Destino incierto -
Capítulo 80
Capítulo 80:
“¿Cómo se encuentra mi esposa, por favor?”
Casi suplicó Alejandro.
“Pase señor, el doctor necesita explicarle algo”.
“¿Yo también puedo pasar? ¡Soy su madre!”, dijo Alba.
“Disculpe, señora, pero a esta área, solo puede pasar una persona, a la vez. Por ahora, solo su esposo”.
El corazón de Alejandro quería salírsele del pecho, llegó jadeante ante el médico de turno.
“Tranquilícese señor. Las noticias que tengo que darle, no son muy alentadoras; le pido que se arme de valor y tenga calma”.
Alejandro sintió que las piernas le fallaban, palideció de tal manera, que parecía un muerto; con la actitud de alguien que espera oír lo peor.
“Como debe usted saber, su esposa ingresó al quirófano con graves heridas de bala que pusieron en riesgo su vida y la del hijo que llevaba en su v!entre”, comentó a explicar el médico.
“Los médicos a cargo, hicimos todo lo que es humanamente posible para salvar estas vidas. Pero ya por el feto, no se pudo hacer nada porque al momento del ingreso; venía ya sin signos vitales. Desafortunadamente, dos balas impactaron su pequeño cuerpo, hiriéndolo de muerte”, continuó.
“La señora perdió mucha sangre, además de la intervención para la extracción del feto, recibió una herida de bala en su brazo derecho y otra en la clavícula; por lo cual va a necesitar rehabilitación más adelante”, dijo.
“Por ahora está muy delicada y fue enviada a la unidad de cuidados intensivos. Tengamos fe de que va a salir victoriosa de este embate, su juventud la favorece”.
“¿Puedo verla?”
“No, por ahora tiene las visitas totalmente restringidas”.
Alejandro, inmerso en su dolor, salió y como pudo dio la noticia a las mujeres que lo esperaban ansiosas.
Ya para ese momento se encontraban acompañadas de Martín.
“Sentimos mucho la muerte del bebé, Alejandro, sencillamente no hay palabras para expresar la tristeza que nos embarga”.
“Sí, esto es una verdadera desgracia familiar”, comentó Martín, con un nudo en la garganta, dando un abrazo fuerte a su hermano en señal de solidaridad.
“Roguemos para que Fabiana recupere totalmente su salud y pueda superar la muerte de su bebé”.
“No quiero pensar, como se pondrá cuando se entere… Quiero estar a su lado para compartir ese dolor y darle toda la comprensión y el amor que necesita”.
“Si Alejandro, tienes que ser fuerte, superando tu propio dolor, para que ella pueda apoyarse en ti”.
Valeria, analizando la situación del momento, sugirió:
“Vamos a casa a cambiarnos de ropa y tratar de descansar unas horas. Ya aquí por ahora no podemos hacer nada más, solo nos queda esperar que los enfermos vayan evolucionando satisfactoriamente”.
“Estoy de acuerdo con mamá, Alejandro, recuerda que tenemos que atender lo de los sepelios de papá y de tu suegro. Además, tenemos que saber, como van evolucionando las pesquisas que adelanta la policía, respecto de los atacantes”
“Ustedes tienen razón, pero en este momento, no tengo cabeza para nada. Mi entorno se desplomó como un castillo de naipes. Y ahora se suma el dolor inmenso de dar sepultura a mi primer hijo, aun por nacer..”., dijo lleno de lágrimas y con la voz ronca.
“Pero la vida sigue… quisiera borrar las últimas veinticuatro horas de mi vida… ¡Pero no puedo! Y la vida sigue… implacable”
Se limpió el rostro como pudo con el dorso de las manos.
“Ahora, debo pasar a preguntar por el estado de salud Santiago y de uno de los hombres de Odín, que estaban heridos, tengo que saber en qué condiciones se encuentran”.
