El bebe de mi jefe -
Capitulo 79
Capitulo 79:
“¿Puedo? «, preguntó alzando una ceja.
Entendí la pregunta y mi respuesta solo fue un asentimiento de cabeza.
Athom me alzó desde el suelo y yo enrolle mis piernas en su cintura, dejando nuestras partes íntimas más cerca, y volviéndome loca al sentir como su bulto crecía cada vez más, a causa de mí.
“Te deseo mucho, mi amor», musité suavemente.
Nuestras miradas se conectaron y entonces noté cómo sus pupilas se dilataban frente a mis ojos.
“Y yo a ti, Ruby», respondió con una sonrisa torcida.
Sin más que decir, caminó conmigo a cuestas hasta mi habitación, en donde me dejó caer suavemente sobre mi cama, para después gatear hasta mí y volver a besarme de manera apasionada, como si no existiera un mañana.
En un rápido movimiento lo empujé y logré montarme sobre él.
Desde aquella perspectiva se veía jodidamente atractivo, y no podía creer que aquel hombre estaba enamorado de mi, como yo lo estaba de él.
Athom me tomó por las caderas, invitándome a moverlas sobre su pelvis, y provocando así una fricción deliciosa en mi centro, que me hizo desearlo aún más.
Sus manos alzaron mi corto vestido hasta la cintura, con gran agilidad, dejando al descubierto la pequeña braga de encaje rojo que traía puesta y mi brassier a juego.
Sus ojos devoraron mi cuerpo con deseo y lentamente levanté mis brazos, ayudándole para terminar de sacar mi vestido.
Quedé expuesta ante él, solo con mi ropa interior a la vista.
“Eres perfecta para mí, Ruby Smith”
Susurró sin dejar de recorrer mi cuerpo con sus hambrientos ojos, logrando erizar mi piel con sus palabras.
Me sentía completamente embobada por aquel hombre, y ya no podía seguir esperando para concretar nuestro amor.
Entonces, Athom ladeó su rostro y se acercó lentamente hasta mis pechos, para ayudarme a quitar el brassier y luego depositar besos al azar sobre mis ansiosos senos, provocando que un peligroso cosquilleo se instale poco a poco en mi zona baja, y permitiendo sentir como mi centro se humedecía cada vez más.
Gemí en voz alta cuando él comenzó a lamer y chupar mis pezones.
Disfruté de sus atenciones y por inercia comencé a frotarme con mayor fuerza sobre su erección, sintiéndome desesperada por sentirlo de una vez dentro de mí.
En un ágil movimiento, él me tomó de la cintura y me dejó bajo su cuerpo.
Lo observé como idiota mientras se quitaba el traje elegante que traía puesto y mis ojos se abrieron de par en par al notar que bajo toda aquella ropa se escondía un cuerpo de infarto.
Dios mío, aquel hombre era delicioso y yo nunca había querido verlo con otros ojos, pero ahora que podía disfrutar de aquella vista, iba a aprovecharlo.
Me quedé quieta, mientras él dejaba a la vista su erección.
Estaba muy mojada, y me sentía una pecadora al desear al hombre frente a mí con tantas ganas, pero todos mis pensamientos se esfumaron cuando él se subió a la cama y retiró mis bragas empapadas, las dejó a un lado, mientras yo me deleitaba con la vista de aquel fornido cuerpo que me provocaba un enorme deseo sexual.
“Te quiero, Ruby”, murmuró con dulzura, para después entrar en mí de golpe, haciéndome gritar.
Mordí mi labio inferior al sentirlo dentro de mí, pues se sentía maravilloso.
“Te quiero, Athom”, respondí una vez me recuperé del primer contacto, y luego él comenzó a penetrarme con profundidad, haciéndome g$mir como loca.
Entró una y otra vez en mi interior, logrando tenerme a su merced sin mucho esfuerzo, mientras yo alzaba mis caderas para lograr chocar contra él en cada movimiento.
Mordí mi labio inferior y me moví más rápido, sintiendo como el orgasmo comenzaba a formarse en mi húmedo centro.
Athom g!mió sobre mi oído y luego me besó, devorando mi boca con pasión.
Sus curiosas manos recorrieron mis senos y su lengua los acarició con expertos, haciéndome sentir cada vez más caliente, más dispuesta, más entregada al placer, Jalé su cabello con fuerza, haciéndolo g$mir contra mi pezón, cuestión que me hizo girar los ojos en acto reflejo y morder mi labio inferior.
“Más…”
Pedí en un susurro y él obedeció al continuar con sus atenciones sobre mis pechos y también aumentando la velocidad de sus estocadas.
Por momentos sentí tocar el cielo con mis manos mientras Athom continuaba penetrándome con afán, hasta que de pronto, mi tan anhelado orgasmo había llegado, haciéndome liberar un fuerte g$mido.
Apreté mis piernas, atrapando por la cintura a Athom y sintiendo como su liberación también llegaba, con un potente espasmo que lo hizo temblar y llenarme por completo.
Intenté recuperarme de aquel orgasmo tan grande mientras Athom escondía su rostro en la curvatura de mi cuello.
“¿Estás bien, mi amor?”, preguntó.
Sonreí como idiota mientras acariciaba su desordenado cabello.
“Claro que sí… estoy mejor que nunca”, respondí con sinceridad, pues nunca antes me había sentido así al tener relaciones sexuales con alguien, era como si por primera vez hubiera disfrutado al máximo la experiencia.
“Te quiero”, dijo una vez más.
Se acercó a mi rostro y besó mis labios con ternura.
“También yo”, musité con dulzura.
Luego de mantenernos varios segundos así, con cuidado, nos pusimos de pie, y luego de asearnos y vestirnos, lo llevé hasta el comedor, pues en efecto, como se lo había prometido, le había preparado la cena.
“Wow…”
Susurró al mirar lo que había cocinado para él.
“Esto se ve delicioso”, dijo con una enorme sonrisa al ver el pollo relleno sobre la mesa.
Me había dado la tarea de poner mi mejor mantel, y decorar con flores frescas la mesa, pues quería que todo fuese especial.
“Dame un segundo, lo meteré al horno”
Le guiñe un ojo y luego desaparecí con la cena para calentarla, pues de seguro ya se había enfriado.
Volví a la mesa y Athom me hizo una seña para que me acerque a él.
Obedecí y me senté sobre su regazo mientras rodeaba su cuello con mis brazos y él descansaba sus manos sobre mi cintura.
“Te tengo una invitación, bonita”, susurró.
Me acerqué a sus labios sin poder resistirme a la tentación y le di un suave beso, lo que nos hizo reír a ambos.
“¿Cuál sería?”, pregunté después, con una sonrisa de idiota plantada en los labios, pues bien sabía que aceptaría cualquier cosa que ese hombre me propusiera.
“En unos días debo viajar a Rusia, a una conferencia que dará uno de los nuevos inversionistas”, explicó.
Me gustaría ir contigo, y así poder tener
una pequeña escapada romántica.
Abri los ojos de par en par y de pronto me sentí la mujer más afortunada, pues él me estaba considerando para hacer un viaje importante, lo que solo me indicaba que esto que teníamos era tan importante para él como lo era para mí.
“¿Es una broma?”
Cuestioné divertida y él negó con la cabeza.
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