El CEO calculador y su inocente esposa -
Capítulo 215
Capítulo 215:
«Entonces, ¿Cómo me presentarás?». Alan quería oír que su hija le llamara papá inmediatamente, lo que, para él sería la palabra más hermosa del mundo.
Oliva se rió: «¿No vas a presentarte? Le he dicho que le voy a dar un regalo, y tú eres el regalo, en cuanto a cuándo te llamará papá, dependerá de tu encanto. Se me olvidó decirte que a ella le encantan las cosas hermosas. Puede que tu apariencia la impresione».
Alan se acordó de cuando vio a su hija por primera vez; la niña le dijo con una voz simpática: ‘Tío, eres muy guapo’. Alan no pudo evitar sentirse confiado: «Por supuesto, soy invencible».
Oliva junto sus labios en señal de desaprobación: «Quizás, pero Annie no es una niña que haga las cosas de forma ‘normal’».
Como era de esperar, Alan se vio en desventaja en cuanto conoció a Annie, la niña era difícil de tratar. Alan nunca pensó en pelearse con su hija durante un tiempo considerable.
En la puerta de Jardín de Infantes había muchos padres que venían a recoger a sus hijos.
Oliva no podía permitirse el mejor jardín de infantes de Ciudad Luo. Aun así, no quería que su hija fuera a un lugar que ni siquiera cumpliera con las normas de higiene.
Esta escuela bilingüe estaba cerca de una escuela primaria, y está al lado de su casa. Cuando Olivia compró la casa, tuvo en cuenta todas estas cuestiones.
Cuando llegaron, la niña estaba sentada junto al tobogán, sujetándose los cachetes con sus pequeñas manos. Sus grandes ojos oscuros giraban de un lado a otro, observando con alegría a los niños que iban encontrando a sus padres o abuelos.
Sabía que su madre vendría del trabajo, pero se estaba tardando un poco. Puede que su madre no viniera tan rápido, pero no importaba, mientras pudiera estar con Oliva, estaría dispuesta a esperar a su mamá sin importar el tiempo que tardara.
Así que, cuando Oliva apareció de repente, su pequeño rostro se iluminó inmediatamente y gritó: «Mamá, aquí».
Oliva sintió que una gran mariposa volaba hacia ella, y estrechó su pequeño cuerpo firmemente en sus brazos, cuando se puso a su altura, Annie le dio un beso en el cachete. «¿Extrañaste a mamá?».
«Sí, te extrañe mucho, aunque estuviera durmiendo al mediodía, te sigo extrañando». La pequeña contestó de modo muy serio.
«Mamá también te extrañó, cariño». Oliva abrazó a la pequeña y la besó con fuerza en el rostro.
Annie soltó una risita, y la interacción entre la madre e hija puso celoso a Alan. Le dio un codazo a Oliva para recordarle su existencia, pero la niña se dio cuenta de esta pequeña acción.
Annie levantó la vista; entonces, preguntó: «Tío, me parece que te he visto». La memoria de la niña era excelente.
Aunque la niña no conocía a Alan, seguía teniendo una impresión de él. ¿Era ésta la legendaria unión padre-hija? Este pensamiento hizo que Alan se regocijara, pero la palabra ‘tío’ le hizo deprimirse.
Alan se arrodillo frente a su hija: «Hola, me llamo Alan Hoyle, ¿Puedo ser tu amigo?». Quiso decir: Yo soy tu padre, ¿Puedes llamarme papá? Pero tenía miedo de ser demasiado brusco, y que la niña no pudiera digerir el mensaje, él quería atraerla para ganarse su cariño.
Annie se quedó pensando un rato. Luego, su manita se movió y susurró: «Dicen que cuando alguien empieza a mostrar amabilidad sin razón ni motivo, debe haber realizado algo malo u obsceno».
Alan casi se cayó en el sitio y dio un vistazo a Oliva dudoso. Sus ojos parecían decir: ¿No es demasiado pronto para que le enseñes estas cosas a nuestra hija? Oliva se encogió de hombros inocentemente.
No quería que el Joven corazón de su hija tocara la oscuridad del mundo antes de tiempo. Sin embargo, la amenaza de Ofelia Meyer la obligaba a enseñar a su hija a no hablar con extraños y a no comer caramelos que le dieran, era por si acaso.
Annie ignoró los agudos y suaves ojos de Alan; se abrazó a las piernas de Oliva: «Mami, ¿Qué regalo querías darme?». A la niña no se le escapaba nada de la memoria, y su cabecita recordaba con claridad lo que Oliva le había dicho por teléfono hace una semana.
Oliva frunció los labios y sonrió: «Bueno, es él, ¿Es lo suficientemente grande?».
Annie miró a Alan, tirando de la esquina de la ropa de Alan, se giró y le preguntó a Oliva: «Mami, ¿Piensas regalarme una persona viva?».
Alan apretó su pequeño cachete y la abrazó: «Te lo he dado todo yo, ¿No te gusta?».
«¿Por qué ibas a gustarme?».
Annie movió los labios con desdén y abrió los brazos a Oliva: «Mami, dame un abrazo».
La niña no quería el abrazo de Alan; parecía resistirse a su cercanía, lo que deprimió mucho a Alan. El temperamento de la niña cambió demasiado rápido. En ese momento, ella se debatía en sus brazos y trataba de resistirse a su cercanía.
Oliva vio que se esforzaba tanto que tuvo que abrazar a su hija. Era muy raro que su hija actuara así, normalmente todo el mundo podía abrazarla, no le tenía miedo a los extraños, era adorable y a menudo hacía sonreír a los adultos. Era la primera vez que se resistía a alguien.
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