que tenía en las manos.
No creía que aquellas prendas tuvieran suficiente tela para cubrir una pequeña parte de mi cuerpo. No podía creer que fuera un conjunto completo de lencería ni que hubiera comprado la talla correcta.
“Déjame adivinar, ¿Eres una chica de ropa interior blanca y sujetador deportivo? ¿Ni siquiera tienes un sujetador push up, o una tanga?”, me di cuenta de que se estaba burlando de mí por su tono de su voz y puso los ojos en blanco, mientras yo negaba con la cabeza con los ojos muy abiertos, y completamente sorprendida de que estuviéramos hablando de mis prendas íntimas.
Acabábamos de conocernos, y aunque pensaba que todos en la manada Santo odiaban a los de mi clase, aquí estaba ella, intentando regalarme su lencería.
“¡Ay, Papi!”, murmuró para sí misma con una pizca de decepción.
“Colton parece más un tipo de encaje negro. El chico tiene sus preferencias ocultas, estoy segura… así que, elegiremos eso. Es un sujetador push up, para que tus senos se levanten un poco”, movió su pecho con una mano como para demostrarlo y lanzó la prenda color negro hacia la cama con dosel.
“De verdad que no necesito…”, tartamudeé, avergonzada hasta la médula, pero ella me hizo callar con un golpe de dedo a mitad de mi negativa, y me callé, demasiado intimidada para seguir discutiendo,
“Bien… ahora necesitamos algo se%y, pero casual. Sin pretensiones, pero que le haga pensar en c%gerte cada vez que te vea”, se dirigió al armario y lo abrió de un tirón. Meadow estaba disfrutando demasiado de este cambio de imagen.
“No quiero hacer que él piense en… c%germe”, aseguré, incapaz de creer realmente que estuviéramos teniendo esa conversación, y todo lo que obtuve como respuesta fue una risa sensual y afectuosa.
“Oh, lo sé, y conociéndolo, no lo hará. Que quieras o no que un hombre se acueste contigo no viene al caso, chica. Tienes la capacidad de hacer que los hombres te deseen. Juega un poco con eso. Haz que Colton se arrepienta del día en que dijo ‘no quiero’ ¿Por qué deberías hacérselo fácil a un hombre cuando es mucho más divertido torturarlo?”, dijo moviendo las caderas.
Dió una sacudida, riéndose de su propio movimiento, y volvió a sacar la ropa del armario y a tirarla en la cama entre nosotras. Mis nervios aumentaron cuando vi pasar volando una serie de prendas diminutas, con escotes y corte bajo.
“No quiero jugar ni hacerle las cosas difíciles. Él tomó una decisión, y yo no soy… quiero decir…”, balbuceé torpemente, realmente acalorada por la vergüenza ante la ropa que me estaba ofreciendo. Me hizo callar de nuevo desde lejos, con un dedo en los labios, y me miró fijamente, apoyando su mano en la cadera y apoyándose en ella.
“Lo entiendo. Eres virgen y crees que lo único que puedes hacer es entregarte a tu pareja predestinada o esperar eternamente a que te marquen. Eres una buena chica que solo trata de encontrar su lugar en el mundo. ¿Por qué te escondes en las sombras y te vuelves invisible? Eres hermosa. Tienes más derecho que Carmen a estar en nuestra manada, y créeme, nada la enfadará más que verte ocupar tu lugar, haciendo que nuestro alfa se enamore aún más de ti”.
“Ella no te agrada, ¿Verdad?”, la miré desconcertada. No parecía tenerle mucha estima, a pesar de que llevaban dos años juntas en el mismo grupo, es decir, desde que Carmen se emparejó con Colton.
“Ella nunca fue mi elección. Nunca nos hicimos amigas. Es una chica estúpida, demasiado celosa para su propio bien y trató de dañar el vínculo que tengo con Colton. Cometió ese error demasiadas veces y ahora, no me entristecería en lo más mínimo verla expulsada. No trae más que drama a nuestra unidad. Tiene que irse”, Meadow se detuvo a mitad de camino y suspiró profundamente, sus ojos se dirigieron a mí y sonrió suavemente.
“Tengo un interés personal en esto, chica…”, dijo y agitó los brazos a nuestro alrededor ante el caos de ropa y volvió a situarse frente a mí, tomando un mechón de mi pelo entre sus dedos.
“¿Y cuál es?”, pregunté con descaro, intuyendo que de alguna manera podía confiar en ella, porque algo me decía que no era mi enemiga.
“Juan le ha dado a Colton la orden de que para el próximo ciclo debe haber marcado a Carmen y acabar con esto. La luna estará llena en menos de dos semanas, y Colton está intentando por todos los medios retrasarlo y convencer a su padre de que no quiere ese vínculo. Quiere estar contigo y no puede seguir negándolo. Lo siento, chica”, confesó Meadow.
Meadow parecía devastada por su confesión, expresando verdadera empatía mientras fruncía el ceño y me miraba con aquellos ojos brillantes.
“¡¿Qué?!”, me quedé completamente boquiabierta, y note la tristeza en su rostro al ver cómo caían sus lágrimas.
Me sentí abrumada, con una agonía aún peor que la que sentí cuando él y yo nos separamos, y yo también comencé a llorar.
“Juan no tiene derecho a forzarlo, pero Colton necesita un empujón. Necesita dejar de obedecer todo lo que su padre le ordena y luchar por su derecho a elegir a su propia pareja. La ley está de su lado en esto. Juan sobrepasa sus límites todo el tiempo, y Colton está tan acostumbrado a seguirle la corriente y a obedecer, que ni siquiera cree que pueda cuestionarlo”, pude sentir su ira subyacente, que también alimentó la mía.
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