Destinada a amarte
Capítulo 139

Capítulo 139:

Pov Valeria.

“¿Ya dejarás a mi trofeo en paz?”, suelta con prepotencia, noto cómo Vladimir aprieta sus manos y tensa su cuerpo junto a su mandíbula por la presencia de este sujeto indeseable.

‘Esto no puede estar ocurriendo, no en este momento’ pienso al saber cómo está Vlad sobrellevando la situación, unas copas encima de champán y unas ganas terribles de deshacerse de este hombre.

“Repite lo que dijiste, pero ahora más fuerte para que todos escuchen que te has ganado los golpes que te voy a dar”, pide Vlad con la voz ronca del enojo, hace ademán de encararlo y sujeto el brazo de mi esposo.

“Cariño… no es el lugar”, digo, él me mira con sus océanos.

“Sí, hasta yo, que soy un mafioso sé que no es el lugar. Es un evento de pobres niños con cáncer, poco me importa, pero es algo de ética ¿Verdad? Por cierto, que suculenta te ves con ese vestido, ¿Qué ropa interior traes hoy?”, pregunta y abro los ojos de par en par mientras él se remoja los labios.

Vlad expande sus fosas nasales y me mira cómo pidiéndome permiso.

“Ah, y que no se te ocurra golpearme, esta vez no te lo dejaré pasar. Están rodeados de mis hombres, y realmente no quiero perder a mi trofeo por tu culpa”, advierte, la respiración de Vlad se acojona y cada vez se le nota más el enojo.

“Vámonos, Vlad”, pido y él asiente.

“No, no, no. Nada de irse. “Nos detiene.

“¿Cómo quieres arreglar esto, conversando en privado?”, suelta Vlad en modo de sarcasmo.

A lo que Damon acepta mostrando su mano.

“Espera”, le detengo a Vlad con miedo, él me mira acunando mi rostro.

“Todo estará bien, lo prometo”, dice y mi corazón palpita con fuerza, besa mis labios con intensidad a lo que Damon gruñe molesto,

Vlad camina escoltado junto con Damon que antes de irse me guiña un ojo. Tomo una copa de champán bebiéndome el contenido rápidamente.

‘Solo espero que nada malo suceda’

Pov Vladimir.

Nos dejan entrar a un área de exhibición cerrándola solo para nosotros, meto mis manos en los bolsillos de mi pantalón aguantándome las ganas de reventarle la cara al imbécil que sonríe al frente de mí.

“Tienes agallas, pero eres un estúpido”, dice hacia mí.

Aprieto mis dientes.

“Verás… quizá te has enfrentado anteriormente a criminales y tengas a tu lado a la mafia irlandesa, también que te creas Superman”, el hombre alcohol junto a la combinación de pastilla me ha afectado un poco, pero al punto de que estoy muy consciente.

“¿Croata? Suena como a ‘escroto’”, digo con crudeza.

“Escúchame bien, maldito, tu esposa será mía”, advierte con el rostro enrojecido de la impotencia.

“Anteriormente, un hombre también me dijo lo mismo, pero, está muerto. Bueno, en teoría él se quitó la vida, pero… tendrás el mismo final”, digo con seriedad.

Él ríe.

“No te la estoy pidiendo. Te estoy anunciando que ella será mía”.

“Sobre mi cadáver, y sé que aún no tienes ni el doble de hombres, poder y mandato del que tiene Harrison, así que… aléjate de mi esposa o te haré conocer el infierno”, amenazo encarándolo.

“Tendrás que matarme porque ya puse mis ojos en ella”, suelta a lo que mi enojo crece más.

“Damon Russell no sabes lo que soy capaz de hacer por mi cielo.

“Eso ya lo veremos; que gane el mejor”, declara caminando hacia la puerta.

“Te voy a matar”, gruño a su espalda.

