El arte del sexo -
Capítulo 26
Capítulo 26:
-Señor Gershon, ¿Qué me está queriendo decir? -frunce el ceño, quería cerciorarse de que su teoría fuese errónea.
– ¡Que me gustaría probar de que estas hecha!
Desde que me descubriste follando con esa pelirroja se me abrió el apetito de ti. Realmente eres la única de esta compañía que no ha pasado por mis manos.
– Eso es bastante ofensivo, señor – Daviana retrocede ante la directa de ese hombre.
– Somos adultos, es mejor irnos al grano. ¿No lo crees?
Le provocaba meterle una cachetada a ese hombre, pero si lo hacía era posible que perdiera su empleo y no podía darse ese lujo.
– Lamento mucho decepcionarlo, señor, pero no estoy interesada en tener nada con usted.
Así que si me disculpa.
𝒖l𝒕í𝒎𝒐𝒔 𝒄á𝓹í𝓽𝓾𝓁𝓸𝓼, solo en NovelasFree.org.com.
– ¡Si no accedes haré que mi padre te despida!
– Daviana se detiene en seco ante esas crueles palabras.
Ensancha la mirada mientras le sigue dando la espalda a su exjefe, nunca se imaginó que ese hombre que aparentaba ser tan elegante fuese un maldito hijo de puta. Aprieta la mandíbula puesto que su empleo pendía de una respuesta.
Sin embargo, no podía acceder a esa asquerosidad de proposición. Tener sexo a cambio de un puesto de trabajo, era lo más bajo del mundo. Mierda, porque carajos le pasaban esas pendejadas a ella.
Sin dar una respuesta se quedó allí pensando que hacer.
– Te daré un tiempo para que lo pienses, y más te vale que tu respuesta sea un sí, si no ve pensando en buscarte otro empleo. ¡Ya puedes irte!
Daviana avanza sin decir una palabra, intentaba contener las lágrimas. La ira que sentía por dentro era enorme, Connor era un desgraciado; en ese momento pensó que los hombres solo buscaban a una mujer para tener sexo y hacer con ellas lo que codiciaran.
Luego de explicarle a la pelirroja lo que debía hacer, Daviana se encaminó hasta su escritorio y mientras iba distraída por el alargado corredor no se fijó en la persona que venía delante de ella.
Y sin darse cuenta de nada choca abruptamente contra Michele, ella levanta la mirada para observar con quien había colisionado y al fijarse que era su jefe se congela.
– ¿Qué pasa? ¿Algún problema, Daviana? -él la sujeta de los brazos con algo de suavidad, y por un momento ella se sintió algo segura.
– No, ninguno -miente, cuando sabe muy bien que debía declarar las palabras dichas por Connor.
– ¿Has terminado con mi hijo ya?
– Si.
-Entonces, regresa a tu escritorio.
Michele le pasa a un lado y ella se siente un poco aturdida, era extraño se dice, luego mira de soslayo y lo ve dirigirse hasta la oficina de Connor. Daviana pestañea pensando que era como ver la personalidad de dos personas completamente diferentes.
Niega…
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar