Destino incierto -
Capítulo 16
Capítulo 16:
Fabiana se encontraba en su cama, con su espalda reclinada sobre dos grandes almohadones, las piernas estiradas y la novela que leía entre sus manos.
“¡Hola Fabiana!, ¿Qué haces chica?, he extrañado tu presencia a las horas de las comidas y no has vuelto a la piscina y, ¡Con lo que te gusta! ¿Estás enferma?”
Fabiana con una amplia y genuina sonrisa le respondió:
“Gracias Amalia, por el bonito detalle de venir a preguntar, me conforta el saber que alguien en esta casa se interesa por mí”
Fabiana en verdad se encontraba sorprendida.
“Y no… no estoy enferma como tal… simplemente me enrede con la alfombra del baño y me di un fuerte golpe en el rostro contra el lavamanos..”.
Espero que esta realmente se crea lo que le estoy diciendo, pensó Fabiana, no quería que Alejandro la golpeara de nuevo.
“¡Uff!, fue un verdadero descuido de mi parte”, le explicó.
“María me ha estado trayendo agua caliente con yerbas para desinflamar y algunas cremas, ya estoy mejor”
Pronto me tendrás de vuelta por la casa nuevamente.
Amalia, mirando con cierta sorna a Fabiana, le dijo:
“¡Oye amiga, tienes que tener mucho cuidado con las alfombras!parece que tienen algo contra ti… son extremadamente peligrosas..”.
Fabiana se dio cuenta de que Amalia no se había comido el cuento.
‘¡Claro, conoce su gente!’, pensó.
“Y dime ¿Qué lees?”
“Ah, una novela de Agatha Christie”
Esa pregunta era una excelente excusa para cambiar de tema, así que decidió seguirle la corriente.
“Me gustan sus tramas, me sumerjo en ellas y se me va el tiempo sin darme cuenta. Los libros han sido siempre mi mejor compañía, recuerdo que de niña me encerraba en mi cuarto a leer cuentos infantiles y más tarde novelas costumbristas..”., recordó.
“Me encantaban porque tienen párrafos cómicos que me hacían reír de buena gana. Mi madre me preguntaba ¡Vamos Fabiana! ¿De qué te ríes tanto? ¡Eran buenos momentos aquellos!”
“¡Qué bien!, te envidio un poquito”, dijo Amalia riéndose con gracia.
“Te confieso que yo no soy tan buena lectora, prefiero el cine… ver películas de acción me encanta, las disfrutamos con Martín los fines de semana cuando no tenemos compromiso fuera”.
“Ah, sí, a mí también me gustan bastante, solía ir con mamá al cine; no perdíamos películas de estreno y las de superhéroes, Como las de Marvel me encantan… coleccionaba los superhéroes”.
Sonrió entornando los ojos.
“Mamá solía decirme: ¡Hay Fabiana, madura! Pero es que me encanta también la fantasía y los efectos especiales de esas películas..”.
“Vamos Fabiana, ¡Levántate, aprovechemos el día! Vamos a nadar un rato para despejarnos y estirar estos músculos que buena falta nos hace”
“Ay amiga, no sé qué decir..”.
Que sí… que más puedes decir, ¡No tienes opción! Hay que echar fuera los malos pensamientos, la apatía, el desánimo. ¡Fuera la tristeza!”, dijo Amalia, riendo de buena gana.
Fabiana riendo también le dijo:
“¡Cómo decirte que no!, vamos, pues”
A Fabiana le hizo mucho bien salir de su encierro, su semblante cambió y el concepto equivocado que se había formado acerca de la personalidad de Amalia también.
Parece que la primera impresión que tuvo de ella fue desafortunada, a lo mejor la chica nunca quiso imponerse o hacerse notar más de lo debido; seguro fue el precario estado de ánimo en que se encontraba ella el día de su boda.
Por lo pronto le había sido de gran ayuda y era cosa que Fabiana apreciaba y agradecía a más no poder.
Y ¡Vaya! Que estaba hambrienta de relacionarse como un ser humano normal.
Ya en la piscina, nadaron un buen rato, se contaron anécdotas, chistes y rieron de buena gana, mientras tanto María les alcanzó un bocadillo para que disfrutaran antes del almuerzo.
