El destino de la huerfana -
Capítulo 35
Capítulo 35:
“La impresión no me hizo indiferente a ella… ella fue quien lo hizo. Ella no estaba luchando contra el vínculo o el reclamo de los destinos como yo, solo estaba tratando de herirme y eso, Lorey, es algo que nunca se le hace a un compañero. Por eso ya no puedo sentir nada por ella. Es por eso que no estamos saliendo. Lo descubrí después del bosque, y desde entonces no he podido sentir nada más que desprecio por ella”, confesó.
Sus palabras llenas de dolor y en tono bajo me silencian a mí y a mi ira momentáneamente; no esperaba ese testimonio, ni el saber que una fémina traicionaría a su compañero con su propio hermano de manada.
Esto es todo un lío y no puedo creer que me lo diga ahora. Incluso si ya no tenía sentimientos por ella, el orgullo y el ego de un alfa habrían sido aplastados por haber sido traicionado de esa manera.
Su respeto en la manada se vería mermado, sobre todo si nunca realizó ningún acto de venganza contra su hermano de manada. Según la ley licántropo, debería haberla avergonzado públicamente, castigarlos a ambos. En lugar de eso, seguía intentando arreglar todo.
Con mira desvanecida y con la parte lógica de mi cerebro relajándose para calmar mi impulso de desatar el caos, me desplomo en el suelo completamente agotada.
Tiro de las sábanas rasgadas envueltas en mí en un intento de auto consolarme. Mi cabeza está confundida por lo que acaba de decir, incluso siento una extraña simpatía por él, aun así por dentro lo siguiera odiando.
“Muéstrame… pruébame que tú nunca…”.
No puedo ni mirarlo, la tormenta se ha desvanecido y estoy cansada.
Pero él sabe lo que le estoy pidiendo y camina cautelosamente hacia mí. Lento y seguro, sin dejar de mirarme como si esperara a que fuera a lanzarme contra él en cualquier momento. Puedo percibir su aprensión y eso me da un indicio de que tal vez algo de lo que dijo era cierto.
Una cosa le dio miedo, algo pasó entre nosotros. Está tenso y listo para defenderse si fuera necesario.
Cuando se acerca lo suficiente, extiende su mano y toca mi sien con sus dedos, tan suavemente que apenas es un roce mientras se desliza hasta ponerse de rodillas, trayendo su mente a la mía y proyectando el recuerdo que tengo perdido.
Cierro los ojos y dejo que las imágenes inunden mi mente.
Es tal como él dice. Después de que me desmayara, hubo un momento de pausa en el que él se detuvo. Retiró mi cara de los cojines hacia él y me miró, consciente de que ya no respondía. Su voz estaba llena de preocupación, preguntándome si estaba bien y tratando de despertarme.
Temía sinceramente que me hubiera hecho daño o que había ido demasiado lejos y que tal vez eso me hubiera impedido tomar aire. Me dio la vuelta con cuidado, comprobó mi respiración, se inclinó hacia mí e intentó acariciarme la cara para despertarme, diciendo mi nombre en voz baja.
Es como si me hubiera detenido, y me hubiera quedado vacía. Hubo largos segundos en los que no se escuchó nada de mí. De pronto, Colton me soltó, con el pánico creciendo en su interior, temiendo haberme hecho algo.
Me tomó el pulso, me acarició la cara de nuevo e intentó sacudirme, susurrando mi nombre suavemente. No hizo nada más para herirme, solo me hizo volver en sí.
Fue cuando parecía que ¡ba a moverse para levantarme y sentarme, muy preocupado por la situación, que exploté por completo, transformándome en seguida. Como si hubiera despertado a una bestia dormida.
Mi forma de lobo apareció de la nada, mis ojos se abrieron de golpe, eran rojos como la ira de Lucifer. Luego se desató el infierno. Justo como él dijo que lo haría. Quería su sangre.
Fui implacable, y no me reconozco en el recuerdo. Me estremezco cuando las imágenes me muestran hiriéndolo de maneras que un lobo promedio nunca habría sanado.
Estuve tras él, revolcándome mientras él intentaba luchar contra mí, sin tratar de herirme en realidad. Lo mordí, lo arañé, lo desgarré salvajemente una y otra vez. No cedí, y él tenía razón. Su poder no era rival para mí.
Tenía que curarse tan rápido como yo lo hería, solo para seguir respirando. Y yo, yo era un tornado de odio que no estaba dispuesto a parar. Le asesté un golpe atronador, provocando un aullido tan agudo que dolió incluso en el recuerdo, haciendo que mis oídos se estremecieran ante el sonido.
