Destino incierto -
Capítulo 65
Capítulo 65:
Ya cumplido el tratamiento del momento, el médico se les acercó para dar de alta a Fabiana y entregar las recomendaciones.
La señora, ya puede retirarse, puede seguir llevando su rutina diaria, cuidando de no excederse. Por ahora todo va bien.
Solo le recomiendo que se comience a controlar con el obstetra de su preferencia; aquí le podemos ofrecer los servicios de dos colegas, muy buenos. O en su defecto, cualquier otro médico de su confianza.
Pero es importante que empiece a controlarse pronto.
“Lo haremos, doctor, mil gracias”
Una vez en casa, y después de dejar instalada a su esposa descansando, en su cuarto. Alejandro salió de prisa en dirección a las habitaciones de Martín, gritando:
“¡Martin, voy a ser padre, yo también, ven dame un abrazo!”
Martín al oírlo, de un solo salto, llegó a la puerta.
“¿Qué te pasa hermano, te volviste loco?”
2¡No Martín, es cierto!, acabo de llegar con Fabiana de la clínica, y allá confirmaron que está esperando un hijo mío”.
“¡Venga acá un abrazo, hermano! ¡Felicitaciones!”
“¡Vamos, pasa, cuéntame! ¿Qué sucedió, porque estaban en la clínica?”
“Tuve un disgusto con Fabiana y ella perdió el conocimiento. Vine a buscarte, pero tú habías salido; entonces me fui con Tiago, y allá, al examinarla, se dieron cuenta de que estaba en cinta”.
“Uff, querido hermano, cuando aprenderás que hay una diferencia enorme entre tu esposa y los hombres que están a tu servicio; tú no haces diferencia y metes a todos en el mismo saco”.
“Tienes mucha razón, Martín, no había querido entenderlo. Pero ahora todo es diferente, debo enmendar mi comportamiento por el bien de mi hijo”.
“Y por el bien de tu esposa y el tuyo, ¡Todos cuentan!”
En realidad es por el bien familiar.
“¿Ya llamaste a mamá?”
“¡No!, es que aún no salgo de mi asombro. Ya lo hago”
“¿¡Halo, mamá!? Soy Alejandro, ¡Te tengo una maravillosa noticia! ¡Voy a ser padre!”
“¿Cómo así, Alejandro? ¡Cuéntame!”
“Tuve que llevar a Fabiana a la clínica porque se sentía mal, y al examinarla diagnosticaron que estaba embarazada”, dijo emocionado.
“¡Estoy muy contento, mamá, ¡Por fin!, ya estaba pensando que ella o yo teníamos alguna dificultad para tener hijos”.
“No hijo, todo tiene su tiempo, solo hay que saber esperar. Te felicito, yo también me alegro mucho, ¡No puedo creerlo, cariño, por fin un nieto tuyo!”
“¿Papá está por ahí?”
“Sí, hijo, ahí te lo paso”
“Ya escuché Alejandro, que vas a ser padre. Como me alegro por ti. Excelente que la familia empiece a crecer, nosotros vamos envejeciendo y hace falta sangre nueva”
“¿Cómo está Fabiana?”
“Bien papá, me imagino que comenzará con los malestares propios de su estado, pero eso es pasajero”.
“Tenemos que dar la noticia a Odín, vamos a ver como se estrena el viejo, como abuelo, y por supuesto, celebrar el acontecimiento”
“Tienes razón, voy a decirle a Fabiana que le diga, si no me toca llamarlo a mí”.
“Cualquier cosa, me avisas. Ahí te paso a tu mamá”
“Sí, hijo, es verdad avísenle a Odín hoy mismo, o a más tardar mañana, porque si no va a sentir que lo relegaron. Cuida mucho a Fabiana y tenle paciencia, ahorita se pone muy sensible”.
“Si mami, no te preocupes. Tendré buen cuidado de no molestarla”.
