Destinada a amarte -
Capítulo 9
Capítulo 9:
Una sonrisa se suaviza en sus comisuras, su naturalidad e indiferencia por mi comentario me sulfura aún más.
“La palabra ‘atracción’ se queda corta para describir…”. Él señala el espacio corto entre nosotros.
“…esto, Valeria”, agrega y abro los ojos con sobresalto.
“No estoy tan desesperada, para desnudarme e intercambiar sudores con alguien que apenas conozco. Antes tiene que gustarme ese alguien”, declaro ofendida.
“Desesperada o no, el amor romántico no está en mi repertorio. Pero… si miles de formas de conseguir que te corras, déjame darte mis condiciones y el trato quedará pactado”, manifiesta acalorándome con sus palabras tan directas y sugestivas. Ahora soy la que traga con dificultad.
“No me interesa”, digo.
Por más que llegue a excitarme no soy de tener se%o con alguien sin más. Me levanto de la mesa y él hace lo mismo desconcertándome.
“Vamos a discutirlo, conmigo no hay vuelta atrás, cuando quiero algo lo obtengo”, declara con seguridad tanta que se vuelve excitante.
Aprieto mi mandíbula y él posa su mano en mi codo para invitarme a caminar, el cosquilleo se intensifica y una corriente viaja por mi columna vertebral por ese simple tacto.
No sé cómo negarme ni siquiera lo intento, él le hace una seña al mesero y nos da paso a un área VIP del restaurante que es privado solo para nosotros. Comienzo a pensar que este hombre no es quién dice ser.
“Siéntate”, ordena.
“Tengo que volver a mi habitación”, digo con el pecho subiendo y bajando.
“Y yo quiero que resolvamos esto para poder proceder al matrimonio”, declara insistente.
“¿Qué vamos a resolver?”, inquiero apretando mi cejo.
Súbitamente me acorrala hasta el sillón alargado, mi cuerpo cae en él y el sujeto se sienta a mi lado, acomodo la falda de mi vestido, sintiéndome sofocada por su cercanía y la forma en la que me mira.
“Tus malditas objeciones… es hora de que hablemos sobre lo que hace falta para que te me pongas debajo y g!mas mi nombre”, manifiesta de manera súbita, dejándome sin aliento.
“Un milagro tiene que ocurrir, ya que, su manera de acercarse me parece grosera y ofensiva”, espeto apartándome.
‘Y está malditamente bueno, pero, eso no lo pienso reconocer’.
“Sí, soy directo y sin rodeos, pero es sincera mi manera de acercarme a usted. No pareces ser la clase de mujer que quiere sandeces y halagos estúpidos en lugar de la verdad”, declara sin más para mirarme con más detalle acercándose a mí, mi respiración está en jadeos y sé que lo puede notar.
“Todo el día has estado invadiendo mis pensamientos con tu presencia, ahora se me da la sorpresa de que coincidimos en la cita a ciegas para que seas mi esposa. La primera condición es clara; serás mía antes de que se cumpla un año de matrimonio y cuando hablo de ‘mía’ es en todos los sentidos, de lo contrario, cuando lleguen los trescientos sesenta y cinco días nos divorciaremos”, agrega llamando más mi atención.
“¿Solo esa condición?”, pregunto con inocencia.
Él esboza una sonrisa sardónica bajando la cabeza por mi pregunta.
“No sabes lo que engloba eso, pero… espero puedas soportarlo”, dice levantándose del sillón y se abrocha el botón de su saco.
Mi vista torpemente viaja al gran bulto que se forma en su pantalón y me quedo estupefacta.
“¡Hemos terminado!”, cuestiono con ganas de salir corriendo antes de desnudarme y entregarme a este hombre sin más.
“De ninguna maldita manera. Establecimos puntos importantes en la discusión. Entre nosotros existe una poderosa atracción se%ual, pero sigo sin saber lo que quieres, Valeria, a parte de un esposo por contrato ¿Seducción, quieres que te seduzca?”, inquiere y parece obstinado ante mi resistencia, quizá las mujeres no tienen mucha retención con un hombre como él.
Solo tendría que decir, ‘salta en mi p$ne’ y ellas lo harían sin dudarlo.
“Las relaciones sexuales que se realizan como si fueran una transacción de negocio no me excitan… ni sé tu nombre”, espeto encarándole.