Mis garras estaban clavadas en su pecho, a un centímetro de su corazón, que supongo que es donde estaba apuntando antes de que mi lobo se rindiera. Incapaz de mantener la forma cuando aún es tan nueva para mí y requiere de tanta resistencia.
De pronto, me desplomé en el suelo, toda mi habilidad se había desvanecido mientras me transformaba de nuevo en chica, desmayándome en un descuido.
Colton se arrastró debajo de mí, deslizando su cuerpo desgarrado, arrancando mis garras de su pecho, desangrándose y g!miendo mientras luchaba contra la pared para salvarse. Fue en ese momento que me desperté y lo encontré, ya de vuelta como un hombre, recuperándose. Ahí es donde mi memoria se une a la escena que hallé.
No tengo palabras. Cuando me suelta y se sienta de nuevo en cuclillas, puedo sentir el alivio que me invade al saber que no puedo negar lo que vi. No podemos distorsionar los recuerdos ni alterarlos; él no me había mentido en absoluto.
Vi por mí misma que lo que dijo era cierto, no puedo negarlo de ninguna manera. Me siento en silencio, aturdida, y trato de asimilar todo. Tan híper consciente de su presencia. Sensible, pero emocionalmente desorientada, e insegura de cómo sentirme.
“Imagina lo que podrías hacer cuando sepas sacarle partido y estés entrenada para luchar”, dijo casi en un susurro.
Su mano se acerca para tocar mi mejilla suavemente y me alejo de él. Sigo en estado de alerta y desconfianza, pero también sumida en la vergüenza por lo que me he visto hacer. No reconocí que aquel lobo tuviera ninguna relación conmigo.
Era feroz e implacable, e increíblemente salvaje. Es por eso que nunca nos permiten convertirnos si no podemos controlarnos.
“Podría haberte matado. Intenté hacerlo”, dije con vergüenza, mi voz es temblorosa y rasposa, impregnada de un sentimiento de culpa.
No puedo mirarlo, pero él se inclina y desliza su mano bajo mi cara con suavidad, me levanta el mentón y me mira a los ojos, con una sonrisa en ese hermoso rostro que no muestra enojo por lo que hice.
“El destino no me daría una pareja que no pueda manejar. Además, si yo muriera, tú también lo habrías hecho, y podríamos haber estado juntos en el más allá sin todo este drama”, dijo y esa sonrisa descarada aparece en su rostro, mezclada con el alivio de que por fin me estoy calmando, y con un poco de arrogancia por haberme conquistado.
No puedo evitar esbozar la pequeña sonrisa que se dibuja en mis propios labios, un poco molesta porque parece que siempre es capaz de sacarme de quicio. No tengo palabras, y cuando quiero decir algo más, su expresión cambia y ese tono serio entra en acción, cortando nuestra conversación precipitadamente.
“Todos los lobos han sido convocados al gran salón de inmediato”, dice.
Suelta su mano de mi mandíbula y se pone de pie de un salto, desnudo por completo. Desvío la mirada, repentinamente consciente de este hecho y poniéndome tímida al instante. Tiene el típico paquete alfa y es difícil evitar no mirarlo. Por lo general, los hombres tienen algo de lo que estar orgullosos, y Colton no es una excepción.
Mi cara se enrojece, el calor sube por mis mejillas, y me acurruco, todavía recuperándome de esta tormenta de mi%rda por la que acabamos de pasar. Me sonrojo hasta la médula porque me he dado cuenta de que está bien dotado.
Espero que se vaya, con la esperanza de recomponerme e intento no mirarle el trasero, pero él se detiene al ver que no hago ningún esfuerzo por seguirle.
“Eso significa que tú también debes ir… Lorey, mi objetivo es que te inicies en esta manada. No importa lo que cueste. Mi padre no puede seguir negándose si te aceptan. Tenemos que tener un plan para estar juntos. No quiero seguir pasando por el vacío de las últimas semanas y negar esto entre nosotros. Lo que dije en el bosque… me equivoqué”, confesó.
Se encoge de hombros como si estuviera recitando algún insulso discurso, y no alterando literalmente todo lo que creía que estaba pasando en estos últimos días.
Mis ojos se dirigen a él, estoy sorprendida, pero no tanto. En el fondo, supongo que sabía que este era su motivo y sus sentimientos sobre cómo deberíamos acabar. Pero ya no estoy tan segura.
Las palabras que dije con rabia siguen siendo ciertas, y mi corazón me dice que un vínculo debería ser más fuerte que el mandato de su padre. Aún estoy decepcionada, porque siento que se dio por vencido muy rápido.
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