Destino incierto
Capítulo 73

Capítulo 73:

“Si señorita, muchas gracias, me parece perfecto”.

“Me da el nombre de la paciente, por favor..”.

“Fabiana Cruz”.

“Gracias, la paciente quedó anotada para la hora y día indicados”.

“Confirmada señorita, gracias, feliz día”.

“Listo, Fabiana, me alegro de que comiences en forma tu control prenatal, así podrás estar más tranquila”

“Si amiga, ya no me siento tan aprensiva. Estoy comenzando a aceptar mi nuevo estado y lo único que me importa ahora es el bienestar de mi hijo”

“Bienvenida al club, sabía muy bien que tu rechazo a tener un hijo duraría hasta el momento en que quedaras embarazada. Después todo es mágico, amiga..”.

“Si Amalia, tienes razón. Por otro lado, voy a hacer lo que tú, llevar las cosas con calma; cada cosa a su tiempo, para disfrutar cada etapa de mi embarazo, sin presión”

“Es lo mejor amiga, aunque te advierto que el tiempo corre, estás empezando el embarazo y volteas a ver y ya estás pariendo..”.

“Sin exagerar, por favor, sin exagerar..”.

“Hmm. Lo vas a ver y luego me dirás… Por otra parte, quería preguntarte que has pensado para el agasajo que te quieren hacer, por la venida del bebé”.

“No sé Amalia… seguro que a Odín no le va a gustar mi decisión, porque él quiere algo por todo la alto; pero dadas las circunstancias, yo prefiero que tengamos un compartir aquí en la casa, tranquilos”.

“Estoy de acuerdo contigo, es mejor no exponernos sin necesidad, Y ¿A quiénes piensas invitar?”

“¡Por favor Amalia! ¿A quiénes más? A los de la familia y tal vez si Alejandro lo permite a los dos hombres de más confianza, Hugo y Santiago”, dijo.

“Aunque no te niego que si supiera donde está mamá… ella sería mi invitada especial. ¡Nada me gustaría más que compartir con ella, estos momentos tan importantes en mi vida!”

“¡Qué irónico, Fabiana! Yo que la tengo a solo una llamada de distancia, no tengo el entusiasmo de compartir con ella, de la forma que tú lo tienes; mi relación con mi madre no ha sido nunca, lo cercana que hubiera querido”.

“Simplemente, nos llevamos bien, pero no hay ninguna intimidad; nos hemos limitado a mantener un trato cordial, y ya”.

“Lo siento Amalia, ¡Ojalá fuera diferente! Pero aunque jamás lo comenté, sí me he dado cuenta de que ella nunca te visita”.

“Es por lo que te digo, nuestro trato es cordial, pero distante; por otro lado, está la condición de rechazo hacia mi relación con Martín que nunca ha sido superada”

“Esperemos que la llegada del bebé a la familia y también tu decisión de casarte, suavicen las asperezas entre ustedes”.

“Me encantaría que eso sucediera Fabiana, me traería mucho alivio y alegría”

“Y hablando del matrimonio, ¿Para cuándo dejaron la fecha?”

“Pues mira, dejamos fecha abierta; pero ya contratamos el club y ellos mismos se encargan de la comida, y de todo lo concerniente a la recepción en general, manejan paquetes completos para este tipo de actividades; de manera que le facilitan a una mucho las cosas”.

“Qué bueno porque como acabas de decir, te ahorras esfuerzo y tiempo, además con la ventaja de que todo sale bien, porque son expertos en eventos”

“Si estoy muy contenta de haber encontrado esta oferta; ¿Te imaginas yo sola haciendo todo?”

“Ahora habrá que esperar que Alejandro se ponga bien y fijaremos la fecha, ya no nos queda mucho tiempo antes del nacimiento del bebé; debemos apurarnos”, dijo.

“De hecho, el miércoles día de tu cita, aprovecho para visitar las tiendas, con el propósito de escoger la cunita para el bebé y dejarla apartada, para que Valeria pase a cancelarla; porque desde hace meses me tiene ¡Es para que lo haga”

“¡Ah, eso sí! Ni se te ocurra inventar nada más porque no te lo perdonaría”.