“Esto evitará muchas cosas por eso soy directo”, gruñe.
“Sabrás mi nombre cuando nos casemos, veo que mi condición principal no te asustó… las demás son complementos que podrás sopesar, eso espero”, agrega pero no hace un movimiento para salir del lugar, al contrario, coloca sus manos a los costados de mi rostro acorralándome.
Mi corazón estalla en latidos y me hundo en sus océanos oscuros.
“¿Quieres realmente esto, Valeria Morat?”, pregunta y separo mis labios.
“Necesito casarme”, respondo sin decir más.
“Bien, nos casaremos mañana”, suelta y abro los ojos con sobresalto.
Asiento, ya que, es el tiempo justo el que necesito.
“Mi asistente te pasará buscando, este es mi número para que nos encontremos en la notaria del estado”, agrega mostrándome una tarjeta dorada cerca de mi rostro, esta solo tiene su número.
‘¿Por qué tanto misterio con su nombre?’ me cuestiono.
‘¿No será un mafioso o algo por el estilo? No lo creo’, pienso.
“Hasta mañana, desconocido”, menciono en un tono burlón.
“Soy tu prometido y… aunque no lo creas, te deseo, Valeria; complicada o no, no puedo evitarlo. Sé que serás mía”, suelta apartándose de mí, trago con dificultad y me quedo sin palabras.
Me inclino tomando el pequeño bolso que se me cayó y camino a la puerta del lugar deteniéndome para mirarle un instante. Él tan imponente, excitante, misterioso y posesivo clava sus ojos en mí hasta que decido recordar que tengo piernas y salgo del lugar con el corazón palpitando con fuerza.
Subo al ascensor y palpo mi rostro sintiéndolo caliente. No puedo creer que me haya aguantado de no tener se%o ahí mismo. Porque mi yo interior lo estaba suplicando, esbozó una sonrisa tontaina y muerdo mi labio, porque solo tengo segura una cosa; este matrimonio será tan intenso como la primera cita, hasta más.
Aunque estoy temerosa por lo que vendrá, estoy enfocada en tomar lo que me pertenece, así tenga que casarme con este misterioso y muy ardiente desconocido.
Pov Vladimir.
Veo cómo huye la mujer de ojos color azul cerúleo, igual al maldito cielo. Remojos mis labios con mi p$ne apretado dentro de mi pantalón
‘Estoy sorprendido de que no haya caído como lo esperaba, ella no es una mujer fácil’.
Pero, será mía, eso es más que seguro. No por nada el destino nos puso en esta situación.
Mi familia dejará de joder y al mismo tiempo les daré un escarmiento casándome con una desconocida en la sociedad. Ambos nos estamos usando a nuestro antojo; ella me necesita y yo la necesito, solo que, no pensé tener este deseo desmesurado por ella.
Al verla con esa vestimenta despreocupada… ese maldito short de mezclilla me provocó una er%cción y sus pechos turgentes apretados en la pequeña blusa que me dejaba ver su ombligo con una pequeña joya brillando.
‘Tiene un piercing, que excitante’.
Sus labios gruesos, esa melena oscura y esos ojos color cielo. Esta mujer es de otra maldita dimensión. Trago con dificultad y el sonido de mi celular me saca de trance, noto que es mi buen amigo; Tom Gray y descuelgo la llamada.
“Hola, ¿Sucede algo?”, pregunto asustado, él solo me llama por problemas.
“Anastasia volvió a recaer, la enfermedad sigue debilitándola”, manifiesta, aprieto el celular en mi mano con rabia.
‘¿Cómo a un angelito pueden sucederle estas cosas?’ me cuestiono.
Tom es un médico de renombre y viene de una familia de la misma rama, además de que es un buen amigo.
“¡Qué!”, pregunto sin querer creer que la pesadilla volvió sin más, y mi pequeña Anastasia no ha tenido recuperación.
“¿Cómo se encuentra, su condición es grave? ¡Mi%rda, habla!”, manifiesto ofuscado y salgo del lugar.
“Vlad, la están trasladando para realizarle una diálisis, en este momento iré a firmar para que procedan, pero necesito que estés aquí… tiene mucho dolor, ha estado llorando y quiere verte”, suelta y eso me desgarra por dentro.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar