El arte del sexo -
Capítulo 57
Capítulo 57:
– ¡Ya voy! -sin quitarle los ojos de encima a Daviana el joven se aleja, ajusta su traje y se encamina hasta su oficina caminando con arrogancia por el corredor.
Michele observa a su hijo de soslayo y luego a Daviana, seguía preguntándose si esos dos tuvieron algo en algún momento. Desde el primer momento noto que su hijo miraba mucho a su secretaria y eso lo llevo a esa conclusión.
En cuanto la castaña lo observo, sus miradas conectaron.
– Venga a mi oficina -demanda con voz de jefe.
Daviana se pone en pie sintiendo fieros latidos en su pecho, pero necesitaba tranquilizarse ya que ella no había hecho absolutamente nada malo… cuando ingreso en la oficina miro a su jefe sentado en su sillón con aquellos penetrantes ojos verdes observándola como un león a su presa.
– Ven aquí Daviana -su voz seguía sonando áspera, era como si estuviera cabreado.
– ¿Ha ocurrido algo? -inquiere curiosa, ya que no estaba del todo segura de lo que padre e hijo hablaron.
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Pero Michele no le responde, se limita a mirarla de abajo hacia arriba mientras se acercaba al escritorio… profesionalmente ella se quedó frente al mismo, pero su jefe le hace una seña para que rodeara la mesa.
Pestañea, pero obedece, estaba con los nervios de punta. Daviana quedo a unos centímetros de Michele quien giro la silla para quedar frente a ella.
Como su apatía lo enloquecía, Michele toma a e la castaña por el borde de la parte baja de su falta para hacerla terminar dar esos pasos hacia él. Cuando la tiene en sus narices abraza su cuerpo por la altura de su culo y hace sentarla en el borde del escritorio.
– Alguien… alguien puede entrar en su oficina y descubrirnos.
– Nadie entra sin tocar.
– Su hijo lo hace…
– Le di muchas ocupaciones para hoy, dudo que venga a molestarme.
Michele separa las piernas de Daviana para luego ir subiendo lentamente su falda al mismo tiempo que no pierde de vista sus piernas, ¡que una vez más estaban cubiertas por esas malditas medias altas!
– ¡Odio estas malditas medias!
Sus palabras estremecieron a la castaña quien no perdía de vista lo que estaba haciendo su jefe, Daviana se encontraba muerta del miedo, temía que alguien pudiera entrar y pillarlos en pleno acto sexual.
En ese momento recordó las palabras de Connor, «todas se acuestan por dinero» y aunque sus motivos fueran distintos a los de las otras chicas, no dejaba de ser igual que ellas. Le permitía a su jefe estar con ella a cambio de pagar la operación de su hermano.
Traga saliva y trata de no estar tan tensa…
– Daviana, nadie entrara en mi oficina, ¿Por qué demonios estas tan tensa? -el CEO levanta la mirada lo que causa un gran estremecimiento en su interior, ¿Por qué sus ojos producían tanto revuelco en su cuerpo?
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