Destinos entrelazados – Mi bebé es hijo del CEO -
Capítulo 149
Capítulo 149:
«Por favor, perdóname, creo que fue el calor del momento, no pensé bien en lo que estaba haciendo.»
«No me pidas disculpas, esto fue muy bueno», dijo Mateo, acercándose una vez más, volviendo a besarla con más ganas.
Sintiendo que aquello era un error, lo apartó con el brazo.
«¡Mateo, por favor!» pidió.
«¿No pensaste que te había gustado?», respondió él.
Con toda la emoción del momento por ver a Ethan, y pensando en una solución para alejarlo, ni siquiera se dio cuenta de la bola de nieve que estaba formando.
Besar a Mateo siempre había sido algo que imaginó durante muchos años, pues siempre pensó que sentiría algo especial en el momento en que sus labios se sellaran.
Pero lo que acababa de suceder allí no fue nada de lo que había pensado. No fue mágico, ni le causó escalofríos.
El único sentimiento que tuvo mientras lo besaba fue simplemente el deseo de que todo aquello terminara pronto, para alejarse lo más rápido posible.
«Te dije que fue por el momento, de verdad, discúlpame por este malentendido, no sé dónde tenía la cabeza.»
La miró unos segundos, confundido. En un momento, creyó que estaba en el camino correcto para llegar a su corazón, pero ahora sentía que estaba aún más distante.
«Está bien, no tienes que ponerte así. Solo que no seré hipócrita al decir que no me gustó», confesó él.
Ignorando lo que dijo, ella fingió no prestarle atención al escenario, dejándolo de lado.
Kate parecía bastante distraída con Daniel, así que creyó que no había visto la escena que los dos protagonizaron hacía poco.
A las cinco de la mañana, Mateo la acompañaba hasta su edificio. Kate había salido con Daniel y, con toda seguridad, no volvería tan pronto. El frío era intenso y el cielo estaba oscuro. Todavía había un gran exceso de personas, y la mayoría parecía muy borracha. Por eso, Mateo la acompañó, para asegurarse de que llegara a salvo, y tal vez con un resquicio de esperanza de que lo invitara a entrar un rato. Estaba disfrutando de su compañía, no quería despegarse de ella.
«Gracias por acompañarme hasta aquí.»
«No es nada, yo te agradezco por hacer de esta noche inolvidable.»
«Apuesto a que estás muriendo de sueño.»
«No, no lo estoy. Si me invitaras a quedarme más tiempo en la calle, seguro que me quedaría», respondió él con cara animada.
A diferencia de él, que parecía estar lleno de energía para dar y regalar, ella solo quería llegar a su cama, calientita y acogedora.
«Vaya, sí que eres duro de roer. Porque yo me siento exhausta, como si un tractor me hubiera pasado por encima.»
Con esa afirmación, sintió que no debía insistir ni pedir que se quedaran juntos. Ya se estaban llevando bien, era cuestión de tiempo para que las cosas mejoraran entre los dos. Bueno, eso esperaba él. Intentaría mantener la calma y el control para no hacer nada que la molestara.
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