Destino incierto
Capítulo 84 (FIN)

Capítulo 84: (FIN)

“¡Infórmale a Fabiana, ella es la esposa!”

“¡Sí, lo haré, desde la clínica!”

Para este momento, Fabiana había logrado retomar sus estudios en una prestigiosa universidad y estaba en su primera semana de clase.

“¡Ay mami, que alegría, estoy retomando mi vida donde la deje!, te juro que pensé que había perdido toda posibilidad”.

“Por eso, hija, nunca debemos decir: nunca jamás porque las cosas cambian radicalmente de la noche a la mañana. Por eso insisto en que reconsideres la locura del divorcio, ¡Tú amas a Alejandro!”

“Pueda que tengas razón, mamá, pero necesito que él rompa con todos los lazos que lo unen a su pasado. ¡Odio esa vida!”

“Suena tu celular, Fabiana”

“Lo tengo en el bolso, madre, voy”

“Hmm… es Martín, ¡Qué extraño!”

“Aló, Martín, ¿Cómo estás?”

“Perdona que te llame, pero se ha presentado una emergencia y me parece importante que lo sepas, y le comuniques a mamá, si está contigo”

“¡Ay no me asustes, Martín, ya basta de malas noticias!”

“Lo lamento, pero llamo para informarte que Alejandro recibió un balazo en el pecho, perdió mucha sangre y lo están interviniendo de emergencia”.

“¡No puede ser! ¿Qué paso?”

“Se enfrentó contra el piro, nuestro más encarnizado enemigo”.

“¿Cómo lo dejaste hacer esa locura?”

“¡No lo pude impedir, era algo personal!”

“¿A dónde lo llevaron?”

“¡A la Clínica del Norte!”

“¡Vamos enseguida, Martín

Fabiana quedó devastada, parecía que la vida se había vuelto en su contra. Las semanas siguientes, fueron de temor, de incertidumbre, impotencia; ante la gravedad de salud en que se debatía Alejandro.

“Fabiana, cariño, por favor, ve a casa y descansa unas horas, se te ve agotada; no puede ser que solo te retires para cumplir con tus clases”.

“Es verdad, hija, tienes que cuidar de ti, no te queremos enferma. Tu mamá y yo podemos estar al pendiente de Alejandro”.

“Las entiendo, y les agradezco, pero no tengo paz si no estoy al lado de mi esposo, monitoreando su progreso y rogando al cielo por su salud”.

Alba y Valeria, intercambiaron miradas de alegría y aprobación, al cambio favorable hacia su matrimonio, que se evidenciaba en la actitud de Fabiana.

Mientras tanto Martín aprovecho esos días, para dar fin a los compromisos con la gente del barrio y cancelar toda deuda pendiente e indemnizarlos satisfactoriamente para que pudieran rehacer sus vidas.

De la misma forma actuó librando de deudas y de cualquier compromiso que los uniera a clientes o comerciantes en sus antiguos negocios.

os hermanos Cruz querían genuinamente romper con cualquier lazo que los atara a su antigua forma de vida.

Pasadas las semanas, la fortaleza de Alejandro, triunfó sobre la muerte, y el amor hizo milagros.

“Fabiana, mi amor, gracias por estar a mi lado. El despertar y ver tu bello rostro y tus manos entrelazadas con las mías me infundieron la avidez de vivir”, dijo con la voz quebrada por la emoción.

“Las enfermeras me han dicho que no te separaste de mí y que eres una esposa muy enamorada”.

Fabiana río de buena gana, y con coquetería le dijo al oído:

“Son unas chismosas, me pusieron en evidencia”.

“¡Te amo con todo mi ser Fabiana, nunca quiero separarme de ti!”

“¡Yo también te amo, Alejandro, eres el hombre de mi vida, y quiero tenerte a mi lado por siempre!”

“¡Te amo con todo mi ser Fabiana, nunca quiero separarme de ti!”

“¡Yo también te amo, Alejandro, eres el hombre de mi vida, y quiero tenerte a mi lado por siempre!”

«Por más aire que sople la tempestad, el amor es la cura para el alma cansada, y para la mente confusa, y para el corazón herido”.

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