Destinos entrelazados – Mi bebé es hijo del CEO -
Capítulo 130
Capítulo 130:
“Yo no voy a arriesgarme a caer en una trampa.”
“Me equivoqué, lo admito, pero por favor, no tomes decisiones precipitadas.”
Ethan le dio la espalda y se fue de allí, esperando que cuando volviera a la sala, ella ya no estuviera.
Al ver que su novio la ignoraba, Eva decidió salir de allí. Llamó a su padre para contarle lo que había sucedido.
“No te preocupes, querida. Si Ethan vuelve a verme…”
“Lo convenceré de que no termine contigo. Tenemos un acuerdo, no puede retractarse de sus palabras”, dijo su suegra al otro lado de la línea.
“Siento que ahora quieres adelantar la cirugía. De este modo, mi sueño de tener hijos con él se desvanecerá.”
“Déjamelo a mí. Haré que posponga esa decisión. Pero necesitas encontrar la manera de quedarte embarazada pronto. No podremos retenerlo por mucho tiempo.”
“Lo sé, pero ahora no puedo pensar en otra cosa. No tengo ninguna idea en este momento.”
“Vuelve a casa y descansa un poco. No te preocupes por esto ahora, ya encontraremos una solución.”
Por la mañana, en la oficina, Sofía había llegado y adelantado su trabajo, pues planeaba salir más temprano y pasar por el supermercado para comprar algunas cosas para la cena. Faltaba solo un día para el fin de año. Como vivía en uno de los lugares más concurridos del país, comenzaba a notar el aumento del flujo de personas cada día que pasaba.
La ciudad estaba llena de luces y la nieve comenzaba a caer, el frío se apoderaba del ambiente. Había conseguido tres días libres, lo que la entusiasmaba, y estaba ansiosa por su descanso de fin de año, algo que siempre recibía.
La puerta de la oficina de Ethan se abrió y él apareció, mirándola seriamente. Como no había llegado el ascensor de los empleados, ella se aseguró de que él la viera.
“Buenos días, señor”, lo saludó nerviosa. No entendía por qué, pero sentía que algo no andaba bien.
“Buenos días, Sofía. Necesito que vayas a esta dirección”, extendió la mano con un papel donde estaba la dirección de una clínica.
Miró con desconfianza, pero decidió mantener la calma.
“Está bien. ¿Qué debo hacer allí?”
“Un examen de rutina”, respondió tranquilamente.
“¿Examen de rutina?”, preguntó extrañada por esa frase.
“Bueno, no te preocupes. Es que acabamos de llegar de países diferentes, es mejor asegurarnos de que no hemos infectado con ningún virus.”
“Claro”, respondió, ya temiendo lo peor.
“Ya te están esperando, no tardarás nada. Cuando regreses, ven a mi oficina.”
Sofía salió de allí con el corazón en la mano y pasó por Recursos Humanos, donde trabajaba Kate.
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