Capítulo 122:

Esto era algo importante entre nosotros, y aunque deberíamos celebrar la ocasión quedándonos despiertos y hablando de lo que significaba… de lo trascendental que era para los dos, realmente quería vivir la experiencia de dormir en sus brazos y despertarme a su lado por la mañana, empezar una vida de verdad como compañeros.

“Estoy seguro de que me perdonará, teniendo en cuenta que no solo marqué a mi compañera, sino que le devolví los poderes que le fueron arrebatados. Me merezco un descanso, en mi cama, y con mi nueva Luna entre mis brazos”, volvió a bostezar, con la voz enronquecida, y luego volvió a enterrar su cara en mi cabello exhalando profundamente.

“¡Mis poderes!”, grité, y me incorporé, olvidando que estaba demasiado cansada para moverme, extendiendo las manos y mirándolas fijamente como si de repente tuvieran un aspecto completamente distinto, y yo lo tuviera ahora de algún modo.

Es decir, no sentía nada que pudiera estar relacionado específicamente con mis poderes, pero, de nuevo, ¿Cómo se sentiría eso?

Parpadeé, dando vueltas en la oscuridad, hasta que descubrí que Colton me miraba con extrañeza. Me miraba a la cara con esa pizca de divertida adoración que a veces percibía en él. Se veía feliz, y eso me hizo sentir eufórica y empalagosa porque yo sabía lo que le provocaba.

“¿Qué es lo que esperas ver?”, se rio de mí, se sentó y se apoyó en la cabecera para observarme, resignándose a que no lo dejara dormir, y entonces me encogí de hombros.

“No sé, tal vez un brillo, o algo así…”, moví la mano a propósito hacia el armario que había al otro lado de la habitación, con indiferencia, sin saber muy bien lo que estaba haciendo, y grité de sorpresa cuando el contenido de la parte superior se deslizó por el suelo con un estrepitoso ruido que casi me provocó un infarto.

Me quedé boquiabierta, miré el desastre y luego mis manos antes de voltear a verlo, como un niño que había encontrado un dólar en la calle.

“¿Cómo eso?”, Colton parecía impresionado, y no se enfadó lo más mínimo cuando tiré varias botellas y cosas al suelo, formando un enorme desorden.

Me quedé boquiabierta, y suavemente hice el mismo movimiento con los restos ya rotos. Me dispuse a hacerlo de nuevo y me entusiasmé cuando se esparcieron por el suelo. Más o menos unos treinta centímetros, como si un cepillo invisible los hubiera barrido.

Era casi como respirar. Podía extender a voluntad mi toque y mover las cosas de formas que antes ni soñaba, y eso me emocionaba a otro nivel. Mis entrañas burbujeaban como un pequeño mini volcán y empecé a sacudirme en la cama, incapaz de ocultar mi regocijo. Esa energía vaporosa,

O lo que fuera, era clara ahora, y no podía verla como en el bosque, porque ya no estaba luchando contra un hechizo que intentaba atarla.

“¡Te toca!”, me abalancé sobre él, tomando su mano con emoción y lo jalé un poco, muriéndome por ver lo que fuera que había desatado.

Quizá tuviera él tuviera el mismo resplandor azul que Sierra, lo que sería genial y quizá me excitara un poco, pero él me negó con la cabeza. Mis juveniles intentos por levantarlo no tuvieron éxito.

“Ni siquiera sé qué es lo que debo tener, así que quizá eso pueda esperar a que mi madre se despierte. Cariño, es tarde, ¿Podemos dormir, por favor, antes de que me desmaye y me despierte en un tornado porque te dejas llevar por la idea de poder mover cosas con la mente?”, Colton me atrajo hacia él, a pesar de mi protesta, y caí sobre su pecho, acurrucada en el pliegue de su brazo.

Me tranquilicé cuando su cálido tacto me recordó lo bueno que era que me abrazara, y exhalé ruidosamente. Resoplé porque acababa de descubrir que tenía un juguete nuevo y ‘Papá’ Colton me estaba diciendo que lo guardara y me fuera a la cama.

“Aún nos quedan muchas cosas por resolver y hacer. Tenemos todo el tiempo del mundo y un mínimo de dos días antes de que mi madre se despierte. Podemos concentrarnos en nosotros, y en esto por ahora, y dormir… Dios, lo necesito”, dice Colton.

“Por si no te lo he mencionado, apenas he dormido desde que te fuiste, y cuando lo hacía, soñaba contigo y me despertaba sintiéndome como una mi%rda. Una buena noche contigo en mi cama, podría ser la diferencia entre un buen día mañana y que te estrangule hasta la muerte por mantenerme despierto hasta altas horas de la noche”, se burló.

Me sujetó por la garganta y apretó suavemente, mientras me sonreía, y en respuesta fruncí el ceño ante su falsa amenaza, sus ojos estaban medio abiertos y se veía exhausto.

