El arte del sexo -
Capítulo 70
Capítulo 70:
Daviana se sentía muy adolorida por el sexo, pero al menos ya no se sentía tan endeudada con ese hombre. Eso sonaba muy asqueroso y ruin, pero Michele buscaba de ella sexo y ya se lo había proporcionado hasta con bono incluido.
Pero la operación de Arthur merecía la pena, ni con su sueldo hubiera podido pagar esa operación y cancelar la deuda con Gael. Se sienta en la cama sintiendo algo de escozor en su coño que la hace fruncir el ceño, coger con un hombre tan grande no era tan placentero después de todo.
Cuando hace amago de acostarse, ve a su jefe salir del baño con una toalla envuelta en la cintura y todo ese cuerpo musculoso al descubierto. De inmediato volvió a sentir calentura en todo su cuerpo, y eso que le dolía hasta el dedo de sus pies.
– ¿Estás bien?
– Sí, claro… -miente, porque encima de estar jodida, también excitada. Su cuerpo era un traidor.
Michele era consciente de que ella estaba pasando por una etapa de dolor, pero era parte del proceso. Al siguiente día era probable que se sintiera un poco mejor… cuando acuesta su cuerpo en la cama recuerda ese momento que atravesó esa barrera.
Rememorarlo solo provoca que se excitara más, era increíble que ella siguiera siendo virgen en esos tiempos. Mira que se llevó una sorpresa enorme cuando lo descubrió, la verdad es que, si lo veía por el lado ruin, el gasto enorme que hizo en la operación del chico bien que valió la pena.
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EI CEO mira de soslayo, percatándose en Daviana. Mantenía los ojos cerrados, pero sospechaba que estaba despierta todavía. Ese momento que estuvieron en el baño descubrió que le gustó mucho haber tenido sexo con ella, y no pensó que lo hacían por el trato, sino porque de verdad ambos lo deseaban.
Traga saliva… no obstante, no podía olvidar que ella le entrego algo muy valioso.
– ¿Dónde están tus padres, Daviana? He notado las dos veces que hemos estado en la clínica, ellos no han aparecido, e incluso en tu apartamento tampoco había nadie más que tú.
Ella entreabre los ojos ante la pregunta de su jefe, lo que la lleva a recordar su pasado. Su vida no fue buena, pero cada día trataba de hacerla un poquito mejor.
– Eso no importa…
– Sí importa, yo quiero saber -el corazón de ella latió con fuerza ante esas palabras, pero intentaba que no la afectara tanto puesto que no estaba bien mezclar los negocios con los sentimientos.
– No sé quién es mi padre, nunca lo conocí. Y mi madre, bueno, ella me abandono una mañana cuando Arthur tenía 6 meses de nacido. No sé porque razón se ha ido y me ha dejado sola con un bebé que necesitaba mucho de ella, pero lo hizo.
Michele se queda analizando sobre todo lo que ella tuvo que pasar para poder criar a su pequeño hermano.
– ¿El padre de Arthur no es tu padre?
– No. A él tampoco lo conocí.
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