“Bueno hijo, gracias por llamarme y gracias por hacerme tan feliz”.
“Okay, mamá, hasta luego, que descanses”
En ese momento salía Amalia del baño, y alcanzó a escuchar parte de la conversación.
Pero Martín la puso al tanto de la nueva noticia.
“¡Amallia, felicita Alejandro, va a ser padre!”
“¿Sí? ¡Qué bueno, excelente noticia, felicitaciones a los dos!; me alegro porque ya no voy a estar sola y mi hijo va a tener con quien jugar. ¡Llegó la alegría a esta casa!”
“Sí, Amalia, tú lo has dicho, llegó la alegría a esta casa. Ven dame un abrazo”
Amalia, extrañada, pero contenta, correspondió al abrazo de Alejandro.
“Gracias por compartir mi alegría, familia. Me voy a ver cómo sigue Fabiana. Los amo”
Una vez que Alejandro se retiró de la habitación, Amalia comentó:
“Estoy presenciando un milagro, Martín, si un hijo le cambia el temperamento amargado y violento a Alejandro es una verdadera victoria”.
“Es cierto cariño, el amor hace milagros”
Alejandro, una vez en el dormitorio, se acerca a su esposa; y en forma comedida, acariciando su cabello, le pregunta:
“Mira mí amor, quería comentarte, qué mamá me recordó que es necesario darle la noticia de tu embarazo a Odín, porque si nos demoramos en decirle se puede molestar”
“Yo deseaba preguntarte, si tú querías dársela, porque es lo más lógico, tú eres su hija”
Fabiana, dirigió una fría pregunta:
“Mira mi amor, quería comentarte, qué mamá me recordó que es necesario darle la noticia de tu embarazo a Odín, porque si nos demoramos en decirle se puede molestar”
“Yo deseaba preguntarte, sí tú querías dársela, porque es lo más lógico, tú eres su hija”
Fabiana, dirigió una fría mirada hacia su esposo.
“¿Desde cuándo soy su hija? Porque yo nunca he sentido el calor de un padre”, dijo estas palabras con amargura, denotando un gran dolor.
“Lo sé, amor, pero es momento de empezar a perdonar. No te conviene guardar rencilla en tu corazón, porque eso te daña a ti y a nuestro bebé”, dijo con calma.
“Estoy seguro de que tú, como yo, anhelamos tener un hijo sano física y mentalmente. Pero si aún no te sientes preparada, no importa, llegará el momento. Entonces se lo diré yo”
“No, se lo diré yo… admito que tienes razón Alejandro”.
“Ciertamente, no se lo diré con bombos y platillos, como me gustaría haberlo hecho a un verdadero padre. Pero se lo diré..”.
“Está bien, como tú digas, solo que será mañana porque ya está muy tarde, vamos a descansar, necesitas dormir”.
Uriel recibió una llamada de su cliente, el hombre al que llamaban Pedro, ojo pelao.
Para concretar una reunión para mediados de semana, con el vendedor de las piedras, en un lugar neutral a lo que él accedió, y se puso en contacto con sus hijos para ponerles al tanto.
“Aló, Alejandro, mira llamo para informarte que Pedro me llamó para concretar una cita con el vendedor de las piedras. Ellos quieren reunirse con nosotros en un lugar neutral; por lo que yo los cite en el Ítalo, me parece un lugar discreto para hablar”.
“Si papá, a mi también me gusta ese lugar”
“¿Para cuándo concertaron el día?”
“Para el miércoles a las nueve de la mañana”.
“Está bien papá, le diré a Martín, Y allí nos veremos”.
Después de desayunar, Alejandro recordó a Fabiana, el compromiso de llamar a Odín para darle la noticia.
“Aló, Odín, ¿Cómo estás?, habla Alejandro”.
“¡Ah, sí, ¿Cómo estás”, dime!”
“Te llamamos Fabiana y yo, porque ella tiene algo importante que contarte”
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