Destinos entrelazados – Mi bebé es hijo del CEO -
Capítulo 83
Capítulo 83:
«Esta mansión es realmente hermosa. Quien la diseñó, sin duda debe estar muy enamorado del lugar, porque todo parece estar en armonía con el entorno», dijo ella después de observar toda la casa.
«Gracias por el elogio», respondió él.
«¿Qué?», preguntó ella sin entender.
«Fui yo quien diseñó esta casa, desde la elección del terreno hasta la arquitectura.»
«Wow, no sabía que tenías tanto talento. Apuesto a que has realizado grandes proyectos.»
«No…» respondió él, mirando la vista frente a ellos. «Esta casa fue mi primer y único proyecto.»
«Entonces, seguro que te gusta mucho este lugar. ¿La construiste para venderla?»
«No. Mi intención era que esta fuera mi casa.»
«¿Era? ¿Por qué ya no lo es más?»
Ella no sabía si la regla del viernes por la noche aún se aplicaba, pero decidió hacer la pregunta. Lo más que podía recibir como respuesta era su silencio.
«Ya no me veo viviendo aquí. La creé por una razón, pero esa razón ya no existe.»
«Pero estás a punto de casarte, ¿por qué no te mudas aquí con tu futura esposa?»
Él sonrió. Pero no fue una sonrisa de gracia, ni de ironía. Su sonrisa parecía amarga, como si la idea que Sofía acababa de presentar fuera totalmente sin sentido.
«No considero traer a mi esposa aquí. Creo que este lugar sería más adecuado para una amante.»
Su revelación la tomó por sorpresa y su expresión de desaprobación era evidente.
«Lo siento por mi intromisión. Pero si no planeas ser un hombre fiel, ¿por qué no sigues soltero?»
«Porque hice una promesa y tendré que cumplirla. Pero te juro que mi matrimonio no será más que un papel firmado.»
«¿Por qué me estás explicando esto?» preguntó confusa.
«Porque quiero proponerte algo», se acercó a ella.
«Quédate conmigo, Sofía, y haremos de esta casa nuestro escondite.»
«¿Me estás proponiendo ser tu amante?» preguntó ella.
«¿Necesito dibujarlo?» preguntó con cinismo.
«Jamás me sometería a estar en una posición como esta.» Al decir esto, dio media vuelta para salir de allí, pero él la atrajo hacia él y la besó.
Una vez más, eso estaba sucediendo. El entorno, el aroma de su perfume, el contacto y la química, que no importaba lo que dijera, no podía negar que existía allí.
En ningún momento Ethan separó sus labios de los de ella, porque sabía que Sofía podría decirle que parara. Si ella decía que parara, tendría que hacerlo. Sin embargo, de ninguna manera su cuerpo quería detenerse, y por la forma en que ella correspondía al beso, tampoco parecía querer que eso terminara.
Sin importarles dónde estaban, ni las circunstancias, los dos simplemente hicieron lo que tanto deseaban en ese momento. En el patio, luego en la sala de la casa, el dormitorio y el baño. Repetidas veces, con la misma intensidad.
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