El arte del sexo -
Capítulo 47
Capítulo 47:
Daviana cierra los ojos con fuerza permitiéndole a su cuerpo relajarse justo cuando detona aquella explosión en su sexo.
– ¡Ahhhhhh! -jadea con fuerza al sentir que su alma abandona su cuerpo abruptamente y abre los ojos de par en par en lo que se descarga en la boca de su jefe.
La sensación de placer y satisfacción sin duda alguna era increíble, mantener ese tipo de relaciones era maravillo. Y no sabía si era porque Michele era un hombre experimentado que ella lo disfrutaba tanto, o porque era su primera experiencia sexual.
No obstante, ese placer que le estaba propinando era extraordinario…
Respira agitadamente, aun con las piernas abiertas y ese hombre metido entre ellas succionando todo el interior de su coño. Hasta que llego a un punto en donde la castaña comenzó a sentir cierto cosquilleo que la hace querer reír bajo.
Michele se separó de su coño limpiando con el pulgar la comisura de su labio para luego llevárselo a la lengua y saborearlo al mismo tiempo que observa a Daviana firmemente. Ella había bajado la mirada percibiendo un destello inquietante en esos ojos grises.
EI CEO gatea hacia ella sobre su cuerpo hasta llegar a la altura de sus labios.
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– ¿Te ha gustado? -murmura contra sus labios abiertos.
Pero Daviana no responde, no podía hacerlo teniéndolo tan cerca le era imposible articular alguna palabra. Únicamente se limita ver esos increíbles y lujuriosos ojos verdes que cada vez la hacía perder la razón.
– No hace falta que respondas -sonríe contra sus labios.
– Yo…
-Será mejor que empaques tus cosas, nos marchamos esta misma noche.
– ¿irnos? -Daviana frunce el ceño.
– ¿Qué pensabas? ¿Qué ibas a pasar la noche aquí? Ya hemos hecho un trato, ahora debes cumplir tu parte.
Michele se quita de encima de ella para ponerse en pie, ajusta su traje mientras no le quita la mirada de encima.
– Se hace tarde, Daviana -insiste volviendo a ponerse todo serio.
La castaña se sienta en la cama arreglando su ropa, se queda un momento así repasando las condiciones impuestas por su jefe; y por un momento olvido que ella acepto quedarse en su casa para que pudieran tener sexo.
Suelta el aliento.
– Te espero afuera, no te demores…
Ella lo ve salir de su diminuto cuarto, pero dejando su fragancia en el mismo. Daviana niega y se dispone a recoger sus cosas.
Algunos minutos después ambos abandonan la residencia de Daviana y conducen hasta la casa de Michele. La joven iba en completo durante la conducción, pero pensando en lo que le esperaba en los próximos días.
Lo que la lleva a pensar en algo importante, ¿Cuánto tiempo iba a durar ese trato con su jefe?, lo mira de soslayo manejar con la vista fijamente al frente, sus ojos brillaban con intensidad y ese mentón firme la hace morder sus propios labios.
En ese instante se pregunta en qué momento se vio metida en ese paquete, ¿Cómo es que llego a estar dentro del coche de su jefe yendo hasta su casa para ir a follar? No tenía ni una semana de conocerlo y ya habían hecho cosas que jamás se le ocurrió que le haría.
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