Destinada a amarte
Capítulo 17

Capítulo 17:

Me duele mucho verle pedirme eso, y solo quiero alejarme de él. Dejo salir un resoplo para escuchar lo que tiene para decirme.

“Ve al endemoniado grano y dime qué es lo que quieres, padre. Si es que aún se te puede llamar así”, declaro y él hace una mueca.

“Que me transfieras el treinta por ciento de tus acciones”, suelta provocándome una sonrisa irónica.

“Así nos repartiremos las acciones en partes iguales, puedes seguir siendo la presidenta y yo estoy dispuesto, claro, asumir la vicepresidencia”, agrega y el descaro de él no me sorprende.

‘Qué ridículo”, pienso.

“Fer Morat, sigue soñando con eso”, espeto y sus ojos ahora son los que se abren por mi ‘insolencia’.

“¡¿Cómo te atreves, niñata?!”, exclama enfurecido. Le ignoro por completo para tomar una bocanada de aire.

“Mi madre me dejó Grupo Birken, solo a mí. Soy la única en el testamento y no hay nada que pueda o quiera hacer con eso”, digo y él no toma nada bien mi respuesta.

“Bien, si quieres que demuestre algún tipo de ‘gratitud’ que no te mereces, no tengo problema con que sigas trabajando en la empresa, puedo darte un cargo en el Departamento de Logística, pero nada más. Serás un empleado común y corriente con un sueldo normal, así que, deberían de vigilar mejor sus gastos a partir de este momento porque no recibirán tanto dinero”, agrego enfureciéndole más.

“Prefiero morir antes de ser un simple empleado en un Departamento de Logística, ingrata”, espeta encarándome. Sonrío con ironía mirándome la punta de los pies para luego con mi mentón elevado.

“Eso queda de tu parte, padre. Trabajas para ganarte la vida o te retiras, así de simple. Y no te preocupes, no morirás por eso. Estuve trabajando como una  persona normal durante todo este tiempo, estoy más fuerte y decidida que nunca”, manifiesto y él amplía sus fosas nasales en cada respiración ofuscada.

Marla se termina de acercar luego de escuchar todo lo que tenía para decirle a mi padre.

“¡Hija de p$rra! ¿Cómo le haces esto a tu propio padre? ¡Pagarás por lo que estás haciendo!”, grita enrojecida y mira a su esposo con desespero.

“Tenemos que darle una lección a esta mocosa, mucho tiempo nos hemos aguantado”, espeta colgándose del brazo de mi padre como si fuera un demonio susurrándole pecados a mi padre, que no es ningún santo.

Él aprieta su mandíbula maquinando las mil maneras de verme derrotada.

“¡Señor Morat!”, llama de repente un sujeto trajeado a mi padre. Todos nos giramos para ver a un grupo de hombres que le acompañan. Él suelta un resoplo al acercarse.

“Tengo intención de comprar sus acciones de Grupo Birken, ¿Le interesa aun? Sé que tiene muchos compradores detrás, pero, mi jefe es uno muy importante, querrá negociar con él”, agrega tomando toda la atención de avaricia de mi padre y de Marla.

“Puede decirme ¿Quién es usted y de qué empresa viene?”, pregunta mi padre arrugando su cejo.

El sujeto asiente.

“Mi nombre es Nando Hilton, asistente ejecutivo del presidente de Grupo Vedma. Mi jefe me pidió directamente que viniera aquí y discutiera su oferta para la compra de las acciones”, explica rápidamente.

Los ojos de mi padre toman la forma del signo del dinero de inmediato. He escuchado del ‘Grupo Vedma’, sé que es importante e incluye muchas empresas en este momento de renombre, solo que, no tengo mucho conocimiento.

“¿El heredero de ese Grupo se recuperó? Supe lo que le sucedió”, pregunta mi padre desconcertándome.

“Sí, y si conoce de quién hablo, podrá deducir que la oferta es muy jugosa, no podrá negarse a ella”, comenta el ejecutivo alentando a mi padre o convenciéndolo fácilmente.

“Muy bien, si su jefe quiere hacer negocios conmigo, estoy encanto en discutir la venta de mis acciones, indíqueme la cifra”, suelta con decisión, me cruzo de brazos decepcionada.

