El bebe del millonario
Capítulo 72 (FIN)

Capítulo 72: (FIN)

“No hay nada de qué preocuparse. Su corazón suena tan fuerte como la primera vez y su tamaño es el adecuado para su edad gestacional”.

A Piero le tranquilizó escuchar eso.

“Tomaré una copia para que puedan llevársela con ustedes”.

“Muchas gracias”.

“Eso es todo”, dijo el médico después de un tiempo.

“Puedes vestirte”.

Piero ayudó a Nerea a levantarse y la acompañó hasta el biombo para que se cambiara. Luego fueron a sentarse frente al doctor.

“Tus exámenes de sangre están muy bien”, explicó él mirando el historial de Nerea.

“Recuerda continuar con las vitaminas que te receté, alimentarte saludablemente y hacer algo de actividad durante el día, nada extenuante”.

Nerea soltó un suspiró en cuanto el médico terminó de hablar.

“No es como si lo tuviera permitido, tengo suerte de que aún me dejen caminar por mi cuenta. Entre mi esposo y toda mi familia no hay mucho que hacer. Si no fuera porque aún tengo ´permitido´ ir al trabajo, ya me habría vuelto loca”.

El médico sonrió divertido.

“¿Debería continuar trabajando?”, aprovechó para preguntar Piero y no le pasó desapercibido que Nerea rodó los ojos al escucharlo.

“Dígale que nada malo me va pasar por sentarme detrás de una computadora”.

“Ella tiene razón”, dijo el doctor.

Asintió aun con cierta preocupación. Había pensado que ya tenía controlado eso de ser padre, pero no había contado con el embarazo. En su defensa, no quería que nada le llegara a suceder a Nerea o a su hijo.

Después de despedirse el médico, salieron de la consulta. Piero había guardado la imagen más reciente de su hijo una vez que se lo envió a sus padres, a los de Nerea y a sus hermanos.

“Tengo hambre”, se quejó Nerea apenas entraron al auto.

“Encontraré un lugar cercano para que puedas comer algo”.

“No tardes demasiado, en serio me muero de hambre”, Nerea soltó un g$mido lastimero.

“Quiero un sándwich de carne, un batido de chocolate y un pastel de vainilla”.

Eso no sonaba para nada saludable, pero no iba a negarle un poco de comida chatarra a su esposa embarazada, no es como si fuera a negarle sus antojos. Prefería seguir respirando. Además, la mayoría del tiempo se aseguraba que comiera tan balanceado como era posible.

“Odias la vainilla”, se limitó a comentar.

“Tu hijo no”.

“Buen punto”, colocó una mano en su vientre.

“Papá te dará de comer, solo aguanta un poco”.

Aseguró el cinturón de seguridad de Nerea y luego el suyo.

Tuvo suerte de encontrar un restaurante a unas cuantas cuadras de distancia y rezó para que tuvieran todo lo que su esposa deseaba. Bueno, si tenía que sobornar a alguien, no iba a dudar en hacerlo.

Un hombre se acercó a tomar su orden y Nerea revisó el menú con prisa. Ella sonrió satisfecha mientras ordenaba todo lo que quería. Cambió el batido de chocolate por uno de fresa y luego volvió al de chocolate. Piero se limitó a pedir lo primero que vio en el menú y el batido de fresa, solo por si acaso su esposa volvía a cambiar de opinión.

Mientras esperaban que les trajeran su comida, mantuvo a Nerea distraída con los planes para arreglar la habitación del bebé. Y cuando menos lo esperaba, el mismo hombre de antes había regresado con su orden.

Nerea se abalanzó a la comida y a devoró como si no hubiera probado nada en días. El apetito de su esposa había aumentado bastante, en especial durante las últimas semanas. Su esposa había superado por fin las náuseas matutinas y él estaba feliz de que eso se hubiera acabado. Cada vez que ella había corrido al baño, él se había sentido tan frustrado por no poder hacer nada que realmente la ayudara a sentirse mejor.

Piero mantuvo no estaba comiendo por dos, así que su comida podía esperar. Tomó una servilleta y la sostuvo en su mano en todo momento, así podía limpiarle las comisuras de los labios cada vez que ella se manchaba, lo que hacía entre bocado y bocado.

Después de casi media hora, Nerea se reclinó contra el respaldar de su asiento y soltó un suspiro de satisfacción. Tuvo razón al pedir el batido de fresa porque ella terminó tomando la mitad de ese justo después de beber la mitad del de chocolate.