Dado el nivel de confianza alcanzado y la camaradería del momento, Fabiana se aventuró a preguntar:
“Amalia, cuéntame algo más de ti, de tu relación con Martín, ¿Cuánto tiempo llevan juntos?”
“Hay amiga… ese es un cuento largo… y es mejor que no toques el tema con Alejandro porque es muy probable que sea uno de los temas que menos le agrada”.
Fabiana sintió temor por el comentario de Amalia, ¡Carajo! Y ella que solo quería conocer mejor el terreno que estaba pisando y saber si podría comenzar a adquirir aliados en esa casa…
Amalia continuó ajena a los pensamientos de la otra mujer.
“En realidad, nosotros, todos, nos conocimos desde niños. Mis padres y los suyos fueron buenos amigos en un tiempo, pero luego nos distanciamos al punto de prácticamente romper relaciones y todo esto vino, por desacuerdos en el manejo de los negocios”., comentó.
“Se acusaban mutuamente de haber desaparecido una mercancía que tenían comprometida para un socio en el exterior y que involucraba miles de dólares; luego apareció parte de la mercancía y llegaron a ciertos acuerdos, pero esto nunca se aclaró del todo; por lo tanto, se perdió la confianza y los buenos términos. De ese problema hace ya varios años”
Había cosas que a Amalia no le gustaba recordar.
“Para cuando esto pasó Martín y yo ya éramos novios y estábamos enamorados, la verdad es que desde pequeños nos gustábamos. Y aunque de parte y parte hicieron lo imposible para separarnos, no lo lograron..”.
“Había sido una continua lucha por parte de Amalia el intentar ganarse a la familia de su marido. Es por eso que la familia de Martín no me quiere, habrás notado que Alejandro siempre me habla con aspereza. Pero yo no me inmuto por eso… Yo nada tuve que ver en sus asuntos y no veo porque Martín y yo tenemos que pagar los platos rotos”.
“Bueno, pero siquiera tú tienes una historia de amor que contar y es válida, pero yo caí en este matrimonio como un paracaídas y sigo enredada en sus cuerdas… no sé hasta cuando y como lograré soltarme de ellas. Parece que entre más tiempo más enredada estoy. No veo salida a esto Amalia”
“Ten paciencia amiga y ármate de valor, no sucumbas a las adversidades, tienes que darle tiempo al tiempo, esta es Una carrera de alta resistencia”.
“Gracias por las palabras de ánimo, te aseguro que las necesitaba como el aire para respirar; me he estado hundiendo en la depresión, en la soledad, y mi cabeza se devana en un mar de dudas y de angustias”, le confesó Fabiana.
“Más aún, cuando recientemente me entero de la peor manera, en qué consisten de verdad los negocios a los que se dedica Alejandro y no me cabe duda, que al igual que toda su familia; tú me perdonarás, pero a estas alturas creo que ninguno de ellos pueda tener las manos limpias de sangre o esté libre de culpa”.
“Pues sí, Fabiana, ¿Qué te puedo decir? Tienes razón, esta manera de vivir es bastante complicada, como dice la gente por ahí hay que tener riñones para tomar el tipo de decisiones que la gente de la mafia tiene que tomar. Decisiones literalmente de vida o muerte..”.
Vaya, vaya… así que Fabiana ya había descubierto todo el paquete… hasta que al fin abría los ojos.
“De reconocimiento o de destrucción total; de acuerdo al delito que se haya cometido contra los intereses personales o de la familia. Esta son personas de temple a las que no le tiembla el pulso para aplicar justicia por su propia mano o por mano de su milicia de sicarios”
Amalia continuó:
“Ellos no perdonan un desliz, un engaño, una traición. Se toman el derecho de decidir la forma en que debe morir el que consideran su enemigo, si es necesario someterlo a tortura o amenazar de muerte a su familia; todo esto en aras de obtener una confesión, cobrar una deuda de dinero, una deuda moral o un favor. Ellos tienen sus súbditos, que es gente, que está acostumbrada a mirar a la muerte a los ojos”
“Eso me aterra, Amalia, me mantiene en vilo, no puedo dormir tranquila”.
Se asomó una leve sonrisa a los labios de Fabiana y comentó.
“Ja… me cabe la frase que oí en alguna parte de: durmiendo con el enemigo”
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