El arte del sexo -
Capítulo 65
Capítulo 65:
Mientras dejaba que el agua recorriera las curvas de su cuerpo, Daviana pensó que su jefe estaba muy molesto por una cosa tan absurda. Luego pensó si lo que le estaba sucediendo era que estaba celoso del doctor.
¿Celoso? Eso es imposible. Para que un hombre sienta celos, se necesitan sentimientos de por medio, y dudo mucho que él sienta algo por mí.
Lo único que desea es sexo -musita.
Levanta un poco el rostro dejando que la cascada de agua cayera directo a su rostro, niega mentalmente, puesto que lo que pensaba era una tontería. Solo estaba cabreado porque seguramente pensaba que podría follar con ese doctor.
– Sí, eso es lo que debe estar pasando.
Frota su rostro, sin embargo, ¿porque la alteraba el hecho de saber que él estaba enojado porque otro hombre se sintiera atraído por ella?
Baja de nuevo la mirada para ver sus pies, frunce el ceño y vuelve a negar. Aquel palpito en su corazón la confundía un poco… de pronto la puerta del baño es abierta que ella pega un salto del susto.
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Y antes de que pudiera dar la vuelta unos fuertes brazos envuelven su cuerpo desnudo provocando un estremecimiento de terror en su interior. Ella observa aquellos brazos y luego se atreve a mirar de soslayo.
– ¿Porque no me has llamado para tomar el baño juntos? -le susurra a la oreja lo que causa que su cuerpo reaccione en el acto.
– Creí… bueno, yo pensé que estaba muy enojado.
– ¡Lo estoy! Estoy furioso, Daviana. Pero eso no quita el hecho de que desee darme un baño con tu compañía -traga saliva en seco.
Segundos después, la mano de su jefe se desliza lentamente por el centro de su cuerpo hasta alcanzar el nacimiento de su coño. La castaña cierra los ojos al sentir unos dedos juguetones hacerse paso entre los labios de su vagina.
Sin poder evitarlo, ella inclina la cabeza hacia atrás dejándola reposar sobre el hombro de Michele. La otra mano del pelinegro se aferra a una de sus tetas la cual oprime suavemente, Daviana abre y cierra los labios varias veces para evitar que el agua entre en su boca.
Su jefe estaba haciendo maravillas en su coño y no lo negaba, le fascinaba que la masturbara… abre un poco más las piernas para luego rodear el cuello del pelinegro con su brazo. Prácticamente le estaba dejando todo su peso a él, y ciertamente ese hombre la sostenía con mucha fuerza.
– Daviana, estoy furioso contigo, pero en este momento te deseo.
– ¡Ah! si… -jadea a duras penas al sentir el dedo medio de Michele introducirse en el interior de su coño -. Por favor… -suplica al mismo tiempo que menea un poco su cuerpo hacia el de él.
Michele sonríe con malicia que termina por hacerla dar la vuelta, pega su cuerpo contra los azulejos llevando sus muñecas por encima de su cabeza, Daviana cruza un poco sus muslos y arquea su cuerpo cuando él toma con su boca uno de sus pezones.
– ¡Ahhh! -dice en medio de los temblores, y no eran del frío.
Mientras sujetaba ambas muñecas, el CEO chupaba y lamia la punta de su pezón rosado y erguido. Se notaba que contenía la respiración por la forma en la que su cuerpo se encontraba, ella gemía sutilmente mientras que le devoraba el seno.
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