Destino incierto
Capítulo 69

Capítulo 69:

Los dos hermanos se dirigieron al dormitorio de sus padres y mientras Alejandro se duchaba con dificultad, su hermano le preparaba ropa de dormir para cambiarse; no veía la hora de deshacerse de su ropa contaminada.

Mientras tanto, Valeria preparaba algo ligero para cenar, Una vez de vuelta, padre e hijos conversaban sobre la situación, para tratar de ordenar sus pensamientos.

Alejandro fue el primero en abordar el tema.

“¿Qué piensas papá? ¡Esto está muy raro!”

De verdad no supo qué pensar… en este momento desconfío hasta de mi sombra.

“¿Tú crees que Ramón Alarcón, quiso darnos una mala pasada?”

“¡No sé!, Martín, ya te digo que estoy en estado de shock. Tengo que dejar que mi cabeza se enfríe para poder pensar con claridad. Solo demos gracias por estar vivos”.

“Tienes razón, papá, el agotamiento y la adrenalina nubla nuestro entendimiento. Es preferible tratar de descansar, sí es que podemos llegar a hacerlo… y mañana debemos sentarnos a dilucidar este rompecabezas”.

Para ese momento, ya Valeria, tenía preparada la mesa con algunos bocadillos ligeros acompañados de una aromática y calentita sopita de pollo.

“Ay, querida, estas sopitas hacen que me enamore más de ti, tienen la virtud de sanar cualquier herida, tristeza o preocupación, ¡Te amo!”

“Totalmente cierto, ¡Te amo a ti madre y a tus sopitas de pollo!”

“¿Y qué dices tú, Alejandro?”

“¿Qué puedo decir, mamá? ¡Que estoy cien por ciento de acuerdo con el veredicto de papá y de Martín! ¡Tus sopas son mágicas!”

“Ay hijo, me diste el susto del siglo, ya con ropas limpias vuelves a ser tú”.

“Perdona, mami, no quise presentarme delante de Fabiana en esas condiciones. A ti tampoco quería inquietarte; pero por lo menos tú nos comprendes, gracias por tu amor y por tus ropas limpias. ¡Eres un ángel!”

“Por ahora descansen, se les nota agotados. Mañana será un nuevo día”.

En la hacienda, Fabiana se quedó pensativa, con la llamada telefónica de su marido; había sido muy parco en su explicación del porqué tenía que quedarse en casa de su padre, hasta ahora en su vida de casada, este comportamiento era algo inusual.

Por lo que fue a hablar con Amalia, para saber qué opinaba ella del asunto.

“Amalia… ¿Cómo estás, amiga?”

“Bien Fabiana, pasa… ¿En qué te puedo servir?”

“Pues no sé exactamente amiga, pueden ser tonterías mías, pero… me quedé preocupada por una llamada de Alejandro, diciéndome que se quedaba hoy en casa de sus padres, sin darme mayores explicaciones”.

“Como no es algo que me hubiera sucedido antes, pues eso me inquieta… ¿Qué opinas tú?”

“Yo estoy igual que tú, Martín también me llamó para decirme lo mismo; que tenían trabajo y se iban a quedar en casa de Uriel. Él siempre me da detalles de sus andanzas, pero esta vez no quiso soltar prenda”

“¿Pasaría algo malo, amiga?”

“¡No!, no lo creo… lo que pasa es que esos negocios en los que ellos se meten, son un tanto complicados y a lo mejor se les enredó algo. Quédate tranquila Fabiana, siempre se dice que lo malo es lo primero que se sabe”.

“Sí, es verdad, soy una boba. Disculpa”.

“No hay nada que disculpar, si tienes alguna inquietud, es bueno que me preguntes, para eso estamos”.

“Descansa tranquila, no te conviene estar por el bienestar de tu bebé”.

“Eso va para ti también”

“Si claro. ¿Ya cenaste?”

“No aún, no”

“Vamos a cenar y luego podemos ver una película; ¿Qué te parece?”

“¡Genial!, vamos, pues”

….

Al día siguiente, Uriel recibió, temprano, una llamada de Odín.

“¡Aló, Uriel!”

“Si amigo, ¿Cómo estás?”

“Mira, necesito reunirme contigo, para informarte algunas cosas de tus hombres”.

“Yo estoy aquí en casa, si quieres puedes venir… la verdad es que yo también necesito hablar contigo”.

“Está bien, en un rato estoy allá”.

“Okay, te espero”.

Alejandro aún estaba descansando, la verdad es que le dolía todo el cuerpo y el brazo en especial se vela hinchado y lo sentía pesado.

Los médicos tuvieron que escarbar para sacarle la bala.

“Buenos días, Alejandro, Odín me acaba de llamar y viene en un rato para acá”.

“¿Le contaste algo?”

“No, mejor ahora cuando venga, lo enteramos de lo sucedido”.

“Llama a tu hermano; vamos a desayunar”

Odín, no tardó en llegar, como prometió.

“Pasa amigo, ponte cómodo. ¿Ya desayunaste?”

“Si ya, gracias”

Al entrar en la sala de recibo, se quedó sorprendido de ver a Alejandro con el brazo en cabestrillo.

“¿Y a ti, qué te pasó? ¿Cómo te accidentaste?”

“Es mejor que te sientes Odín, el cuento es largo”

“Bueno… pues soy todo oídos. Empieza..”.

“Nos hicieron un atentado, ayer en la tarde”.

“¿Un atentado? ¡Entonces es un balazo lo que tienes en el brazo!”

“Así mismo es, suegro”.

“Y ¿A ustedes no les pasó nada?”

“Por fortuna, solo una bala, me rosó la oreja”.

“Ahí me la curaron y me la vendaron, pero nada grave. Y Martín salió ileso de milagro”

“¿Y saben quiénes fueron, los vieron?”

“No, fue totalmente sorpresivo, Cuando nos dimos cuenta volaban balas a diestra y siniestra. Nosotros respondimos de inmediato, pero tú sabes cómo es esto, siempre lo toman a uno, fuera de base”.

“Fuera de base, me estás dejando Uriel. No entiendo nada. ¡Explícame!”

“Ayer en la mañana tuvimos una reunión de negocios con Ramón Alarcón, el proveedor de gemas. Nosotros creíamos que solo tendríamos un primer contacto, pero en realidad el hombre venía preparado para negociar de una vez; y así se hizo”.

“La negociación fue legal y todo fluyó bastante bien”.

El problema lo tuvimos cuando veníamos hacia la joyería para poner en resguardo las piedras.

Nos faltaban unas cuadras cuando en el cruce de uno de los semáforos, se nos atravesó un camión cava y salieron disparándonos repentinamente.

“Gracias a la pericia del conductor pudimos escapar, de una persecución, que de otra manera nos hubiera resultado fatal”.

“Esto sí que está muy raro..”., dijo Odín, rascándose la barbilla.

“Sí, Odín, nosotros no hemos tenido cabeza para nada, no sabemos por dónde empezar”

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