Después de la tormenta -
Capítulo 1
Capítulo 1:
Los deseos de odio y venganza contra las personas que me destruyeron la vida y me arrebataron lo que yo amaba, me llevaron a cometer el error más grande de todos.
Dispuesta a arrebatarle a ella el amor de su prometido para cobrarle todo lo que me había hecho, terminé destruyéndole la vida a él y terminé de destruir mi propia vida.
Aquella venganza solo desató una tempestad que terminó por arrasar con las pocas cosas buenas que me quedaban en la vida…
Pero, lo que trajo aquella mala decisión, no fue del todo malo. Me permitió conocerlo a él, al hombre que cambió mi mundo de las formas más impredecibles que pueden existir.
Él me dio una nueva razón para reír, para ser feliz y para amar. De aquel tempestuoso amor nació el ser que hizo que nuestro lazo de amor fuera aún más fuerte. La razón por la que decidimos sacrificarlo todo, incluso nuestro propio amor: Nuestra Mia.
Pero Alexander y yo, estamos predestinados. Y cuando dos almas se unen y se aman como nosotros nos amamos, nada las puede separar. Ninguna tempestad podrá doblegar nuestro amor.
Ni el tiempo, ni la distancia, ni ninguno de nuestros enemigos, podrán separarnos.
Ellos creían que habían logrado su objetivo, que nos habían roto, que nos habían separado, pero la verdad era que estábamos más unidos que antes.
…
“Te amo, Alexander. Y al igual que a Luka, te voy a amar por el resto de mi vida y aun incluso después de muerta”
Sé lo que me va a decir. Pero no voy a aceptarlo. Vine decidido a obtener su perdón y a estar con ella y nada de lo que diga me va a detener.
No me importa si tengo que arrastrarme detrás de ese auto, para ir tras ella y que acepte de una buena vez que, si nuestros caminos se cruzaron de la forma en que haya sido, es porque tenemos que estar juntos.
“Pero no podemos estar juntos. Ya no soy la persona que tú quieres que sea y hay alguien, mucho más importante, a quien debo proteger”
“Anna, por favor”, le digo suplicando.
Agarro su mano con fuerza, pues no la voy a dejar ir.
“Lo siento, Alexander. Lo siento tanto”, insiste.
Logra zafarse de mi agarre y, casi corriendo, avanza hacia el auto que la espera a unos metros de distancia.
Pero como dije, he venido y he persistido esperando tanto en este lugar, con un solo propósito. Y ni ella, ni nadie, van a lograr que desista de aquello.
Corro detrás de ella. Mi zancada es más larga, lo que hace que corra más rápido y no me cueste nada el poder alcanzarla.
La tomo entre mis brazos y la giro hacia mí. La sujeté con todas mis fuerzas y la oprimo contra mi pecho.
Me mira. Y su mirada es una tempestad de emociones en aquel preciso instante. No le gusta que le lleve la contraria. No le gusta vacilar, y sé que mi actitud no hace más que ponerla a dudar de sus acciones.
“Alex, ¿Qué estás haciendo?”, demanda, hecha un mar de lágrimas que se confunden con los cientos de gotas que le escurren por el rostro debido a aquella tormenta que no cesa
“Tienes que dejarme ir. No puedo estar aquí”
No puedo dejar que ella me encuentre.
“No, Anna”, insisto.
“Tu lugar es conmigo. Tú y yo fuimos creados para estar juntos. Para amarnos, para ser felices juntos. Para vencer todas las adversidades que se nos presenten, juntos”
Llora. Llora con fuerza. Trata de resistirse, pero sabe que lo que le digo es la verdad. Que ella y yo no podemos estar lejos el uno del otro. Porque nuestro amor es mucho más grande que cualquier otra cosa en el mundo.
Busco sus labios y la beso.
La beso con fuerza, con potencia.
Con todo el amor que siento por ella.
“Eres mía, Anna. Y yo soy tuyo”, murmuro contra su boca.
Deposito cientos de besos por todo su rostro, su frente, su cabeza y su cabello empapado en agua.
“Nos pertenecemos desde el primer momento en que pusiste un pie en mi oficina, buscándome para vengarte de Miranda. Estábamos predestinados, Anna. Nuestros caminos ya estaban destinados a cruzarse, porque ambos nos estábamos buscando, ambos nos necesitábamos”
En medio de su llanto, se ríe. Porque sabe que todo aquello es cierto. Que ambos quedamos prendados, el uno del otro, desde la primera vez. Que nada de lo que ha habido entre nosotros, ha sido solo se%o, lujuria o pasión…
Es amor. Amor fuerte y real.
De esos amores que resisten contra todo y que nada lo puede destruir.
“No me importa si has estado con mi hermano. No me importa nada de lo que haya pasado entre ustedes. Quiero que volvamos a empezar y dejemos todo lo sucedido atrás”.
“Alex, Alex… Cristhian y yo, no estamos juntos de esa manera”, manifiesta, tomando mi rostro con sus delicadas manos, que ahora están arrugadas por la lluvia y el frio
“Lo único que hay entre nosotros, es amistad, amistad pura y verdadera. Si huía con él, fue solo para que fuera nuestro protector. Para que nos protegiera de ella, del licenciado Miller o de cualquier otro que esté dispuesto a hacer su voluntad”.
Aquellas palabras me alegran.
Creí que había decidido quedarse con él, darle la oportunidad que él tanto había buscado, porque yo la había defraudado al dejar que Miranda la dañara otra vez.
Pero no es como yo pensaba. Ella solo quiere que él los proteja.
“¿Los proteja?”
Habla en plural y hace un momento, dijo que tenía a alguien más importante a quien proteger.
“¿Nuestro protector?”, repito.
Frunzo el ceño y la observo confundido
“¿A quiénes debe proteger?”.
Se queda en silencio y me observa. Hay culpa en sus ojos. Algo me ha ocultado y siente remordimiento por ello.
“Alexander…”, murmura.
Cierra los ojos y toma aire. Nuevamente llora y sus labios morados por el frío que nos cala hasta los huesos, por fin se abren para hablar.
“Estoy embarazada”.
Me quedo en silencio y la observo. Estoy atónito, confundido, impactado y no sé qué decir o hacer.
“¿Qué has dicho, Anna?”.
Solloza y sorbe por la nariz. Se lleva la mano al rostro y vuelve a llorar. Ríe, sigue llorando. Su rostro refleja miles de emociones.
Llanto, felicidad, miedo, incertidumbre…
“Estoy embarazada”, repite y otra vez llora, llevándose las manos al rostro.
“Voy a tener un hijo tuyo… nuestro. El fruto de nuestro amor”.
El corazón se me desboca.
Me da un vuelco en el pecho y no puedo creer que, a parte de ella, haya algo que pueda hacerme más feliz.
Pero, parece que sí lo hay. Y aquí estoy, sintiéndome más pleno y más completo que nunca en la vida.
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