El arte del sexo -
Capítulo 12
Capítulo 12:
La boca de Daviana estaba hecha agua, y no solo eso, su coño navegaba en un poso de agua entre sus piernas. Hasta pudo jurar que mojaría las medias pantys que llevaba puestas, la joven parpadea varias veces, pero ni siquiera suelta un suspiro.
Michele al notar que ella se petrifico, sonríe de medio lado, pero solo muestra una sonrisa que a duras penas se lograba visualizar; seguido de eso acorta el poco el espacio que existía entre su boca y la de ella y termina por unir ambas partes en una sola.
Cuando el CEO probo la boca de su secretaria sintió una especie de corriente en todo el cuerpo, era como un frio que le corrió desde sus pies hasta su nuca haciéndolo sentir extraño.
Sin embargo, no se alejó de la castaña, al contrario, ciñó la cintura de ella con un brazo.
Al apretar su cuerpo contra el suyo, profundizo el beso metiendo su lengua hasta el fondo de su boca. Su secretaria parecía de hielo, pero poco a poco entraría en calor; aprovecho el momento y descendió ambas manos hasta la curva de ese culo que ya había visto antes.
Lo oprime con fuerza que lo hace fruncir el ceño, verdaderamente era firme y muy redondo. Empuja sus manos hacia su cuerpo haciendo chocar las tetas de ella contra su pecho provocando un respingo por parte de la castaña.
EI CEO empieza a retroceder con ella en sus brazos hasta que se topa contra el escritorio, se sienta e introduce a su secretaria entre medio de sus muslos. Teniéndola en esa posición desciende con sus manos hasta el final de la falta que llevaba puesta para luego volver a subir, pero esa vez por debajo de la tela.
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Daviana siente la tibieza de esa lengua en su boca y se derrite como un hielo sobre el fuego.
Tanto que, en vez de reaccionar de otra manera, ella cierra los ojos. Al cabo de unos segundos siente que su jefe se apodera de su culo para apretárselo con fuerza lo que derrumba el resto de sus barreras.
Su cuerpo es arrastrado hacia quien sabe dónde y en fracción de segundos las manos de su jefe se deslizaban por sus muslos provocando que su coño comenzara a palpitar frenéticamente. Algo no estaba bien con él, puesto que la sensación era muy fuerte.
– Por favor.
Consigue decir intentando separarse un poco de los labios de él, pero su jefe aprisiona con un poco más de fuerza sus muslos. Ella gime contra la boca de Michele consiguiendo que él consolidara el beso convirtiéndolo más húmedo y deseoso.
Se derrite cuando esas habilidosas manos llegan hasta la altura de sus nalgas y él las aprieta con violencia, todo su cuerpo se estremece y de manera automática cede ante él y su maldita masculinidad imponente.
Michele muerde los labios de su secretaria al mismo tiempo que sube su falta hasta la cintura y de inmediato la levanta con ambas manos para sentársela en el regazo. Se come su boca mientras que desliza una mano debajo de su braga y la otra por el muslo de su pierna sintiendo el límite de las medias altas que llevaba puestas.
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