El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Capítulo 819

Capítulo 819:

El punto de vista de Sylvia

Las palabras directas de Edwin causaron un gran alboroto entre la multitud. Warren y los demás quedaron completamente sorprendidos por su revelación.

Yo no sabía qué hacer. Pensaba que por ahora lo mantendría en secreto para ellos y no esperaba que lo revelara en este preciso momento.

«Sylvia, ¿eres la hija de Alpha Leonard? Eso es increíble!» exclamó Flora, con sus ojos brillantes fijos en mí con sorpresa y deleite. Sin embargo, al segundo siguiente, bajó la cabeza y dejó escapar un profundo suspiro.

Yo sabía por qué lo había hecho. Flora me había ayudado a buscar a mi padre. Pero después de encontrarlo, el universo me lo arrebató cruelmente para siempre. No hay palabras para describir el pesar y la tristeza de mi corazón.

Le di una palmadita en el hombro y la tranquilicé con voz reconfortante: «No te preocupes. Ya estoy bien. Sigue siendo lamentable, pero tengo que seguir adelante con mi vida».

En ese momento, los ancianos de la manada, así como los Alfas que habían viajado desde otras manadas para asistir a la ceremonia, empezaron a murmurar entre ellos.

Para los hombres lobo, nada era más importante que su linaje. Cuando Edwin reveló que yo era hija de Leonard, el escepticismo llenó el ambiente.

Pero me había estado preparando mentalmente para una reacción así, y no me importaba si lo creían o no.

No importaba lo que pensaran ahora.

«Si no me creen, miren este documento», dijo Edwin mientras sacaba una bolsa de papel y la abría. «No son sólo los resultados de las pruebas de paternidad de Sylvia y Leonard, sino también un documento escrito por el propio Leonard cuando aún vivía. En él se dice claramente que Sylvia será reconocida oficialmente como la princesa de la manada. Mira el sello. Todos sabéis que nadie puede falsificar el sello de un Alfa».

Levantó el papel para que todos lo vieran, luego se volvió hacia mí y añadió: «Leonard planeaba contarte la verdad después de la boda de Alina. Quería obtener tu aprobación antes de anunciarte como su hija biológica y celebrar una gran ceremonia en tu honor».

Fruncí los labios y cogí el documento de su mano. La letra era firme y elegante, con el último trazo de cada palabra ligeramente levantado al final. Estaba claro que la persona que lo había escrito estaba de buen humor.

«Leonard era un hombre duro. Probablemente le daba vergüenza abrirse directamente contigo, así que grabó en un vídeo todo lo que quería decirte. Me temo que nunca pensó que se utilizaría así, para demostrar tu inocencia delante de toda la manada», dijo Edwin con una sonrisa burlona.

Al momento siguiente, una pantalla electrónica parpadeó en la distancia y Edwin reprodujo el vídeo para que todos lo vieran.

El rostro de Leonard apareció en la pantalla. Aunque estaba visiblemente enfermo, su expresión irradiaba energía. Con una rara sonrisa, la grabación reveló lo feliz que era. A pesar de su comportamiento amable, su lenguaje corporal mostraba indicios de vergüenza e inquietud.

Al principio del vídeo, me saludó vacilante antes de soltar una carcajada, probablemente para ocultar su nerviosismo. Pero pronto, su sonrisa se desvaneció y su tono se volvió serio.

«Sylvia, soy tu padre, tu padre biológico».

Una nueva oleada de tristeza y desesperación se apoderó de mí y me vi incapaz de contener las lágrimas.

«No sé si estás preparada para aceptarme como tu padre, pero no importa. A partir de ahora, siempre estaré aquí para protegerte, ver cómo te casas y tienes hijos. Si no te importa, me encantaría ayudarte a cuidar de tus hijos. Sé que te debo mucho y espero que me des la oportunidad de compensarte».

Leonard hizo una pausa, su expresión vacilante y un poco tímida. Tras un largo silencio, preguntó en voz baja: «Entonces, ¿te gustaría llamarme papá?».

Y así terminó el vídeo.

En ese momento, no pude contener las lágrimas por más tiempo.

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