Destinos entrelazados – Mi bebé es hijo del CEO -
Capítulo 72
Capítulo 72:
«Tienes razón», se acercó a ella. «No debería haber sido tan entrometido, prometo que no volveré a hacerlo.»
«Está bien.»
«Sabes, para ser sincero contigo, sentí un poco de celos.»
«¿Qué?» preguntó confundida.
«No me gustó la forma en que hablaste de tu nuevo jefe.»
«Pero no dije nada malo acerca de él», respondió ella.
«La forma en que te miró también me incomodó.»
«Mateo, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo?», preguntó ella, sorprendida.
«No confío en ese hombre, Sofía. Quiero que cambies de trabajo inmediatamente», ordenó, como si tuviera el derecho de mandar en algo.
Al ver una vez más que Mateo estaba alejándose con sus palabras, ella se alejó también.
«Voy a entrar, creo que deberías ir a tu casa», dijo Sofía, dándose la vuelta para irse.
«Sofía, ¿por qué estás actuando como si fuera algo extraño para ti?», preguntó él.
«¿Y qué estás haciendo tú, mandando o opinando sobre mi vida? ¿Te das cuenta de lo que acabas de decir?», respondió ella.
«Solo quiero lo mejor para ti. No veo buenas intenciones en la mirada de ese hombre. Siento que, si sigues allí, acabarás lastimándote.»
«No es asunto tuyo lo que me sucede, no puedes simplemente aparecer aquí y hablar sobre alguien que ni siquiera conoces», replicó ella, molesta.
«¿Ves? Estás defendiendo a alguien que ni siquiera conoces», dijo Mateo, nervioso.
«Pero yo no estoy defendiendo a nadie. Eres tú quien está sacando tus propias conclusiones», respondió ella, con firmeza.
«¿Crees que diría algo si no me diera cuenta de lo que está pasando?»
«Entonces habla, Mateo, ¿qué está pasando?», dijo ella, acercándose a él. Sabía que Mateo podía ser muy directo a veces, y hablar sobre lo que pensaba era algo común en él.
«Creo que podrías lastimarte de la misma manera que te lastimaste conmigo. ¿Entiendes?»
«Si eso es lo que piensas, puedes estar tranquilo. No me gusta Ethan.»
«Tampoco te gustaba a mí, pero nuestra convivencia hizo que empezaras a nutrir sentimientos. Si eso sucede, puede estar seguro de que no es asunto tuyo», dijo ella, dándole la espalda y yéndose de allí.
Viendo que se dirigía hacia la entrada de su edificio, Mateo la siguió, sujetándola del brazo.
«No vayas, te dije que necesito hablar contigo», rogó, sujetándola firmemente.
«No tenemos nada de qué hablar ahora, es mejor que me sueltes», pidió, mirando la mano que la sujetaba.
«Solo quiero hablar contigo.»
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