Destinada a amarte
Capítulo 57

Capítulo 57:

Al salir, la música nos envuelve y las personas que se encontraban en el pasillo nos observan con escrutinio. Bajamos la escalera y se me viene a la mente lo que sentí al ver a aquella niña en el establo.

“Vlad, ¡Tu padre tiene una sobrina llamada Anastasia Novikov?”, cuestiono de repente y sus pasos se frenan abruptamente ante mi pregunta, me mira perplejo como si hubiera visto a un fantasma.

“¿Cómo sabes… de ella?”, pregunta nervioso.

“La conocí en la casa de tus padres, es una pequeña muy dulce y hermosa, me mostró su pony y creo que está confundida o es el nombre que le pusieron”.

“¡Por fin los encuentro!”, expresa la Madre de Vlad, interrumpiéndome.

“Madre”, gruñe Vlad,

“Tania, justamente estábamos hablando de la pequeña…”.

“Si, de la sobrina de Mikhail, ¿Cierto, Vlad?”, dice mirando a su hijo.

“Bien, entonces, es hora de que te presente al resto de la familia”, comenta efusiva, al frente de mí aparece un sujeto con el porte de Vlad, pero canoso y de ojos marrones.

“Mikhail, te presento a la esposa de Vladimir; Valeria de Novikov, una preciosidad ¿Verdad?”, agrega y me avergüenzo un poco, estiro mi mano para apretar la de su padre.

Mikhail, abre los ojos con sorpresa pasando su mirada a su hijo y luego a mí.

“Es un gusto conocerte, finalmente”, expresa conmocionado.

“El gusto es mío”, respondo.

Él aclara su garganta.

“¿Cómo has estado, hijo?”, pregunta hacia Vlad quien le ignora. Creando un ambiente tenso en el lugar. Aclaro mi garganta.

“Muy lindo evento ¿Lo han organizado ustedes?”, cambio de tema interrumpiendo.

“Si, querida, suelen organizarlo las esposas de los Novikov, el próximo podrías guiarlo tú”.

“Oh, no podría…”.

“No te preocupes, te ayudaré, será un honor”, menciona Tania amablemente. Asiento y la mano de Vlad acaricia mi espalda desorientándome.

“¡Vaya, vaya! Con que eres la esposa del amargado”, comenta un sujeto más joven muy parecido a Dmitry.

“Valeria, él es Simón, mi hijo varón menor”.

Él se acerca a mí, abrazándome.

“Es un gusto, Valeria. Hermano, te ganaste la lotería, es preciosa y que ojos…”.

“La están atosigando, denle espacio, no es ningún animal en extinción para que actúen así”, espeta con dureza, Vlad.

“Pues ciertamente, no un animal, pero sí parece en extinción. Pensábamos que nunca sentarías cabeza y una manera de expresarse muy divertida”.

“¡No me llamaron a la reunión!”, exclama de repente la única hija de los Novikov; Katia.

Su belleza morena es despampanante, llega hasta nosotros saludándonos.

“Mamá esta fiesta está aburrida, contraté a un Dj para que la motive”, agrega guiñándome un ojo.

“Katia, no te atrevas”, advierte su madre entre dientes. Y de repente, los parlantes estallan con una música electrónica y muy movida.

“¡Qué comience la fiesta!”, grita Katia alzando sus brazos. Vladimir resopla a mi lado suavizándose con sus dedos las sienes.

“¿Bailamos?”, pregunto hacia Vlad mordiéndome el labio.

Él curvea una ceja, tomo eso  como un sí y sujeto su mano.

“Con el permiso de todos”, anuncio, ellos me dan una sonrisa.

‘No veo nada de malo en esta familia’, pienso que Vlad ha  exagerado.

“¡Mueve ese trasero hermano!”, exclama

Niego con la cabeza una sonrisa.

Sin percatarme, Vlad me detiene apartándome del camino e interponiéndose al frente de mí. Me desconcierto, haciéndome un lado para ver de lo que le ha perturbado y me encuentro con la sonrisa petulante de Dmitry.