“Quiero ver cómo lo intentas, porque dudo que seas capaz, eres más de esos que pagan para que los demás hagan el trabajo sucio o esperan a que los demás lo hagan. No podrás matarme porque no tienes las agallas de hacerlo por tu cuenta… de  ensuciarte las manos”.

Puedo entrar al p%to infierno y puedo sacar a los demonios cuando se me pegue en gana. Nunca tocarás a mi esposa, ¿Entendido?”, espeto caminando hacia la salida.

“Ella será…”.

“En tus malditos sueños y aun así te arrancaré a Valeria de ellos”, gruño ante la insinuación que iba a soltar.

“Con mi familia nadie se mete, mucho menos con mi cielo”, advierto empujando las puertas para salir del lugar.

Veo a Valeria ansiosa y corre hacia mí abrazándome. Aspiro el aroma de su perfume.

“Pensé que…”.

“Estoy bien, él solo quería volver a escuchar que eres mía y ni en sus malditos sueños te tendrá”, interrumpo, ella me mira sorprendida y suaviza su rostro con una sonrisa,

“Vamos a casa”, pide besando mis labios dulcemente.

“Vamos a casa”, repito.

“Pero antes estrenemos tu auto, quiero ver si aguanta un poco de nuestra lujuria”, digo besando su mejilla cuando sus ojos se llenan de er%tismo.

Giro mi rostro mirando a Damon, él está con sus hombres sin dejar de mirarnos.

«Me desharé de él, así tenga que ensuciarme las manos con sangre», pienso, retirando mi mirada.

Días después…

Pov Valeria.

La seguridad ha aumentado luego del enfrentamiento en la beneficencia con aquel hombre. Vladimir se ha refugiado en sus pensamientos, como si planeara la manera de destruir a Damon sin que yo me entere, él no ha querido decirme lo que se habló en ese lugar ¿Qué habrán pactado? ¿Negoció con él o lo amenazó?

Conociendo a mi hombre, doy por sentado que le advirtió que se alejara de mí, pero, es un criminal… no seguirá las peticiones de un CEO millonario, solo que, Vladimir no es un simple CEO.

Anastasia y Zayn están en clases de equitación, mientras que Clark toma su siesta. Bajo la escalera para escuchar a Ofelia en la cocina. Ella me da una sonrisa cuando me ve.

“¿Sabes dónde se encuentra mi esposo?”, pregunto con gracia”.

“Bajó al Gimnasio, pidió que no le molestara”, responde, arrugo mi cejo por eso.

“Gracias”, murmuro y ella asiente.

Camino hacia el sótano donde se encuentra el gimnasio  privado; él es quien suele usarlo. Mi único ejercicio es el se%o y Vlad me hace quemar muchas calorías.

Empujo levemente la puerta y escucho su voz.

“Brendan, no me importa si tengo que ensuciarme las manos; lo haré. Te doy la palabra de mi apoyo monetario para tus hombres, sé que se avecina una guerra”, dice y mis ojos se abren al verle hacer una flexión en la barra, está sin camisa mostrándome su espalda musculada sudando.

Todo en mi interior se calienta ante la imagen de él. Él salta en el suelo y gira su rostro para clavarme sus océanos. Suelto un suspiro al verle mejor.

Deslizo mis pupilas por su abdomen marcado junto con sus cicatrices y esa ‘V’ lujuriosa que me hace ver su gran paquete apretarse en el pantaloncito de ejercicio. Mi corazón late con fuerza.

“Gracias, conversamos luego, mi esposa me necesita”, dice, presionando el botón de sus auriculares portátiles y se los quita culminando la llamada con el Señor Harrison.

Vlad se acerca a mí con una sonrisa que enciende todo en mí.

“¿Qué planea mi esposo?”, pregunto hacia él, arqueando una ceja.

Poso mis dedos en su torso caliente, mi vientre se aprieta excitado mientras que su Cuerpo se tensa.

“Nada de importancia, no quiero que te preocupes por eso”, expresa, pero en el fondo sé de qué hablaba.

Muerdo mi labio mirándole.

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