El arte del sexo -
Capítulo 101
Capítulo 101:
– ¿Qué crees que estás haciendo? -Michele interroga a Gael manteniéndole la mirada.
– ¿Y eso a ti que te importa?
– ¡Me importa! -gruñe apretando la mandíbula.
– Creo que ella es quien debe poner cierto orden en este asunto.
Michele mantiene sus ojos puestos en ese doctor ya que él hacía lo mismo con él, ese médico le estaba colmando la paciencia.
Daviana niega y decide interceder.
– Michele, por favor -la castaña pone ambas manos en su pecho -. ¿Por qué estás haciendo esto? -ella lo mira fijamente a los ojos. Y es cuando él decide mirarla, su mirada estaba cargada de ira.
– ¿Te costó mucho responder hace un momento? -Daviana da un respigo.
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– Daviana, ¿todo está bien? -pregunta el doctor, Michele levanta la mirada para ver furioso al maldito médico. Frunce el ceño y aprieta la mandíbula.
Daviana visualiza esa aura peligrosa alrededor de su jefe y sabe que debe actuar rápido antes de que Michele hiciera una locura y todo terminara peor de lo que ya se estaba poniendo.
– Creo que ya tenemos que irnos -dice ella algo apresuradamente.
– No, no nos iremos hasta que le des una respuesta al doctor -farfulla Michele cabreado.
– Este no es el mejor momento ni lugar para discutir algo como esto.
– ¡Por supuesto que sí! -insiste mirándola fijamente con sus ojos verdes -. El doctor está esperando una respuesta.
Daviana traga saliva, Michele no lo sabía, pero la estaba poniendo entre la espada y la pared. Prácticamente la estaba exponiendo por completo y eso implicaba que él se enterara de lo que ella sentía por él.
Por otro lado, no podía darle falsas esperanzas a Gael, ella no sentía nada por él. Era injusto de su parte que le diera alas a una relación que sentía que no tenía conexión. La joven se da la vuelta para enfrentar a Gael.
– Gael, lo siento mucho, pero no puedo corresponderte. Lo lamento -ella mira al doctor quien mantuvo los ojos firmes en ella, luego mira a Michele y levanta un poco la vista pareciendo imponente.
– Entiendo… -en ese momento mira a Daviana-. Espero que de verdad lo estés haciendo porque es lo que sientes, y no porque alguien más te obliga a decirlo -Michele frunce el ceño.
– Michele, ya he terminado aquí. Podemos irnos, por favor.
Ella toma la mano de Michele para jalarlo hacia la puerta, pero no logra moverlo ni un poco. Este se queda dónde estaba observando a Gael.
– Ya la has oído, espero que no se te ocurra volver a intentar besarla – Daviana ensancha la mirada al escuchar como su jefe le reclama al Gael -. No te quiero cerca de Daviana, y me importa una mierda que seas el doctor de su hermano, mantente distante.
– Eso no será tan fácil, soy el médico de su hermano siempre tendrá que verme. Yo llevo su caso desde hace mucho tiempo, no es recomendable que otro doctor lo tome.
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