“Hola, hermanito ¿Qué haces cubriendo a Valeria de mí?”, pregunta de forma irónica.

“Vete de aquí, Dmitry”, gruñe Vlad.

“Hijos, ¿Qué sucede?”, cuestiona Tania más desconcertada.

“Te atreviste a amenazar a Valeria, pidiéndole una suma absurda de dinero. Tendrás que quedarte con las ganas de recibir ese dinero, imbécil”, espeta Vladimir con dureza como si quisiera patearle el trasero a su hermano y quiero que me trague la tierra

‘Lo he arruinado’.

“Dmitry ¿Tú hiciste eso?”, interviene el padre de ambos hombres.

Los ojos oscuros de Dmitry me observan y una sonrisa se ensancha en sus comisuras.

“Veo que no pudiste mantener tu boquita callada y que tu esposo no sabe lo que hiciste. Hermanito, ya tengo el dinero en mi cuenta. Deberías dejarme a solas con la madre de mi hijo y quizá…”, manifiesta provocando a Vladimir.

Los ojos de Vlad me buscan y su cejo está arrugado con molestia. Pero no dice nada, solo me observa respirando con ofuscación.

“¿Madre de su hijo, de qué hablan?”, inquiere Simón confundido.

“Verás, Simón, yo…”.

Las palabras de Dmitry se  interrumpen por el ruso grande e imponente que es Vlad y que se abalanza hacia su hermano, lanzando  golpes.

Me quedo estupefacta sin saber qué hacer o cómo detenerlos, mientras las personas a nuestro alrededor crean un bullicio alarmándose por lo que está ocurriendo.

Pov Vladimir.

Frunzo mis labios negando con la cabeza ante lo que me dice Tom Gray; el médico y amigo de la familia. Mis latidos se aceleran de manera intensa.

“Lo siento, Vlad, ya es oficial… Anastasia necesita un trasplante, un riñón nuevo, con eso podrá tener una vida relativamente normal”, repite y mis ojos arden.

“¿Sabes en qué número de la lista está Anastasia? Sé que sabes y las posibilidades de que sea elegida pronto son nulas”, espeto enervado.

Tom suspira ante mi pregunta.

“Anastasia tiene prioridad en la lista para donantes, porque es una niña, pero es lamentable que las personas no sepan que podrían salvar a más de siete vidas con solo inscribirse como donantes ante una fatalidad o muerte cerebral”, expresa y me acojono más.

Mi corazón está eufórico, necesito a toda costa salvar a mi hija.

“¿Harías lo que fuera por un hijo? Así sea comprar en el mercado negro”, pregunto llamando su atención.

Él me sujeta del brazo haciéndome caminar lejos del pasillo del hospital, abre la puerta de su oficina y la cierra.

“Si fue un asesinato se lo arrancarían a una persona para dártelo”, declara entre dientes encarándome.

“Estoy desesperado, Tom”, gruño.

“Lo sé, pero no le hagas eso a tu hija ni a ti. La consciencia no te dejará en paz.

“En este momento lo que menos me importa es la p%ta consciencia, quiero viva a mi hija”, declaro.

Tom posa su mano en mi hombro tratando de calmarme.

“Buscaremos la solución, mientras, Anastasia tiene que seguir con la diálisis, y sería bueno que te quedes en Seattle”, dice observándome.

“Sé que ahora tienes una familia, tienes que hacerla parte de ella lo más pronto posible”.

“No quiero romperle el corazón a Anastasia si Valeria me abandona luego de saber lo…”.

“Ella no lo hará, tú mismo dijiste que tiene un buen corazón, además de que tiene el derecho de saber la verdad. Dale la oportunidad a Anastasia de que tenga una figura materna”, interrumpe desconcertándome, pero, estoy renuente, el miedo de que me observe con temor y se aleje dejándonos a la deriva; me dolerá más de lo que es ocultarle la verdad,

“Tengo que irme”, espeto cerrándome.

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