“Qué bonito, Colton, tan romántico y cariñoso. ¿Esto es lo que me pasa por marcarte?”, señalé con descaro y recibí una lluvia de besos en los ojos y la frente por el esfuerzo.

Me arrastró con él hasta meterme entre las sábanas, nos acostó y me devolvió a mi posición anterior, acurrucada entre sus brazos, con mi nariz contra la suya, pero esta vez me apretó con fuerza para que no pudiera ir a ninguna parte.

“Luna mía, tú eres mía… tenemos tantas cosas que superar y con las que lidiar. Vamos a consultarlo con la almohada y a ver qué nos depara el mañana. Ya no eres solo Alora Dennison de la olvidada manada Whyte. Eres la Luna Alora Santo, mi compañera, mi corazón y mi alma, y tenemos a toda una manada confiando en nosotras para afrontar lo que se nos venga encima”, exclama Colton.

“Tenemos tantas preguntas que necesitaran respuesta en los próximos días, y sin mencionar, que debemos presentarte a tu manada. Ahora eres una de nosotros”, esa voz de sensatez y razón nos recordaba que nuestra pequeña burbuja solo existía en esta habitación.

Había un mundo más grande, y problemas ahí fuera, a los que aún teníamos que enfrentarnos.

“Tienes razón. Es fácil olvidar las amenazas cuando uno se siente tan seguro aquí contigo. Tu madre… los ataques, el futuro. Todo sigue tan poco claro, excepto esto. Nunca más nos separarán. Te quiero”, espeta.

Deje de resistirme y lo rodee con mis brazos lo mejor que pude, mientras me acostaba de lado, acurrucándome contra él, piel con piel, y cerraba los ojos para absorber lo bien que se sentía. Sin incomodidades, sin residuos extraños de vergüenza por tener se%o por primera vez.

Solo esa conexión y esa sensación de hogar que él me daba, y que me hacía sentir que todo iba a ir bien mientras él estuviera a mi lado. Podríamos enfrentarnos a lo que viniera, con él, con la manada y con los dones que acabábamos de liberar.

“Te quiero mucho más. Estás en casa y pienso tenerte a mi lado para siempre”, Colton me besó en la frente antes de acurrucarse junto a mí, y la pesada exhalación me indicó que había terminado de hablar y que quería dormir con su compañera en brazos.

Por primera vez, desde el primer día, de nuestras futuras vidas, verdaderamente juntos. Mientras seguía a Colton en la oscuridad, las ramas y las zarzas bajas rozaban mi rostro, arañándome el pelaje en nuestra carrera por el bosque.

Me agaché para evitar los palos colgantes que me jalaban con fuerza, con el corazón acelerado y la sangre corriendo locamente por mis venas.

Apenas podía seguir el ágil ritmo de mi compañero delante de mí, por eso me enfoqué con todos mis sentidos en la sombra negra y rauda que se movía elegantemente, mostrándome el camino.

El ruido del follaje zumbaba en mis oídos a gran velocidad, pero en ningún momento reduje la marcha.

‘¡Colton, espera!’, exclamé a través del vínculo, deslizando un toque de alarma en mi tono.

Mientras algo en mi interior hacía sonar campanas de advertencia, la forma sigilosa de mi loba saltó a través del bosque y desapareció en la espesa maleza, a pocos metros de mí. El follaje estuvo a punto de engullirme por completo, así que perdí la vista por un segundo y mi ritmo cardíaco se aceleró aún más.

Un dejo de pánico me golpeó con fuerza en el estómago, al tiempo que un sentimiento de amenaza inminente creció en mi interior, a medida que avanzábamos ignoraba qué podía ser, pero últimamente había aprendido a escuchar mi instinto.

Pude oír a los demás miembros de nuestra manada, dispersos y moviéndose entre la maleza a la par con nosotros. Aquello no me reconfortó demasiado, sino que aumentó mi ansiedad por su seguridad, por lo que salté de nuevo en pos de Colton, sin esperar respuesta.

‘No te dejaré atrás, cariño. Solo sígueme y mantente cerca’, me llegó su voz calmante a través del enlace mental, con su habitual timbre ronco, cálido y tranquilizador. Pero aquella sensación interna de inquietud se volvió más fuerte.

Normalmente, sus palabras me traían serenidad, pero no en este momento. Él no parecía tan consciente como yo de ese sentimiento, y el tono confiado me indicaba a las claras que no tenía intención de ceder en esta cacería. Los vampiros estaban huyendo y nosotros les pisábamos los talones después de perseguirlos hasta la periferia.

‘¡No, espera, algo anda mal! Debemos retroceder. ¡Detente!’ insistí a través del enlace.

Esta vez, me empeñé en ponerle a mis palabras un matiz de precaución más intenso y casi choqué con él desde atrás, mientras trataba de alcanzarlo al librar de un salto un matorral elevado.

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