“Perfecto, si está dispuesto, pongámonos en marcha”.

“No querrá hacer esperar a mi jefe”, comenta el sujeto.

“No tengo ningún problema, estoy seguro que su jefe estará satisfecho cuando lleguemos a un acuerdo… reunámonos en la sala de juntas para finiquitar los detalles de la compra”, declara mi padre sin más.

El sujeto asiente invitándole a caminar.

“Estupendo, Señor Morat”, comenta dándome un leve asentimiento junto a una sonrisa que me deja confundida.

Hago una mueca al ver cómo Marla, mi padre y el resto se retiran del lugar finalmente. Pienso que ese  porcentaje estará en mejores manos que en las de mi padre  informe sobre el estado actual de la compañía.

Agotada mentalmente, recibo un mensaje de Jade que me anuncia haber recogido a Zayn de la guardería y que me esperan para celebrar.

Esbozo una sonrisa, levantándome de la oficina donde me había escabullido para hundirme en los documentos que no termino de entender.

Sostengo mi bolso con una carpeta llena de copias importantes y la puerta de la oficina es tocada. Abro los ojos, mirando al frente para encontrarme con una chica de  cabello castaño y ojos a juego; ella ahora será mi asistente.

“Señora Novikov, acabo de recibir las noticias de su padre y madrastra”, anuncia tomando mi atención.

“Parece que han salido del edificio, pero en el momento de abandonar el recinto el Señor Morat declaró que no volverá a poner un pie en la empresa”, agrega con una sonrisa tenue.

‘Vendió las acciones’, pienso de inmediato.

“Gracias, Gisela, lo que te…”.

“Sí, la Señorita Alice Dubois, ha tomado el apellido de su padre, ahora es una ‘Morat’, igual que su madrastra y… es la directora de la empresa de turismo junto al Departamento de Marketing, no se ha presentado hoy. Indicó que está reposo médico”, expresa interrumpiéndome. Asiento.

“Perfecto, eso será todo por hoy, gracias”, comento y ella asiente también.

Salgo del lugar ondeando mi mano y presiono el botón del ascensor.

Al entrar al ascensor mi celular comienza a sonar desconcertándome. Arrugo el cejo cuando veo el número desconocido en la pantalla, descuelgo sin más.

“Sigo pensando en ti”, suena la voz ronca y aterciopelada de Vlad, mi esposo.

Me envuelve una sensación de alivio porque no me había percatado que estaba deseando en mi interior volver a escucharla.

Mi ansia me deja perpleja y me da la certeza de que este hombre se podrá convertir en mi droga o la fuente principal de muchos e intensos deseos lascivos.

“En mi mente sigo tocándote, Valeria. Sigo saboreando tus labios… maldición he estado empalmado desde que me fui, estando en teleconferencias con el descaro en mi mente de tus piernas desnudas y ese escote apretado en el vestido blanco”, dice.

“Cederé por esta vez; pon tú las condiciones”, agrega sorprendiéndome y como siempre me deja sin palabras por la intensidad con la que habla sin filtro alguno.

‘¿Cómo este hombre puede hablar con esa desinhibición a la ligera?’, me cuestiono pestañeando, esbozó una sonrisa cuando entra un grupo de personas al ascensor y ruego a no verme sonrojada.

Aclaro mi garganta para hablar

“Déjame pensar, Vlad…”, comento haciéndole esperar mientras muerdo mi labio.

“No se me ocurre nada, sí no estuviéramos casados te diría que te vayas a pasar el rato con alguna mujer que babee por ti, sabemos que eso no es difícil y que te haga creer que eres un Dios… y tengas se%o tanto con ella que cuando me vuelvas a ver, ya se te habrá pasado todo y así volverías a tu modo frio conmigo”, digo.

“Pero, igual no soy quién para detenerte, por más que no quisiera que lo hicieras”, suelto y escucho de repente el crujido de una silla.

“Esta era tu oportunidad libre, cielo… no arriesgaría un momento banal con una mujer insignificante para tratar de quitarte de mi cabeza, cuando tengo la potestad de seguir trabajando en que des el brazo a torcer, así que, la próxima vez que busques ofender mi inteligencia, te daré unos buenos azotes mientras veo cómo te corres suplicando por más”, manifiesta haciéndome tragar con dificultad.

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