El arte del sexo
Capítulo 109

Capítulo 109:

La sujeta por el cuello mientras ella se mantiene de rodillas, él acerca sus labios a su mejilla y sigue entrando y saliendo en ella.

– ¡Oh! Michele -para ese entonces solo jadeo su nombre.

Fue en ese instante que el CEO se corre dentro del cuerpo de la castaña, cierra los ojos y muerde la mejilla de Daviana al vaciarse en su interior. Jadeo contra su rostro y oprime un poco más el agarre de su cuello.

Le encantaba esa mujer, le fascinaba como se sentía cuando acababa dentro de su cuerpo. La forma en la que lo besaba, lo tocaba, lo miraba, y hasta cuando dormían juntos. Estar con ella era como volver a la vida, a decir verdad; ni cuando estuvo casado con su exesposa llego a sentirse de esa manera.

Con ella todo era tan diferente, quizás esa juventud que rebosaba lo traía de vuelva al mundo de los vivos. Todo lo que antes era gris comenzaba a tomar un poco de color, y le resultaba tan extraño, ya que se sentía tan cómodo sumergido en ese mundo oscuro y carente de vida.

Pero al conocerla a ella, ese mundo le comenzó a parecer insípido. Paso de ser un empresario despreocupado, a ser un hombre que se preocupa muchísimo por una mujer que apenas acababa de conocer.

Michele abre los ojos para ver el perfil del rostro de Daviana, sin duda alguna esa mujer lo tenía como hipnotizado, idiotizado, obsesionado… enamorado.

Y ese último pensamiento lo hizo pensar en algo que estuvo esquivando desde que ella entro en su vida, en su casa y en su mente. Sospechaba que se había enamorado de esa mujer, pero no quería afrontarlo.

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Es que de saber que luego de que su convenio terminara ella terminaría haciendo su vida, y eso era algo que no toleraba pensar, ¡ella con otro hombre! No era posible, no la quería ver con nadie más que no fuese él.

EI CEO abraza el cuerpo de la castaña con fuerza sintiéndose seguro teniéndola a ella así para él solo.

Aquel abrazo sorprendió a Daviana, Michele estaba actuando un poco extraño para con ella. Sin embargo, cabe destacar que a ella le encantaba que la mantuviera en sus brazos, esa seguridad que le proporcionaba era tan acogedora que no deseaba salir de sus brazos.

Al menos por esa noche.

– ¿Te encuentras bien? -Michele pregunta.

– Sí, estoy bien.

– ¿Quieres darte una ducha conmigo? -susurra contra su oído al mismo tiempo que chupa el lóbulo de su oreja. Creo que necesitas que te dé un baño.

Daviana lo oye reír muy bajo lo que causa que erice toda la piel de su cuerpo. Muerde sus labios al sentir que él jala su cuerpo hacia atrás.

Luego la sujeta por las piernas y termina por cargarla en modo princesa.

– ¿Qué haces?

– Te llevo a tomar un baño.

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