Divorcio en peligro, el CEO perdió la memoria -
Capítulo 2
Capítulo 2:
Sus piernas temblaban.
“¿El estará bien?”, al menos necesitaba confirmar aquello.
“Si. Su lesión es leve. El impacto no fue tan grave, aunque su cabeza recibió el mayor daño. Debemos esperar a que despierte para ver que tanto lo afecto, aunque no creemos que tenga mucha repercusión”, comenta el doctor.
Bueno, al menos buenas noticias. Si él no estaba en tan mal estado ella podría seguir con su plan. De seguro no la extrañaría. Iba a levantarse para volver cuando unos largos y fuertes dedos se envolvieron alrededor de su muñeca.
Elena soltó un chillido mirando hacia abajo y notando que eran los dedos de su esposo los que la aprisionaban.
“Él… está despertando”, el doctor se inclinó hacia el hombre en la cama que lentamente abría sus ojos.
Parecía algo confundido e igual de aturdido.
“Ceo”, León se acercó del otro lado con emoción al notar que recobraba el sentido.
Por su parte el hombre miraba de forma lenta de un lado a otro. Se notaba mareado. Hizo el ademán de sentarse siendo ayudado por su secretario y el doctor dejando la espalda de este recostado contra el espaldar.
En ningún momento soltó la muñeca de Elena dejando una marca roja alrededor de esta. La mujer tampoco protestó. Estaba esperando como él reaccionaría.
El contacto físico con él era limitado. Solo cuando era requerido o cuando él iba a su cuarto a tener se%o con ella cuando estaba de humor. Así que solo esperó.
“¿Ceo, le duele algo?”, León a su lado se notaba ansioso por saber la respuesta alentando al doctor a revisarlo, pero era algo complicado cuando el hombre esquivaba las manos del médico y enfocaba su mirada en la mujer a la que sostenía. El secretario se dio cuenta
“Después del accidente, mandé a buscar a su esposa, creo que era importante que estuviese aquí en caso de cualquier decisión importante”, explica el secretario.
“Mi esposa”, el hombre inclinó la cabeza murmurando para así, para después jalar con fuerza el brazo que estaba sujetando.
Elena fue tomada desprevenida y su cuerpo terminó encima del de su esposo sin poder responder cuando su rostro fue agarrado y los labios de él se depositaron sobre los suyos. Un g$mido colectivo se escuchó mientras ella se estremecía sobre él.
La estaba besando… delante de todos ellos, y no era un beso suave, le había abierto la boca con la lengua y saboreaba el interior con ansias.
Un tipo de beso que pocas veces él le había dado, y ella recordaba esos momentos claramente. El brazo de él la sujetó por la cintura contra él para no dejarla escapar mientras devoraba su boca.
Las mejillas de Elena estaban encendidas ante la vergüenza. Él nunca había demostrado afecto y menos de ese tipo se%ual en público, por lo que cuando la soltó dejando un hilo de saliva entre ellos ella no sabía cómo reaccionar.
El hombre volvió a dejar un beso corto sobre sus labios y murmuró entre los dos.
“Acaso la esposa no debe saludar a su esposo cuando se acaba de despertar”, espeta León.
Y Elena no podía estar más confundida. ¿Qué demonios estaba pasando?
Elena tenía el corazón martilleando tanto en su pecho que pensó que este se le iba a salir. Ese beso la había dejado aturdida. Tantas veces que había ansiado que él la besara así, y tan pocas veces que él lo había hecho.
Apenas cuando tenían se%o como parte de su escasa vida marital y que ella podía contar con los dedos.
Vio el ceño de su esposo fruncirse delante de ella y sintió la mano de él apoyarse en su nuca para volver a repetir el mismo acto, pero ella retrocedió soltándose de su agarre y como si su cabeza tuviese corto circuito salió corriendo de la habitación dejando a todos con la palabra en la boca y al hombre en la cama con los brazos alzados sintiendo el vacío entre ellos.
Y por supuesto una expresión para nada complacida.
Elena corrió por el pasillo con la respiración agitada y las mejillas coloradas hasta doblar la esquina cerca de la escalera y dejarse caer desplazándose por la pared hasta terminar en el suelo.
