El bebe de mi jefe
Capitulo 1

Capitulo 1:

Varios meses atrás…

“¿Por qué sigue soltero, Señor Patel?”

Aquella mujer rubia y hermosa frente a mi alzó una ceja con picardía, y su mirada intensa me hacía pensar que, en el fondo, ella deseaba que yo la empotrara contra mi escritorio y la hiciera mía sin piedad.

Noté cómo pasó su coqueta lengua sobre sus labios de una manera muy sensual mientras hacía aquella pregunta, pero aquel gesto no logró hacerme sentir nada, pues se suponía que esto era una maldita entrevista profesional, no un circo mediático.

Diablos, de haber sabido que esta maldita entrevista se prestaría para hablar sobre mi vida amorosa, no hubiera accedido ni loco, pues no me apetecía figurar frente a la televisión como un millonario soltero y disponible para conquistar, ya que no era el caso, yo no quería ser conquistado, ni mucho menos enamorarme.

Intenté zafar de aquella molesta pregunta y le sonríe a la periodista frente a mí, tratando de disimular mi incomodidad frente a su cuestionamiento busqué la cámara con la mirada y sonreí relajado, mientras dejaba caer mis manos sobre mis rodillas.

“¿Podemos pasar a la siguiente pregunta, señorita Wang?”, cuestioné de vuelta, sin responder directamente a su pregunta fuera de lugar y fingiendo mi mejor

“Creo que a nuestro público femenino le encantaría saber la respuesta, Señor Patel”, insistió la rubia con una sonrisita que me pareció poco profesional por su parte, pero que ignoré por completo, pues no estaba dispuesto a dejarme envolver por sus estúpidos juegos.

“¿Por qué estoy soltero?”, pregunté de vuelta con cierta diversión en la mirada, pues era evidente que mi vida amorosa era más interesante que mi empresa.

“Supongo que no he conocido a la mujer que logre conquistar mi corazón”

Me encogí de hombros restándole importancia y la rubia periodista liberó una risa coqueta, para después cruzarse de piernas, intentando una vez más parecer sensual, cuestión que estaba comenzando a causarme pena ajena.

“¿Entonces está abierto a la posibilidad de dejarse conquistar?”

Pinchó una vez más el tema y me obligue a no mandarla a la m!erda, pues me recordé que todo esto.

Estaba siendo grabado por una cámara frente a mí.

‘Maldito Alexander de m!erda’, pensé al imaginar a mi maldito primo partirse de la risa al momento de ver esta maldita entrevista, que más que saber sobre mis logros profesionales, buscaba indagar en mi vida amorosa, y yo recién estaba cayendo en cuenta.

“Yo no diría eso, Señorita Wang…”, negué de inmediato para dejarle claro el punto. Un sonido llamó mi atención y agradecí cuando mi secretaria asomó su pelirroja cabellera en la puerta de mi oficina anunciando con una escueta seña que alguien estaba esperando por mi.

“Es momento de irme, pero para finalizar, quiero darle las gracias a usted, señorita Wang, y también a Amelia por hacerme partícipe de esta agradable entrevista”

Me puse de pie y me acerqué a aquella periodista para despedirme con un apretón de manos y pude volver a ser yo mismo en el momento en que noté que la cámara se apagó. Dejé de fingir una sonrisa y la rubia lo notó, pues me miró con incomodidad.

“Lamento si mi última pregunta le incomodó, Señor Patel”

Musitó la periodista con un tono de voz cauteloso y algo nervioso.

“Mi jefe dijo que podíamos preguntar aquello con total confianza”.

“Lamento decirle que su jefe es un puto imbécil”, respondí entre dientes y ella abrió los ojos con amplitud.

“Dígale a mi primo, el maldito Alexander Willams, que es un estúpido y que no pienso volver a darle una entrevista a su canal de m!erda”.

La periodista abrió su boca con asombro ante mis duras palabras y el camarógrafo dejó salir una pequeña risa cargada de diversión ante la escena que estaba presenciando

“Por favor, cuando se vayan, dejen la puerta cerrada”, dije con autoridad.

“Gracias por venir”, espeté.

Luego de asentir con mi cabeza hacia todo el equipo de Amelia, me alejé del lugar y salí fuera de mi oficina, en dirección al cubículo en donde Ruby, mi fiel secretaria, trabajaba arduamente cada día.

Al acercarme a ella la noté inmersa en su tablet, leyendo algo con mucha concentración mientras tomaba algunos apuntes.

“¿Qué pasó, Ruby?”, pregunté al llegar a su lado.

Aquella pelirroja alzó su cabeza hacia mí y luego sus ojos verdes me dieron una mirada nerviosa, lo cual solo podía significar una sola cosa

“Jefe, es su…”

Comenzó a decir Ruby, pero pronto una voz femenina que yo conocía a la perfección la interrumpió.

“¡Ya te dije que no pienso dar mi brazo a torcer!”

Aquel grito me hizo arrugar las cejas y me volteé para ver a mi querida prima, Amalia Williams, a escasos metros, mientras hablaba por celular y arrugaba las cejas con su típica actitud de abogada inquebrantable.

“Ese maldito cerdo debe ir a la cárcel, y yo lo lograré, ya te dije”

Amalia finalizó la llamada y luego caminó hasta detenerse frente a mí con una sonrisa torcida.

La abracé a modo de saludo y ella me correspondió el gesto, pues a pesar de tener temperamentos muy dominantes, ambos habíamos sido criados como hermanos, y nos amábamos con locura.

“Hola, Amalia”, murmuré al tomar distancia de ella.

“Primito”, musitó ella con una sonrisa y luego enganchó su brazo al mio.

“Te tengo una buena noticia, por eso he venido”.

Alcé una ceja hacia mi prima y luego volteé a ver a Ruby, quien me miraba expectante ante mis instrucciones.

“Ruby, si Alexander quiere comunicarse conmigo, le dices lo siguiente…”

Hablé con firmeza y ella tomó rápidamente un bloc de notas junto a un lápiz, para registrar mis palabra.

“Vete a la m!erda, hijo de .”

“¡Ey, con mi santa madre no te metas!”, interrumpió Amalia haciéndome reír Negué con la cabeza y luego bufe al mirar la cara de espanto de mi eficiente secretaria

“Solo dile que estoy molesto por aquella trampa que me puso, y que necesito que eliminen la última pregunta de la entrevista, de lo contrario, me niego a que ese material salga al aire”, aclaré a la pelirroja, quien asintió con la cabeza en respuesta y anotó todo en su bloc.

“Y tú tienes razón, Amalia, pues tía Ivy no tiene la culpa de que Alexander sea un imbécil”.

Mi prima liberó una pequeña risita y luego ambos caminamos hacia mi oficina, la cual por suerte, ya se encontraba vacía.

Suspiré con agobio y me dejé caer sobre mi gran silla tras el escritorio, mientras mi prima observaba todo con rigurosidad.

“¿Qué te hizo mi hermanito menor?”, pregunto la castaña frente a mí.

«Mandó a aquella periodista a preguntar por qué yo seguía soltero», comenté mientras aflojaba el amarre de mi corbata.

«¡Y según él, sólo necesitaba una entrevista de carácter profesional!»

Amalia reprimió una sonrisa y luego se sentó frente a mí, negando con la cabeza con resignación.

Ambos sabíamos cómo era Alexander, el dueño del canal televisivo, siempre en busca de polémicas para obtener más fama.

«En cualquier caso, creo que deberías seguir en busca del amor, primito», susurró Amalia con una mirada traviesa, antes de sacar un papel de su bolsa y extenderlo hacia mí.

«Por suerte, me tienes a mí».

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