Desafiando el corazón
Capítulo 13

Capítulo 13:

Ansiaba besarla, arrancarle esa pijama improvisada, sabía que debajo de esa playera negra y vieja, descubriría su tersa piel y perdería el control.

Así que, haciendo uso de su poca fuerza de voluntad, se dejó caer del otro lado de la cama y le dio la espalda.

“Buenas noches, Señor Winter…”, contestó Carina con las piernas temblorosas y las mejillas aún ruborizadas.

Ella durmió profundamente, pero él no pudo conciliar el sueño, no tenía planeado pasar la noche de esa forma.

Se levantó de madrugada y vio por largo rato a Carina dormir.

Roncaba suavemente, apenas un silbido audible.

Sus largas piernas estaban enredadas en las sábanas, descubiertas.

Aprovechó para acariciarlas con el dorso de su mano, sintiendo su suavidad y causándole cosquillas entre sueños.

Cuando subió hasta sus caderas, Carina se retorció y giró, aún profundamente dormida.

“Señor Winter…”, dijo entre sueños y sonrió abrazando una almohada.

“Es un coqueto…”

Rainer no tuvo que exprimir su cerebro para sospechar la clase de sueño que tenía con él.

Acarició su mejilla y delineó sus labios, pero tuvo que tomar distancia, pues su cuerpo no parecía tolerar tener tan cerca a Carina y no poder llegar más lejos.

“¿Por qué soñar conmigo, cuando se puede hacer realidad?”, preguntó suavemente en el oído de Carina antes de depositar un tierno beso en la comisura de su boca.

“Niña tonta”.

Sacudió su cabeza y decidió salir de la habitación, necesitaba un poco de aire frío para apagar esos pensamientos lujuriosos que despertaba Carina en él.

Rainer había caminado por largo tiempo en las hectáreas de bosque que rodeaban la propiedad, necesitaba paz para la cabeza y bajar la temperatura de su cuerpo, pero solo tenía que cerrar los ojos para volver a ver a Carina dormida, y entonces sus esfuerzos se iban a la basura.

‘Sal de mi cabeza’, pensó suplicante, pero la respuesta del destino fue muy diferente a la que él esperaba.

En las caballerizas, cerca de donde él estaba, se encontraba Carina con el cabello recogido en una coleta, esperando paciente sobre la valla de madera y paseando la mirada por las copas de los árboles.

Aún conservaba esa pizca de tristeza anclada a sus ojos.

Pese a todo lo que había ocurrido y su disposición para mostrarse altiva e indestructible, las palabras de Fred seguían hiriéndola cada vez que las recordaba.

Liberó un suspiro apesadumbrado y Rainer se sintió motivado para acercarse. Necesitaba aclarar lo que estaba ocurriendo entre ellos.

El Rainer iracundo que salió de Alemania exigía su renuncia para no volverla a ver, pero el Rainer de ese momento ansiaba algo más y una idea dentro de su cabeza tomaba cada vez más.

“Señorita, su caballo…”, dijo el capataz de la caballeriza, entregándole a Carina un caballo negro con patas blancas.

Era el hijo del caballo de Román.

“Gracias”, respondió Carina acariciando al bello percherón.

“¿Sabe montar, Señor Winter?”

La pregunta hizo sonreír a Rainer, quien se acercaba con paso decidido y la frente en alto. Su mirada pícara hizo comprender a Carina lo que estaba pensando y que claramente no estaba relacionado con caballos.

“Me refiero a que…”

Sus mejillas sonrojadas la hacían ver encantadora.

“No sé”

Mintió y acarició al animal una vez que Carina lo montó.

Con agilidad y al primer intento, se colocó detrás de ella, abrazándose a su cintura y erizando su piel.

“Enséñame”. susurró en su oído, poniéndola aún más nerviosa.

“Algo me dice que me está mintiendo, Señor Winter…”, dijo Carina sintiendo el aliento de Rainer en su cuello.

“¿Les crees?”, preguntó Frida viendo a través de la ventana de su cuarto a la pareja montando a Zeus.

“No”, respondió Román, pensativo en la cama, cansado, pues le había hecho el amor toda la noche a Frida y ya no era aquel hombre joven.

“Al principio creí que…”

“¿Qué?”, preguntó Frida volteando hacia él, notando la duda en su voz.

Regresó a la cama, sujetando la sábana que cubría su cuerpo, y se acostó al lado de su esposo, acariciando esos mechones canosos que adornaban su cabellera.

“Creí que se casaría con Noah y le arrancaría la empresa…”

“¿Te dijo que haría eso?”

“No, pero es lo que yo hubiera hecho”, respondió Román con una amplia sonrisa y estrechó a Frida.

“Para ser sincero, temía que lo hiciera. Necesitas arrancarte el corazón y tirarlo a la basura si quieres que un plan así funcione. Ahora no sé qué pensar…”

“Se nota que le gusta, se pone nerviosa y se sonroja, pero… no sé, hay algo que no me convence”, agregó Frida dándole un beso en el pecho.

“¿Crees que…?”

“¿Qué está haciendo todo esto para quedarse con la empresa de Winter?”

Preguntó Román divertido.

“Espero que no. Él no es como Noah… puede resultar muy peligroso hacer algo así para una novata como ella. Tendría que tomar clases con todas esas arpías que fueron alguna vez tus amigas. Frida pensó en esas mujeres que se acercaron alguna vez a Román, queriendo separarlos, y se molestó, dándole un manotazo en donde lo había besado”.

“¡Qué gracioso! No quiero que Carina sea una, mini Román y se meta en problemas…”

“¿Bromeas? Si se volviera tan ambiciosa y cruel, se volvería más poderosa que yo”, respondió Román divertido y un cosquilleo de euforia se apoderó de su pecho, imaginándose lo lejos que podría llegar Carina, no necesitaría que nadie pusiera el mundo a sus pies, ella misma lo tomaría.

“Lamentablemente mi sangre dentro de ella está mezclada con la tuya. Eso la vuelve débil”.

“¿Débil?”, preguntó Frida sorprendida e indignada.

“Señor Gibrand, le recuerdo que usted podrá ser uno de los hombres más poderosos del país, pero yo soy la que lo domina. Mida sus palabras”.

Pronunció contra sus labios, seduciéndolo y renovando sus energías.

“Como usted me diga, Señora Gibrand”, respondió, atrayéndola de nuevo hacia él, ansiando probar sus labios y hacerla suya una vez más antes de tener que abandonar la habitación.

“¿Por qué le molesta tanto que Carina esté con el Señor Winter? ¿No sería más beneficioso para el Corporativo la tecnología alemana de su empresa?”, preguntó Matilda mientras le ayudaba al Señor Benjamín a acomodar el cuello de su camisa.

“Matilda… esto va más allá de solo un arreglo entre familias. Carina hubiera podido escogerá cualquier otro hombre y vería cómo disculparla ante mi amigo y su nieto, pero… ¿Rainer Winter?”

“He estado por años en su familia, Señor Gibrand, y no comprendo cual es el problema con él”

“No los años suficientes para entender mi repudio por la Familia Winter”, dijo Benjamín y resopló.

“Ha pasado tanto tiempo y justo en el ocaso de mi vida, cuando creí que no volvería a escuchar ese apellido, regresa. ¿Será que anuncia mi muerte?”

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