El arte del sexo
Capítulo 24

Capítulo 24:

– Ella no está aquí, cuando regrese la enviare a su oficina.

– Muchas gracias, señor Gershon. Disculpe la molestia.

Este ve a la pelirroja alejarse llevándolo a cerrar la puerta, al darse la vuelta Daviana sale del cuarto del baño.

– ¿Por qué te has ido ayer?

Daviana se paraliza ante la pregunta de su jefe, todo su cuerpo se tensa y no sabe que responder. Pero ¿Qué demonios le podía contestar?, sería incapaz de confesar que ella nunca había estado con un hombre.

Que él era el primer hombre que la tocaba de la manera que lo hizo, que aquellos orgasmos obtenidos fueron los primeros de su vida. No tenía el valor para revelarle a su jefe que a sus 23 años seguía siendo virgen.

Se vería como la perfecta idiota, ¿Qué chica se mantenía virgen a sus 23 años?, y es que ella no tenía tiempo para involucrarse con nadie de manera sexual y de ninguna manera. La verdad es que su cabeza estaba en otro lado la mayor parte del tiempo.

Pero con su jefe era tan distinto…

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– ¿Y bien? -lo ve da un paso hacia ella.

– Nosotros no podemos seguir con esta locura, yo soy su empleada.

– Ya te dije que eso no tiene nada que ver, lo que suceda detrás de esa puerta no tiene por qué involucrar el trabajo.

Daviana no era tonta, de inmediato capto lo que quiso decir su jefe. Ella tan solo era el revolcón quizás de la semana, bueno tampoco es que esperaba que él le propusiera otra cosa, eso sí que sería bastante absurdo de su parte.

– Pues ya no va a volver a suceder, no pretendo volver a permitirle tratarme como quiere -Daviana pasa a un lado de él hecha una furia, podía excitarla su presencia, pero no pretendía ser el revolcón del jefe.

Michele observa de soslayo como Daviana abandona su oficina lo que causa en él más ganas de tenerla. Su negación solo acrecentaba sus ansias por hacerla suya, solo necesitaba darle un empujón para que se diera cuenta.

[…]

Al sentarse en el escritorio suelta el aliento, mira sus manos notando que temblaban; luego las hace en un puño e intenta tranquilarse. Al menos ya le había dejado en claro a su jefe que con ella no iba a contar más para sus pervertidos juegos.

Baja la mirada, aún permanecía esa sensación de tener su lengua metida en su coño. La joven cierra los ojos y muerde sus labios, era una completa locura sentirse de esa menara por un hombre que apenas conocía.

Niega…

– Eso no puede volver a pasar -musita.

– ¿De qué hablas? -la voz de una mujer la una mujer hace alterarse y ponerse en pie -. ¿Qué ocurre contigo? -pero si era aquella pelirroja que vio chupándole la polla a su exjefe.

– ¿Qué se te ofrece?

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