Destino incierto -
Capítulo 74
Capítulo 74:
“No sabes la tranquilidad y la alegría que me produce el milagro de que mi padre este de acuerdo con Martín y conmigo, en este punto. Con la posición favorable de mi padre, ya tenemos andado la mitad del camino”
Y después agregó:
“También, te confieso, que tenía mucho miedo de que me negaras el perdón Fabiana”, dijo suavemente mientras frotaba su espalda.
“Sé que te he hecho mucho daño por mí egoísmo, y equivocado concepto de hombría. Pero te prometo, que de ahora en adelante, trataré por todos los medios de resarcir el mal que te hice. No quiero que sufras más, he comprendido que no te lo mereces”
Fabiana prefirió guardar silencio, tenía mucho temor de darle un voto de confianza.
Solo los hechos y el tiempo, demostrarían la sinceridad de las palabras de Alejandro.
“Comprendo que no me respondas, porque tienes temor de creer en mi sinceridad, y quiero decirte que respeto tu silencio”
Alejandro dando un vistazo a su reloj dijo:
“Déjame llamar a Hugo, para que prepare el vehículo y la gente que nos va a escoltar para salir, ¡Uff! Ya vez que no puedo manejar..”., suspiró.
“Quiero que me acompañes a la clínica a hacerme el chequeo y la curación. Después iremos a un lugar que ni te imaginas; hoy será memorable para ti, quiero darte el mejor regalo que puedas recibir en mucho tiempo”
Y luego le pidió:
“Solo te ruego que me prometas que estarás lo más
tranquila posible, no quiero que la emoción pueda llegar a perjudicarte, o alterarte a ti o a nuestro hijo. Solo piensa que es algo que te dará mucha felicidad”.
“¡Oh, no, no me puedes dejar así! Soy terriblemente curiosa, me dijiste que no me ibas a hacer sufrir..”.
“No, mi amor, confía en mí, es algo muy bueno para ti”.
De ahora en adelante vas a tener que aprender a confiar en lo que te diga; nuestra vida comienza a cambiar desde hoy, ten confianza mi amor.
Mientras se preparaban para salir, Fabiana se devanaba los sesos pensando que sería aquello tan bueno que Alejandro pensaba regalarle.
Por otro lado, la confesión de amor que le había hecho su esposo, la tenía verdaderamente asombrada.
Nunca pensó que el milagro de la vida de su hijo fuera producir un cambio tan drástico y tan positivo, en el temperamento de Alejandro.
Sin embargo, ella, pensaba Irse con calma, esperando y observando el desenvolvimiento de los acontecimientos; no quería llevarse una decepción, que de suceder la destrozaría y acabaría con la poca fe que le quedaba.
Después de disfrutar de un ligero y nutritivo desayuno; los esposos Cruz, se dirigieron a la clínica donde Alejandro sería atendido de su dolencia.
“Buenos días, doctor”
“Buenos días, Señor Cruz, señora, pasen y tomen asiento”.
“Dígame, ¿Cómo sigue esa herida?”
“He tenido dolor, doctor, y tengo el brazo un poco afiebrado”.
“Venga, vamos a revisarlo, recuéstese aquí en la camilla, mientras la enfermera le retira las vendas”.
“Hmm… lo tiene enrojecido, pero es normal, en general lo encuentro bien, aunque si lo veo un poquito hinchado, eso es por el movimiento. Parece que usted, no se me ha cuidado del todo, Señor Cruz”
“Pues la verdad, doctor, es que por compromisos pendientes no pude guardar un verdadero reposo; lo que sí puedo asegurar es que, me he tomado el tratamiento recetado, al pie de la letra”.
“Bueno, al menos eso lo ha beneficiado, porque la herida está sanando bien. Voy a ordenar que la enfermera le haga una limpieza profunda y vuelva a vendar ese brazo”, dijo.
“Si le advierto que tienen que mantener el brazo en cabestrillo y guardar reposo para que no se nos presenten problemas a última hora; usted es un hombre joven y sano y todo está a su favor, solo cuídese”
Hizo una pausa mientras tomaba nota.
“Lo espero la próxima semana. Continúe con el tratamiento hasta agotarlo”.
“Bien doctor, gracias, nos vemos entonces la próxima semana; hasta entonces”.
Fabiana estaba inquieta y a la expectativa, no podía sacar de su mente, la prometida sorpresa que Alejandro decía tenerle para ese día; que una vez pasaron por caja para cancelar la consulta médica y ya libres de compromiso en la clínica; apresuró con disimulo a su esposo, para no perder tiempo, y empezó diciendo:
“Me contenta que te hayan encontrado bien y que esa herida esté en buen proceso de cicatrización; ahora tienes que obedecer el concejo médico de cuidarte y reposar, para que se desinflame y desaparezca el enrojecimiento”
Y luego:
“¿Hacia dónde nos dirigimos ahora, Alejandro?”
Fabiana le hizo esta pregunta de la manera más casual posible, conteniendo el río de curiosidad que la dominaba.
Alejandro, al que nada se le pasaba por alto, la miró en forma divertida con una sonrisa dibujada en sus labios.
“Calma, ya voy a satisfacer tu curiosidad..”.
“¿Hmm? Solo preguntaba, nada más”
Se miraron a los ojos y no pudieron contener la risa, las palabras sobraban.
Alejandro dio la orden de dirigirse al norte, en dirección al famoso centro comercial ubicado en esa zona exclusiva de la ciudad.
“Bueno amor, aquí estamos, daremos un corto paseo por el lugar, porque seguramente vas a venir aquí muchas veces de ahora en adelante y tendrás ocasión suficiente de, no solo, conocer cada rincón de este comercio; sino de familiarizarte con todo lo que hay aquí”
“No te entiendo Alejandro..”.
“No hace falta, ya me entenderás”.
Después de dar una caminata de reconocimiento por la populosa planta baja, saturada de hermosas y elegantes tiendas con coloridos exhibidores adornados con un sinnúmero de mercancías que hacían las delicias de grandes y chicos.
Se dirigieron a la escalera automática, rumbo al piso inmediatamente superior. Las tiendas que allí había llamaron la atención de Fabiana porque eran artículos con los que ella estaba familiarizada, telas y accesorios de costura.
Fabiana quedó fascinada.
“¡Qué lindo lugar Alejandro! Estas tiendas me traen recuerdos muy gratos de mi infancia y de mi temprana juventud. Casi puedo decirte que yo me crie entre telas y botones. Siempre ayudé a mi madre en sus tiendas, hasta que..”.
El hermoso rostro de Fabiana se ensombreció de repente, por un momento quedó sumergida en sus recuerdos.
“No te preocupes, Fabiana, no traigas malos recuerdos a tu mente; te prometo que todo está a punto de cambiar”.
De pronto se encontraron frente a una enorme y llamativa tienda, muy bien surtida y exquisitamente decorada. Ambientada con una suave música muy familiar al oído de Fabiana.
La chica quedó petrificada.
“¿Qué sucede amor?”
“¡Esa música es la preferida de mamá! ¿Qué pasa Alejandro?”
“Y… ¿Ese hermoso aviso con mi nombre? ¡Dime! ¿Qué pasa, explícame, por qué tanta casualidad?”
“Solo entremos y encontrarás la respuesta a tus inquietudes..”.
Fabiana se limitó a obedecer la invitación.
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