Capítulo 102:

Sofía no podía verlo, pero sentía que sus mejillas ardían. Esa era una de las partes molestas de ser pálida: no podía ocultar las manifestaciones de su rostro cuando se sonrojaba. Se sintió avergonzada por el elogio, especialmente viniendo de un hombre tan guapo como él.

“También eres guapo”, dijo ella.

Ethan le dedicó una leve sonrisa, lo que la hizo sentirse aún más incómoda. ¿Por qué tenía que halagarla? ¿Por qué había dicho eso? Fue embarazoso. Debería haber simplemente dicho “Gracias, sé que soy guapa”, como si fuera la impresión de una mujer segura de sí misma y de su apariencia. Ahora parecía que estaba coqueteando. Lo único que quería en ese momento era desaparecer.

“Si estás lista, podemos ir”, dijo él.

“Claro, solo tengo que tomar mi bolso”, respondió, sin mucho entusiasmo, alejándose de su vista para tomar su bolso, que había guardado en el armario.

Cuando estaban saliendo de la habitación, Ethan pasó la mano por su brazo, como si sintiera que le faltaba algo.

“Espera un momento, creo que olvidé ponerme mi reloj”, dijo, volviendo a entrar en su habitación.

Sofía lo esperó afuera, en el pasillo. Cuando él regresó, notó que Ethan se había puesto el mismo reloj de pulsera que siempre llevaba. Sin dejar pasar la oportunidad, decidió hacer un pequeño comentario.

“Parece que realmente te gusta ese reloj, nunca te vi usando otro”, dijo mientras lo acompañaba por el pasillo.

“Es muy valioso para mí”, respondió Ethan.

“Seguro, vi un Rolex, debe costar una fortuna.”

“Sí, es un reloj caro, pero cuando digo valioso, me refiero al valor sentimental”, añadió él.

Esa frase dejó claro que había algo más detrás del reloj, algo grabado en él. La duda que tenía en ese momento era si debía preguntar.

“¿Cuál es su significado?”, preguntó ella.

“Lo compré en un día muy especial”, respondió Ethan.

Ethan no parecía verse afectado por la pregunta, al contrario, parecía estar de buen humor, lo cual era raro.

“¿En serio?”, preguntó ella, curiosa.

“Estaba muy feliz el día que lo adquirí, así que lo llevé conmigo con la intención de recordarme siempre que ese día existió, incluso si ahora es solo un recuerdo, remoto y distante”.

Ambos se dirigían al vestíbulo, esperando al guía que los llevaría a la reunión con los ejecutivos. Mientras ella estaba detrás de él, no se dio cuenta de que la expresión de Ethan parecía entristecerse, como si algo del pasado hubiera regresado a su mente con toda su fuerza.

“El día que lo olvidaste en casa, no pude evitar notar que había un nombre grabado en él. Mario, si no me equivoco. ¿Quién es Mario?”.

De repente, Ethan dejó de caminar y se volteó hacia ella. Notó que sus ojos se volvieron oscuros, como la sombra de algo que jamás haya existido en la tierra. Su rostro se volvió rígido y su mandíbula parecía estar trabada.

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