“¿Te sientes mejor?”

“Creo que comí demasiado”, respondió ella acariciándose el vientre.

Piero soltó una carcajada.

El matrimonio estaba resultando ser más excitante de lo que jamás habría imaginado.

Piero se despertó en automático al escuchar los quejidos de su hijo. Encendió la lámpara de su lado de la cama y se giró para ver a Nerea.

Ella dormía y se iba asegurar de que eso no cambiara al menos por algunos minutos más. La pobre apenas había podido conseguir algunas horas de sueño en el último par de semanas.

Se sentó al borde de la cama y se frotó los ojos.

Después se acercó a la Cuna de su hijo tratando de hacer el menor ruido posible. El pequeño Alessandro De Luca tenía los ojos abiertos y se removía molesto. A diferencia de su hermana mayor, él no tendía a gritar con frecuencia, pero sí que sabía cómo comunicar su molestia. Fruncía el ceño de aquella manera adorable y gruñía.

“Ya te escuché, pequeño bribón”, susurró mientras lo levantaba.

“¿Qué te parece si te atiendo y tú haces un poco de silencio para que mamá pueda descansar un poco más? ¿Tenemos un trato?”

Su hijo había dejado de gruñir en cuanto estuvo en sus brazos, así que lo tomó como un acuerdo entre los dos.

Acomodó a Alessandro sobre el cambiador y le cambió el pañal. Estaba bastante húmedo y esa era probable la causa de gran parte de su molestia. Sin embargo, un pañal seco no sería suficiente para que él se volviera a dormir.

“Bueno, hora de ir con mamá”, musitó y se acercó a la cama donde su esposa aun descansaba.

Colocó una mano en su hombro y la sacudió con suavidad.

“Cariño”, llamó.

Nerea despertó después de unos segundos y lo miró con los ojos brillosos por el sueño. Una sonrisa apareció en su rostro al verlo.

“Ya estaba despierta”, dijo ella seguido de un bostezo.

“Por supuesto, princesa”.

Se acercó para darle un beso en la frente, pero ni siquiera llegó a hacerlo porque su hijo reclamó la atención de su madre. Sacudió la cabeza. Aquel bribón era un De Luca sin lugar a dudas, siempre tan exigente. Se había adueñado de su esposa y se creía con todo el derecho sobre ella. Esperaba que en el futuro él entendiera que Nerea no era solo suya.

Su esposa acomodó sus almohadas y luego se descubrió el pecho. Alessandro se aferró al seno de su madre tan pronto lo acercó a ella.

“Siempre está con hambre”, comentó Nerea divertida.

“Seguro que sí”.

Pasó una mano por la cabeza de su hijo.

“Iré a ver cómo está Alba”, anunció poniéndose de pie.

Nerea asintió con una sonrisa.

Piero se levantó y salió rumbo a la habitación de su pequeña. La encontró dormida y por completo descubierta. Ella tenía la costumbre de patear su cobija mientras dormía. La cubrió y alejó los cabellos de su rostro.

“Shh, duerme, cariño”, susurró cuando ella se removió y le dio un beso en su cabeza.

No podía creer que hubiera pasado tanto tiempo desde que había aparecido en la puerta de casa de sus padres para cambiarlo todo en su vida.

“¿Cómo está ella?”, preguntó Nerea cuando volvió a su lado.

Incluso después del nacimiento de Alessandro, el amor y preocupación de Nerea por Alba no había, disminuido ni un poco. Ella los quería a ambos con la misma intensidad y lo demostraba con sus acciones y palabras. No es que eso le hubiera preocupado. Conocía la clase de persona que era su esposa y el enorme corazón que poseía. Y para ella Alba siempre sería su hija.

“Recuperando fuerzas para las nuevas locuras que hará mañana”.

“Es un pequeño torbellino”.

Los dos compartieron una sonrisa y se quedaron en silencio.

En cuanto Nerea terminó de alimentar a Alessandro, Piero se encargó de sacarle los gases.

Esta vez no tardó tanto como otras noches y lo acomodó de regreso en su cuna. Tendrían al menos un par de horas de sueño antes de que él volviera a despertar.

Se recostó en la cama detrás de su esposa y la envolvió con un brazo en la cintura.

“Gracias”, susurró cerca de su oído.

“¿Por qué?”

Por su voz supo que ella ya se estaba quedando dormida.

“Por darme mucho más de lo que alguna vez me habría atrevido a soñar”.

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FIN

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