Capítulo 249:

Brian bajó la mirada hacia Molly, después de mirarla a los ojos inquisitivos.

«Cuando acabemos con toda esta escena, te soltaré», dijo Brian en tono frío.

Cuando sus ojos brillaron con una tristeza desbordante, Molly bajó la cabeza casi de inmediato para ocultar su sentimiento. Asintió levemente con la cabeza, para evitar exagerar y derramar sus sentimientos.

Incapaz de percibir lo que sentía, ya que el rostro de Molly carecía de expresión, Brian sintió punzadas de decepción. Se dio la vuelta para quedarse encima de ella, estudiándola con su mirada de águila. «Así que por fin, ¿Eh? Por fin puedes irte. Debes de sentirte excitada y entusiasmada en este momento, ¿Verdad?», preguntó en un tono recubierto de sarcasmo.

Molly le miró con los ojos brillantes por las lágrimas que intentaba contener. Sin embargo, se le notaba la tristeza. Observó su apuesto rostro en silencio, abrazada a su tentador olor. Agitó sus largas pestañas, mientras se decidía a no contestarle, simplemente porque no podía y tampoco quería hacerlo.

Bien, después de todo este tiempo por fin puedo huir de él. Se supone que debería sentirme aliviada y feliz. ¿Por qué me siento tan triste? pensó Molly.

Desde el principio no era el hombre adecuado para ella, sabía que no debía enamorarse de él, porque siempre fue demasiado bueno con ella. Su perfección, su actitud y su aspecto hacían bastante evidente que pertenecía a otra clase, a un mundo que estaba fuera de su alcance. Su relación no podía ir a ninguna parte, pues él estaba fuera de su alcance. Molly sabía la verdad y la había aceptado, pero aun así no podía evitar sentirse deprimida.

Brian no la trataba del todo bien. De hecho, siempre la hería y luego hacía algo para compensarla. Ella siempre idealizaba todo lo que él hacía por ella y olvidaba todos los aspectos malos. Pero la verdad era que a Molly le encantaban las compensaciones, el esfuerzo y las partes en las que él era amable con ella.

Con una sonrisa burlona, Molly giró la cara hacia un lado en un intento de apartar la mirada del hombre al que quería tanto. Después de todo esto, dejar a Brian era una excelente opción para ella. En ese caso, su vida volvería a la normalidad antes de que nada de esto volviera a ocurrir. Aunque todo había cambiado para siempre, al menos podía controlar su propia vida.

Brian la miró en silencio para intentar leer su expresión. Se le partía el corazón sólo de ver su triste sonrisa. Brian quería retractarse de sus palabras sobre dejarla marchar.

Pero Becky estaba preparada para volver pronto. No podía dejar que Molly siguiera viviendo en la mansión. Independientemente de sus sentimientos por Molly y las demás mujeres que le rodeaban, Brian sabía que Becky era la persona con la que quería pasar el resto de su vida.

Brian no dejaba de repetirse a sí mismo que Becky iba a ser su esposa. Era como una especie de autohipnosis. Sin embargo, la ira brotó de su corazón cuando percibió la tristeza en los ojos de Molly. No podía soportar verla así. «¿Por qué pareces tan sombría y disgustada? ¿No quieres dejarme ahora?» preguntó Brian con curiosidad.

A pesar de su contundente pregunta, Molly prefirió cerrar los ojos y no responder. Ahora era demasiado débil y sentimental para ocultar sus sentimientos a su mirada inquisitiva.

Al principio Molly pensó que sólo se sentía atraída por su rebeldía, que ansiaba que la abrazara y que se sentía segura y protegida cuando él estaba cerca. Pero era algo más que eso. Antes de que pudiera darse cuenta, Molly se encariñó tanto con él que se resistía a dejarlo. Se sentía como si fuera la única que seguía atrapada en este juego.

Brian frunció el ceño al ver cómo le temblaban los labios. Se inclinó hacia ella y ahora sus labios rozaban los de ella muy levemente. «Niña estúpida, ¿De verdad creías que podías eludir mi pregunta porque no sabes hablar?», le preguntó con voz suave y dulce.

Cuando las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, Molly cerró los ojos con más fuerza. En aquel momento se alegró de no poder hablar, así que ahora podía permanecer callada ante todo lo que él dijera. Y Brian no podría averiguar nunca lo inferior que se sentía en el fondo.

Había una sensación de calma y amargura en el aire. Brian se incorporó y frunció el ceño al ver la almohada mojada. Miró fijamente a la mujer que amaba con sus intensos ojos oscuros y apretó los labios con decepción.

Molly se apresuró a enterrar la cara en la almohada cuando ésta se puso roja bajo la mirada de Brian. Estaba segura de que Brian podía ver lo avergonzada que se sentía en aquel momento.

«¡Levántate!» ordenó Brian con brusquedad. Salió rodando de la cama, se vistió y le tiró la ropa a Molly.

Molly miró a Brian con los ojos todavía llenos de lágrimas. No se movió ni un milímetro y apretó los labios.

El rostro de Brian se tensó al ver su reacción. Se quedó de pie junto a la cama y se irritó al ver la cara triste de Molly. «De todas formas, no podemos dormir.

Por favor, ¡Levántate!», volvió a decir.

Molly se levantó lentamente de la cama con desgana y cogió su ropa para cambiarse. Parecía una muñeca delicada, un juguete, que no podía negarse a las exigencias de su amo.

En cinco minutos Molly estaba vestida. Salió del baño y se sintió confusa al ver que Brian le sujetaba el sombrero y la bufanda.

Brian estaba claramente avergonzado. Pero al cabo de un minuto volvió a su actitud distante habitual. Se acercó a Molly y le puso el sombrero y la bufanda. Antes de que ella pudiera negarse, arrastró a Molly fuera de allí. Pero incluso antes de que pudieran salir, Brian se acordó de algo de repente, mientras agarraba las manos frías de Molly. Perdió el agarre y corrió a toda prisa hacia el vestidor.

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