“¿Qué estaba pasando?”, pregunta.
¿Por qué él la había besado así? Y delante de todos.
No le molestaría claro, si fuera algo normal entre ellos, pero su esposo nunca le tomaba la mano en público, nunca se dejaba ver con ella a los demás, nunca la llevaba a una fiesta. Ella era simplemente un adorno más en aquella casa.
Había esperado que con el tiempo las cosas entre ellos cambiaran de alguna forma, su primer encuentro no había sido tan malo y ella había sentido que él mostraba interés en ella, pero después del matrimonio todo había cambiado tan drásticamente que contarlo parecía una broma.
Se llevó la mano al pecho. No, no podía más con aquello, debía volver a la casa y retomar las riendas de su vida. Por muy apasionado que hubiera sido aquel beso de seguro era algo pasajero que se desvanecería en cuanto volviera a reunirse con él.
Se levantó arreglando su ropa y decidió irse cuando escuchó los pasos apresurados de alguien detrás de ella y su hombro fue agarrado. Al mirar por encima de este encontró a León, su rostro estaba contorsionado en una mueca rara.
“Por favor, venga un momento. El doctor necesita hablar urgente con usted”, dice la enfermera.
“No creo que la salud de mi esposo esté tan grave como para necesitarme allí”, ella intentó soltarse pero el agarre de León era insistente.
“Solo un momento. Es urgente”, apura.
Elena cerró los ojos y respiró profundo. Su cabeza la estaba matando, pero al final accedió, sino no la dejarían en paz. Caminó detrás de León hasta reunirse con el doctor que hablaba con el hermano de su esposo.
“¿Qué ocurre?”, ella deseaba irse lo antes posible de allí.
“Bueno, ahora que el Señor Pikman está despierto hemos terminado nuestro estudio. Tenemos un problema, fue que la contusión en su cerebro fue leve pero afecto zonas estratégicas de la cabeza, esto ocasionó una amnesia total en el paciente”, explica el doctor.
“¿Amnesia?”, Elena no lo podía creer.
El doctor asintió.
“El paciente no recuerda casi nada. Algunos nombres y demás, pero analizando su estado creemos que es solo temporal. Logró identificar rápidamente a su hermano y a su secretario, así que su vuelve al entorno en el que vivía lo más probable es que en un mes o mes y medio tenga casi toda su memoria de vuelta”, continúa diciendo.
“Ya veo”, eso no la tranquilizaba.
Él volvería a ser el mismo hombre indiferente que caminaba por la casa sin prestarle atención a menos que fuera una noche en que tuviera ganas de tener se%o con ella.
“¿Y en que entro yo en todo esto?”, cuestiona Elena.
Los tres hombres se miraron.
“Usted es su esposa, claro que es importante que esté presente hasta que él se recupere”, insistió León.
Ella alzó una ceja.
“Lo dices en serio o me estás tomando el pelo”, el tono de la mujer era de total ironía
“Tú mejor que nadie sabe muy bien como es mi relación con tu jefe o tengo que entrar en detalles”, León tragó en seco, pero no retrocedió.
“Por favor, ayude al Ceo, al menos por este mes, Sé que su relación no es buena, pero estoy seguro que con su ayuda él se recuperará rápido. Se lo pido”, suplica.
Elena apretó los labios. León era un hombre de apenas 30 años, pero más capaz que muchos que ella hubiera conocido, un rostro normal sin nada que destacar y con su cabello castaño claro que siempre llevaba peinado al lado enmarcando el par de gafas de armadura dorada.
No solía hablar mucho con ella, pero nunca la había tratado mal, más bien, era bastante amable… bueno en comparación con su esposo, todo eran amables la verdad. Que él le estuviese pidiendo aquello era…
“Ven conmigo un momento”, le pidió y se giró para alejarse del grupo.
León no protestó y la siguió.
“¿Por qué insiste en algo que sabes que no tendrá frutos? Él nunca me ha tratado como su esposa. Ahora me besó, pero de seguro tiene a alguien más en mente”, sus propias palabras le dolían, aunque su rostro estaba estoico, casi hasta molesto.
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