“También, debemos ver con cuántos hombres contamos aquí, pare montar vigilancia. No podemos dejar desprotegidas a Amelia, a Fabiana y a la bebita de Martín”.
“Tienes razón hermano, como siempre, nunca pierdes el norte; aun en los momentos más…”, Dijo.
“Deja que yo me encargue de lo referente a la vigilancia y a los turnos que deben cumplir nuestros hombres; voy a hablar con Hugo, para que él se encargue de la organización y tú ve a preguntar sobre el estado de salud de los heridos; y si les hace falta alguna cosa, debemos suplir sus necesidades”.
“Me parece bien, Martin, entonces hazte cargo”.
…
Las siguientes semanas, fueron traumáticas para los sobrevivientes de la Familia Cruz. Fue noticia nacional el atentado y la masacre acaecida en la fiesta de bodas del hijo menor de Uriel Cruz; renombrado comerciante de joyas, así como de la muerte de Odín Reyes, reconocido hombre de negocios.
La asistencia a los funerales, fue multitudinaria.
Nunca antes el trabajo de los hombres de Odín, Uriel y Alejandro, fue tan ocupado y laborioso como en esta ocasión.
Tuvieron que cubrir en estricta vigilancia, en primer lugar, el hospital donde se encontraban convalecientes las esposas de los Cruz, así, como dos de sus hombres más cercanos.
Y repartirse entre la funeraria y las propiedades de las familias afectadas, hizo arduo su trabajo.
Una vez cubierto el protocolo de la sepultura de los jefes de familia como del bebé de Alejandro; el ambiente alrededor de la familia, se tornó en una pesada calma.
Martín estaba agradecido con la vida.
Ya su amada Amalia y su bebita se encontraban en casa, en franca recuperación; se consideraba un hombre afortunado, a pesar de todo.
No así Alejandro, que pareciera que el destino se estuviera confabulando en su contra.
Las últimas semanas, lo habían llevado al límite de sus fuerzas, viviendo en una agonía permanente.
En alguna oportunidad; una de sus víctimas le había gritado diciéndole que lo que se siembra se recoge; si esto era cierto… la vida estaba pasándole factura.
Alejandro, en estos aciagos días, no quiso moverse del ambiente de cuidados intensivos, solo lo hizo, para atender sus necesidades y su cuidado personal; junto con su madre y su suegra, hacía turnos, para estar al tanto de la evolución de Fabiana.
Siempre con la restricción de que solo a distancia se la dejaban ver, y en horas puntuales del día.
La recuperación de la chica, estaba siendo lenta y complicada, su lucha contra la muerte se tornó sin cuartel; tuvo momentos angustiantes de crisis donde su vida pendió de un delgado hilo.
Estaba pasando por un período de recuperación, más prolongado de lo que se había anticipado.
…
Días más tarde:
“Tengamos fe Alejandro, el médico que pasó revista esta mañana, estaba muy optimista en cuanto a la salud de Fabiana”
“dijo que empezaba a suspender ciertos medicamentos que ya no serían necesarios”, dijo Alba, la mamá de Fabiana.
“Parece que mis ruegos están siendo escuchados por quien quiera que tenga el poder. La verdad es que nunca he sido devoto, ni he creído en nada ni en nadie. Pero te juro Alba, que nunca recé tanto en mi vida”
“Cuando las pruebas tocan nuestra puerta, y nos sentimos completamente vulnerables; muchas cosas cambian. Lo que tenía valor… ya no lo tiene, lo que era seguro, de pronto ya no lo es”, le dijo su suegra.
“En fin… te aseguro Alejandro, que después de vivir esta prueba, jamás volvemos a ser los mismos”
“Tienes razón Alba. Te Confieso que todo este imperio que dejó mi padre, que en otro momento era lo único que tenía valor para mí; ahora, no me interesa para nada. Anhelo con todas mis fuerzas, empezar una nueva forma de vida”, expresó Alejandro.
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