Esa noche Fabiana espero despierta hasta tarde a su esposo, pero fue vencida por el cansancio.

Al día siguiente:

“¡Buenos días, cariño!”

“Buenos días, Alejandro, te espere hasta tarde, pero el sueño me venció. ¿Llegaste muy tarde?”

“Un poco mi amor, nos entretuvimos en la joyería y la verdad que no nos percatamos del tiempo”.

“Perdona que te diga algo, Alejandro, no me parece prudente lo que estás haciendo. Tengo entendido que perdiste mucha sangre… eso, por un lado, por otro, tienes una herida que debes cuidar para una perfecta cicatrización, y no estás guardando reposo”.

“Es verdad Fabiana, tienes razón. Dentro de un rato voy a que me hagan la curación y presiento que el médico me va a mandar reposo porque tengo bastante dolor”

“Ya ves Alejandro, eso me preocupa; yo… el… solo quiero decirte… ¡El bebé te necesita!”

Alejandro podía leer entre líneas, lo que en realidad quería decir su esposa, y lo emocionaba los sentimientos que empezaban a aflorar en ella, aunque hiciera lo posible para no ponerse en evidencia.

“Por otro lado, Alejandro, quería decirte que ya tengo cita para hacerme mi primer control prenatal, Amalia contactó a la doctora con la que ella lleva su revisión mensual”

Y agregó:

“Me parece una profesional confiable y tiene mucha experiencia”.

“¡Ah, qué bien! Me gusta que hayas adelantado esta diligencia, es muy importante, ¿Para cuándo te dieron la cita?”

“Para el miércoles en la mañana”.

“¡Chévere! ¡Pronto vamos a oír el latido del corazoncito de nuestro bebé!”

“Sí, Alejandro, eso a mí también me entusiasma mucho”.

Alejandro, de repente, se quedó absolutamente en silencio, por unos minutos, se nota por su expresión, que lucha con sus pensamientos.

Fabiana se quedó a la expectativa, no sabía que batalla se llevaba a cabo en la mente de su esposo. Sin embargo, al cabo de un rato, se atrevió a preguntar:

“¿Pasa algo Alejandro? ¿Puedes decirme qué te inquieta?”

Por toda respuesta, Fabiana recibió una tierna mirada de su esposo, acompañada del gesto de inclinarse y acercarla contra su pecho; con una ternura que ella desconocía hasta el momento.

La sorprendía el hecho, de que este hombre pudiera ser capaz de llegar a sentir y a manifestar esta clase de sentimientos.

“¡No es nada Fabiana! Solo que estoy descubriendo que… ¡Te amo!”

Fabiana quedó muda, por el impacto, totalmente sorprendida, solo atinó a recibir, la manifestación de cariño de su esposo, quedándose allí quieta entre sus brazos.

Alejandro, sin soltarla y dándole un beso en la frente, le preguntó:

“¿No dices nada, Fabiana?”

“No sé de verdad que decir, me tomas totalmente por sorpresa Alejandro..”.

“¿Crees que alguna vez puedas perdonarme?”

“Si Alejandro, mi ira ha bajado mucho de un tiempo para acá; tengo resentimientos, no te lo puedo negar. Pero he comenzado a mirar la vida desde un ángulo más amable; la expectativa de ser madre lo cambia todo”

“Eso me da esperanza sobre un nuevo comienzo en nuestra relación, Fabiana”.

Alejandro pronunció estas palabras con devoción, como si estuviera orando, aunado a un gesto de mayor protección hacia su mujer; como gritando sin palabras.

¡No te quiero perder!

Y en esta posición continúo diciendo:

“He hablado con mi padre, acerca de empezar a cambiar esta vida tan agitada y llena de peligro. Debemos hacerlo por el bien de nuestro hijo, por tu felicidad, y por el bien de toda la familia..”., le contó sus intenciones.

“Y aunque no lo creas amor, contra todo pronóstico; él está de acuerdo; papá mismo quiere cambiar de vida… anhela retirarse a descansar lo que le resta de años”.

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